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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los Pujol, empresa familiar

La operación de redención política del ‘expresident’ topa con la imagen del patriarca amparando un proceso de enriquecimiento corrupto, según la investigación judicial

Marta Ferrussola ante retratos de sus hijos en 1987.
Marta Ferrussola ante retratos de sus hijos en 1987.Josep LLuis Sellart
Francesc Valls

“La esencia misma del diamante es aportar júbilo y alegría a la vida de la gente”. Esa reflexión de William Goldberg —quien patentó el corte de diamante Ashoka— lo hizo tan suyo la familia Pujol-Ferrusola que se convirtió en buena clienta de esa firma exclusiva, que da nombre al tramo de la calle 48 que transcurre entre Madison y la Quinta avenida. Mientras en Cataluña el presidente Pujol hacía bandera del penitenziagite —hay que castigar el cuerpo para salvar el alma—, miembros de su familia interpretaban de forma peculiar el dogma, según puede leerse en las 500 páginas del auto del juez José de la Mata del pasado mes de julio.

El razonamiento del magistrado convierte el intento de redención política del expresident en una tarea tan compleja como limpiar los establos de Augías en un solo día y sin ríos a mano. “Los Pujol-Ferrusola han aprovechado su posición privilegiada de ascendencia para acumular un patrimonio desmedido directamente relacionado con percepciones económicas derivadas de actividades corruptas”, sostiene De la Mata. Por el contrario, desde el inicio de la investigación —hace casi ocho años—, la familia mantiene que la fortuna que mantuvo oculta en Andorra durante más de 30 años procede de un legado que el padre del expresident, Florenci Pujol, dejó a su nuera y a sus nietos. La investigación nunca ha dado credibilidad a esa versión y apunta que los fondos proceden de pagos de empresarios al primogénito Jordi —que luego revertían en todo el clan— a cambio de “la influencia ejercida por la familia ante las autoridades”.

No es desde luego una lectura ligera, pero en un verano de semiconfinamiento y recogimiento el texto del juez De la Mata es muy entretenido: hay sociedades ficticias, testaferros, blanqueo de capitales, fraude fiscal, cuentas offshore y en tiempo de pandemia permite viajar a escenarios como México, Panamá, Argentina, Uruguay, Estados Unidos, Suiza y la pequeña y catalana Andorra. La trama argumental no estaría completa sin el telón de fondo que brinda la falsedad documental, que más que alterar la verdad pretende crear una realidad jurídica absolutamente inexistente.

Si además se tiene calculadora a mano, el auto arroja cifras sorprendentes. Por ejemplo, de modo no exhaustivo, el magistrado enumera 24 casos en los que sin ningún móvil racional ni justificación las arcas familiares ingresaron 23.112.472 euros. De acuerdo con el razonamiento de la navaja de Guillermo de Ockham, si el legado del avi Florenci no ha dejado rastro, la explicación más sencilla es la más probable. Por tanto, es difícil inferir que el dinero —se estima que unos 70 millones de euros— haya caído del cielo. La figura del franciscano filósofo viene a colación después de que la investigación desvelara la utilización de nomenclatura clerical aderezada con un coloquial tuteo por parte de la matriarca, Marta Ferrusola: “Reverendo mosén. Soy la madre superiora de la congregación. Desearía que traspasaras dos misales de mi biblioteca a la biblioteca del capellán de la parroquia. Él ya le dirá dónde se deben colocar. Muy agradecida”, relata la nota manuscrita, firmada por Ferrusola el 14 de diciembre de 1995. Así se ordenaban presuntamente a la extinta Banca Reig —ahora Andbank— las transferencias entre las distintas cuentas de hermanos, madre y padre.

Si el lector del auto continúa, calculadora en mano, buceando en las finanzas de la unidad familiar podrá observar que entre 2007 y 2012 Jordi Pujol Ferrusola dejó de ingresar como IRPF la friolera de 7.449.014 euros, de acuerdo con los cinco delitos que se le imputan contra la Hacienda Pública. Su ex esposa Mercè Gironés es acusada de cuatro delitos por el mismo concepto por 2.059.404 euros.

Caben todas las presunciones de inocencia sobre Jordi Pujol, desde luego. Sin embargo, cualquier operación política para redimir al president topará con la sombra protectora del patriarca que acompañó a su familia en un proceso de enriquecimiento tan repentino y sospechoso como el de los pobres de Kombach. En el caso alemán, el dinero provenía de asaltos. En el de la familia Pujol, presuntamente, de la corrupción al amparo del poder.

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Al conocerse el auto del juez, un amigo me recomendó su lectura y me facilitó el texto, mientras otro releyendo las Memòries del president me hacía llegar la siguiente frase: “Y ya que estamos puestos, diré que el dinero no me ha interesado nunca. Se puede decir que los hijos han salido bien. Todos son nacionalistas y trabajadores”. Todo un éxito.

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