Los afectados por la dana buscan un techo definitivo bajo el que vivir
Valencia levanta refugios temporales para atender a los damnificados por la gota fría, a la espera del plan de ayudas desplegado por el Gobierno y la Generalitat
El pabellón deportivo de Torrent (Valencia) se convirtió en la noche del 29 de octubre en el hogar temporal de al menos 100 vecinos de esta localidad. Una parte de las viviendas de este municipio quedaron destruidas e inhabitables tras el desbordamiento del barranco del Poyo, que corre, por un lado, de la localidad. En pocas horas el centro deportivo, más conocido como El Vedat, abrió sus puertas para que los afectados pudieran pasar la noche. Casi doce días después, el recinto aún alberga a familias que no han podido ser trasladadas a otros centros o no tienen familiares que las reciban temporalmente. Su reubicación se ha convertido en una prioridad para los trabajadores municipales, que requieren que el centro deportivo retome sus actividades normales. Sin embargo, los que aún resisten en el complejo, no saben a dónde marcharse.
El agua se llevó por completo la vivienda de Dolores Torell, de 59 años. Su nueva vivienda temporal se ha convertido en el espacio que ocupa una camilla azul y varias bolsas de donaciones que la rodean. Durante el fin de semana fue alertada de que debe abandonar el recinto. Tiene la opción de ir hasta Burjassot, donde el Ayuntamiento ha abierto un albergue temporal y su otra alternativa es quedarse en la calle. “Prefiero la segunda. He pasado toda mi vida aquí”, comenta mientras señala un bolso de cuero, “lo único que conseguimos sacar esa noche”.
Dos semanas después de la catástrofe natural en Valencia, se desconoce el número exacto de personas que necesitarán ser realojadas. Los técnicos están aún revisando viviendas para determinar si basta con apuntalarlas o buscar alternativas habitacionales para las familias afectadas. Pero se presume que serán miles las que precisarán un nuevo techo bajo el que vivir, a tenor de los datos que maneja el Colegio de Registradores de España, que cifra en 134.428 las fincas y 33.883 los inmuebles afectados por la inundación.
La Administración, de hecho, ha activado un plan inédito de ayudas a la vivienda para apoyar a las 30.000 familias con casas afectadas por la riada. El Gobierno repartirá hasta 60.000 euros por vivienda dañada y el Consell de la Generalitat ha aprobado un paquete de hasta 200 millones de euros para ayuda directa. El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, también anunció este lunes un paquete adicional de 3.765 millones de euros que se suman a los 10.600 millones aprobados la semana pasada. El Gobierno central y el autonómico alcanzaron, además, este viernes un acuerdo para la cesión del primer centenar de viviendas propiedad de la Sareb a familias afectadas por la dana, que se suman a las 214 que la Generalitat trabaja para poner a disposición de los damnificados.
Mientras esas ayudas llegan, en Valencia se han levantado varios refugios temporales para socorrer a los afectados por la gota fría. El Valencia Basket convirtió su pista central en un albergue durante la primera semana tras la inundación y el IKEA de Alfafar acogió a cerca de 300 personas del municipio durante ese tiempo. El Vedat, en cambio, ha acogido a cerca de 2.000, según los datos aportados por el Ayuntamiento. El número de familias, sin embargo, ha disminuido a medida que muchas lograban limpiar sus casas o eran recibidas por familiares. Torell, en cambio, espera a que su hija gestione las ayudas que han desplegado el Gobierno central y el de la comunidad. La casa que perdió había sido su hogar por 30 largos años.
Torell espera que la estancia en el polideportivo de Torrent se alargue todo el tiempo que sea posible mientras llega la ayuda. Ahora que hay menos familias, cuenta, y el día a día es mucho más tranquilo. Las primeras jornadas en el albergue, explica, fueron una pesadilla para ella y sus dos hijos. “Había camillas por todos lados y gente llorando porque lo había perdido todo”, comenta mientras un altavoz anuncia que es la hora de la comida. El complejo también se ha llenado de anécdotas. Como el de la niña encontrada caminando sola por la A-7 en medio de la riada o la de un grupo de 100 turistas italianos aislados en su autobús mientras se dirigían al aeropuerto. Este lunes ya no había rastro de ninguno.
Algunas familias que han encontrado refugio en El Vedat temen que llegue el momento en que deje de serlo para ellos. Temen que, como les han dejado claro los trabajadores sociales, llegue el día en el que no puedan permanecer ahí por más tiempo. Tienen la opción de ir a Burjassot, pero no quieren. En muchos casos, porque trabajan por la zona, como le ocurre a Aurora López, de 52 años, cuya vivienda no resistió el golpe del agua y acabó totalmente destruida. Comparte que estaban celebrando el cumpleaños de su hijo de 13 años cuando llegó la riada. “Lo único que hemos salvado es la foto de mi padre”. Espera poder acogerse a las ayudas, aunque primero tendrá que demostrar que allí donde ahora solo hay un amplio barranco, antes se levantaba su casa de dos pisos. “Todos los documentos se los ha llevado el río”, concluye.
La primera mañana en Burjassot
La familia de John Londoño, en cambio, aceptó ser trasladada hasta Burjassot en un autobús que salió de Torrent el domingo por la noche. Este migrante colombiano afronta una situación especialmente difícil para reclamar cualquier tipo de ayuda: su situación en España es irregular. Relata que junto a su familia viajó hace tres meses de Colombia para empezar de nuevo en España. Y que llegó a vivir en un piso que precisamente bordeaba la zona del barranco. No podrá volver al inmueble, que ha sido catalogado como inhabitable por un equipo de técnicos.
Según los datos del Colegio de Registradores, se han realizado más de 400 inspecciones y los bomberos han desalojado 58 viviendas. Londoño agrega que, si antes ya era complicado encontrar un piso en alquiler, ahora será una misión imposible. Este colombiano no descarta viajar a otra provincia a para comenzar de nuevo. Aunque de momento va a permanecer un tiempo en Burjassot, en la Residencia Hogar Sequera, un centro de atención para adultos mayores que gracias a la labor de la Cruz Roja empezó este lunes a recibir familias. Es consciente que debido a su situación no podrá reclamar ninguna ayuda. “Lamentablemente, somos el último eslabón de la cadena”.
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