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Menorca se convierte en base naval de la flota de la OTAN, la tercera en España tras Rota y Cartagena

El puerto más oriental de las Baleares es punto de apoyo logístico de la Operación Sea Guardian de la Alianza Atlántica

Buques militares españoles en el mar Mediterráneo, en una imagen del Ministerio de Defensa.
Buques militares españoles en el mar Mediterráneo, en una imagen del Ministerio de Defensa.
Miguel González

La Estación Naval de Maó (en castellano, Mahón), en el este de la isla de Menorca, se ha convertido en una de las tres bases españolas de apoyo logístico para los buques de la OTAN que operan en el Mediterráneo, junto a Rota (Cádiz) y Cartagena (Murcia), según han confirmado fuentes gubernamentales. En abril del año pasado, el Gobierno español ofreció Maó a la Alianza Atlántica como “puerto con autorización diplomática permanente” para que puedan atracar y fondear los buques aliados que participan en la Operación Sea Guardian (Guardian del Mar), y desde entonces está funcionando como tal. Esta operación, dirigida por el Mando Marítimo Aliado (Marcom), con base en Northwood (Reino Unido), tiene como misiones la disuasión y protección frente a ataques terroristas, el conocimiento del entorno marítimo o el desarrollo de capacidades regionales de seguridad.

Aunque la Jefatura del Sector Naval de Baleares está en la Estación Naval de Porto Pi, en Palma de Mallorca, el puerto de Maó presenta mejores condiciones como punto de apoyo logístico para la OTAN, según las fuentes consultadas. Además de encontrarse en el interior de un gran puerto natural, la base de Maó dispone de grandes depósitos de combustible y aljibes de agua, además de túneles subterráneos en desuso, lo que facilita el aprovisionamiento de los buques de la OTAN que fondean o atracan en sus muelles.

Al encontrarse en el extremo oriental del archipiélago de las Baleares, está a menos de 400 kilómetros de distancia de los puertos de Marsella (Francia), Argel (Argelia) o Alguer, en la isla italiana de Cerdeña; y en el centro del Mediterráneo occidental. Sin embargo, a diferencia de las bases navales de Rota y Cartagena, que albergan grandes unidades de la Armada, como fragatas y submarinos, Maó tiene unas instalaciones militares más modestas, cuyos orígenes se remontan a la ocupación británica de la isla, en el siglo XVIII.

La Operación Sea Guardian, inaugurada en 2016, es la heredera de la Active Endeavour (Esfuerzo Activo), la operación lanzada por la OTAN tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono en EEUU. Entre otros objetivos, se le ha encomendado el de garantizar la libertad de circulación en el Mediterráneo, que podría verse amenazada si se produjeran ataques como los protagonizados por las milicias hutíes en el mar Rojo; pero también se trata de prevenir la siembra de minas, el contrabando de equipos susceptibles de ser utilizados para la producción de armas de destrucción masiva; o actos de piratería como los que se producen en el golfo de Guinea o el Cuerno de África.

Las Fuerzas Armadas españolas participan desde hace dos décadas en Sea Guardian, y en 2024 está previsto que aporten, durante distintos periodos a lo largo de todo el año, un submarino, un avión de vigilancia marítima, una fragata y un buque de aprovisionamiento, además de un patrullero con un equipo de operaciones especiales permanentemente alertado para actuar en caso de crisis. Junto a las unidades embarcadas, España aporta las bases navales de Rota, Cartagena y Maó como Forward Logistic Sites (FLS) o Lugares de Logística Avanzada. El coste de la participación española en esta operación supera los 27 millones anuales.

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Maó también se ha convertido en puerto de escala para las flotas permanentes de la OTAN, tanto las de fragatas (conocidas como SNMG por sus siglas en inglés) como las de cazaminas o SNMCMG, que forman parte de la Fuerza de Respuesta de la Alianza Atlántica (NRF) en caso de crisis. Entre el 30 de abril y el 2 de mayo del año pasado visitó la base de Maó la SNMCMG-2, integrada por un buque logístico turco y tres cazaminas italiano, griego y español. Por su parte, la flota SNMG-2 visitó dos veces el puerto menorquín, en octubre de 2020 y mayo de 2021, con las fragatas españolas Álvaro de Bazán y Méndez Núñez respectivamente como buques insignia. En abril de 2022, Maó albergó un total de 14 buques de guerra de nueve países aliados que participaron en el ejercicio Esp Minex-22.

Las guerras de Ucrania y Gaza han incrementado las maniobras navales aliadas: desde el pasado 11 de enero y hasta julio, la fragata española Almirante Juan de Borbón ostenta el mando de la primera flota de fragatas de la OTAN (SNMC-1). Por su parte, el buque logístico Cantabria se ha incorporado a la misma misión entre enero y marzo; mientras que el Segura estará en la agrupación aliada de cazaminas entre marzo y junio. El coste total de la participación española en las flotas permanentes y la defensa aérea de la OTAN alcanzó el año pasado los 204 millones.

La incorporación del puerto de Maó a la lista de bases de apoyo a las flotas de la OTAN subraya el peso de España en la estrategia naval aliada, según los expertos. El papel más importante, sin embargo, corresponde a los destructores estadounidenses estacionados en la base naval de Rota, que forman parte del componente naval del escudo antimisiles de la Alianza Atlántica y el año pasado patrullaron el mar Negro y el Mediterráneo oriental en exhibición disuasoria frente a Rusia e Irán siguiendo instrucciones del Pentágono. Tras haber cambiado por otros más modernos los cuatro buques de la clase Arleigh Burke llegados a Rota a partir de 2014, se espera que el quinto destructor de la flota se incorpore a la base gaditana en septiembre y el sexto en 2025.

Más allá del componente naval, España contribuye al refuerzo de la frontera Este de la OTAN con un subgrupo táctico de 600 efectivos integrado en la brigada multinacional que manda Canadá en Letonia, que el año pasado tuvo un coste de 72,7 millones. Además, a partir de julio, España liderará una brigada multinacional en Eslovaquia, con 700 militares, y aportará un subgrupo táctico de 250 infantes de Marina a la brigada bajo mando francés en Rumania. Por su parte, el Ejército del Aire tiene previsto desplegar en las repúblicas bálticas y los Balcanes tres contingentes de ocho aviones de combate y 150 militares por dos periodos de cuatro meses y uno de seis semanas, así como un avión de reabastecimiento en vuelo por dos periodos de un mes cada uno. Finalmente, el Ejército de Tierra despliega una batería antiaérea de misiles Nasams en Amari (Letonia) y otra antimisiles Patriot en Adana (Turquía), mientras que la Fuerza Aérea tiene un radar de vigilancia en Schidu (Rumania), siempre en el marco de la OTAN. Solo el esfuerzo militar español para reforzar la defensa de los aliados del este de Europa ante un eventual ataque ruso engloba a 1.700 militares, una cifra sin precedentes hasta ahora.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.
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