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OBITUARIO
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Santiago López Valdivielso, el director de la Guardia Civil que escuchó a los guardias

“La guerra sucia no sirvió para nada. Y aunque hubiese servido, el fin no justifica los medios”, declaró a EL PAÍS en 1998

Santiago Lopez Valdivieso
Santiago López Valdivielso, pasando revista a una formación de guardias civiles, cuando era director general del instituto armado.EFE
Miguel González

En noviembre de 2002, en plena polémica porque un agente pedía vivir con su novio en la casa cuartel de Vilafranca (Mallorca), el entonces director del Guardia Civil, Santiago López Valdivielso, dictó una orden de aplicación inmediata por la cual se modificaba la normativa de uso de los pabellones del instituto armado para que pudieran utilizarlos “todas las parejas de hecho estables, independientemente de su naturaleza heterosexual u homosexual”. La medida sorprendió positivamente a los colectivos de defensa de los derechos LGTBI y fue aplaudida por todos los partidos; incluso por el suyo, aunque fuera por disciplina, ya que a muchos de sus compañeros de filas la decisión les provocó sarpullidos. Como era una orden del director general, no la consultó con nadie. Si lo hubiera hecho, probablemente se la habían parado.

Así era Santiago López Valdivielso, fallecido este martes en Madrid a los 73 años tras una enfermedad pulmonar que le dejaba sin aliento, pero no sin ánimo. Era un señor de Valladolid de buena familia. Su padre fue alcalde de la ciudad bajo el franquismo y uno de los fundadores de FASA-Renault, que puso a Castilla y León en el mapa de la industria automovilística. Él compaginó su faceta de empresario con la de político. Presidente del PP provincial durante una década, fue procurador en las primeras Cortes castellanas y leonesas. Frente a un José María Aznar que se presentaba como motor de la renovación, López Valdivielso parecía representar a la vieja guardia procedente de AP. Luego se vería que, a diferencia del primero, él era conservador a fuer de liberal.

De 1986 a 1996, fue diputado en el Congreso y portavoz del PP en la Comisión de Defensa, con Ignacio Cosidó, que luego sería director general de la Policía, como apoyo inseparable. En vísperas de las elecciones de 1996, que llevarían a Aznar a La Moncloa, propuso incluir en el programa electoral del PP la supresión de la mili obligatoria, adelantándose a una medida que veía como deseable e inevitable. La dirección del partido la consideró demasiado audaz y prometió la mili de seis meses, un modelo inviable que nunca se llegó a aplicar: cuando Aznar negoció con Pujol el apoyo a su investidura, pactó el fin de la mili obligatoria, que quedó así para la historia como una concesión del PP al nacionalismo catalán.

Ya en La Moncloa, Aznar lo nombró director general de la Guardia Civil y lo fue durante ocho años, por lo que sigue siendo hoy quien más tiempo ha ocupado este cargo en democracia. A diferencia de su antecesor Luis Roldán, de quien ordenó descolgar el retrato oficial, no protagonizó ningún escándalo. Al contrario, engrasó la maquinaria del instituto armado e hizo de él uno de los instrumentos más eficaces de la lucha contra ETA, en unos años en que el terrorismo no daba tregua y la actuación de las fuerzas de seguridad se miraba con lupa, en plena investigación del caso Lasa y Zabala y otros crímenes de los GAL. “La guerra sucia no sirvió para nada… y aunque hubiese servido, el fin no justifica los medios”, declaró a EL PAÍS en mayo de 1998 quien tenía a gala ser socio de Amnistía Internacional.

Piloto de carreras, una vez que tomaba una decisión ponía la directa, sin importarle obstáculos y resistencias No solo abrió las casas cuartel a las parejas del mismo sexo. También dio carta de naturaleza a las asociaciones de guardias civiles, hasta entonces perseguidas, y estableció cauces para que se escuchara la voz de los agentes de a pie. Quizá por su heterodoxia, el PP no lo recolocó tras cesar en su puesto en 2004, al contrario que a los demás miembros de la cúpula de Interior, y solo regresó temporalmente a la política activa entre 2011 y 2016, como senador.

En una época de profunda polarización, su muerte no solo la ha lamentado la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, sino también su paisano y ministro de Transportes, el socialista Óscar Puente, quien lo ha calificado de “gran tipo”, o el presidente del Observatorio de la Vida Militar, Mariano Casado, que no ha dudado en otorgarle el título de “mejor director general que ha tenido la Guardia Civil”. No es el único que piensa así.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.
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