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Reportaje:

"La guerra sucia contra ETA no sirvió para nada"

"Bajo mi mandato, la guardia civil siempre caminará por el borde de dentro de la ley"

No puede disimular que está orgulloso de ser un paisano al frente de 73.000 guardias civiles. Y de haber empleado los dos años de su mandato en conocer a muchos de ellos. "He pasado revista", dice Santiago López Valdivielso (Valladolid, 1950), "en todas las comandancias, las academias, las principales unidades, más de 500 puestos... y no he visto a los guardias preocupados por el pasado".Un pasado que sobrevive instalado en todos los telediarios -José Barrionuevo y Rafael Vera sentados en el banquillo, acusados por sus propios subordinados de dirigir la guerra sucia contra ETA- y en el retrato de Luis Roldán, condenado a penar sus culpas en el rincón oscuro de un despacho. "No lo colocaré junto al resto de directores de la Guardia Civil. Hizo algo peor que llevarse el dinero: traicionó el respeto, la fidelidad que todos los guardias sienten hacia su director general".

López Valdivielso asegura que apenas sigue el juicio contra la antigua cúpula de Interior por el secuestro de Segundo Marey: "Soy un observador desapasionado, pero me parece una historia muy triste, inconcebible". El actual director de la Guardia Civil afirma tajante: "La guerra sucia contra ETA no fue rentable, no sirvió para nada". Se calla, deja pasar unos segundos y luego remata la frase: "...y aunque hubiese servido. Tampoco aquí el fin justifica los medios".

"En estos dos años", explica, "hemos demostrado que se puede ser eficaz en la lucha contra el terrorismo sin traspasar la frontera de la ley. Una estrofa del himno de la Guardia Civil lo deja bien claro: viva el orden y la ley. Hay que ser exquisitos en esto. Yo lo suelo explicar apelando al absurdo: si persiguiendo a unos terroristas se pone un semáforo en rojo, debemos pararnos y esperar; luego seguir y detenerlos. Debemos ser muy eficaces en la lucha contra el terrorismo, pero también es imprescindible que conservemos nuestra fuerza moral".

López Valdivielso recuerda que una de sus primeras decisiones tras ser nombrado director de la Guardia Civil -mayo de 1996- fue la de ordenar que los interrogatorios de todos los etarras detenidos se realizaran en Madrid, en las dependencias de la dirección. "Uno de mis generales me dijo que así evitaríamos algún disgusto que otro. Y ahí está el dato: en estos dos años nadie nos ha denunciado por malos tratos ni torturas. Estoy en condiciones de asegurar que ni en la investigación, ni durante la detención de los etarras, ni tampoco en los interrogatorios se viola la ley ni el estado de derecho;tampoco los derechos humanos". Rechaza que la desarticulación del comando Vizcaya -dos etarras murieron en el acto por los disparos de los guardias civiles- albergue ningún tipo de sombra: "Intentaron disparar sus armas y se repelió la agresión. No nos interesan los etarras muertos, los queremos vivos para poder sacar información".

Se refiere, sin citarlo, a una frase del general José Antonio Sáenz de Santamaría, uno de sus antecesores en el cargo -"en la lucha contra el terrorismo se camina a veces por el borde de dentro y otras por el borde de fuera de la ley"-, y prefiere modificarla para hacerla suya: "Bajo mi mandato siempre se caminará por el borde de dentro". ¿Y las causas pendientes del pasado?: "Sólo deseo una cosa: que se resuelvan lo antes posible".

Sus colaboradores le han contado que, en épocas pasadas, algunos de sus antecesores sentían la necesidad de implicarse en las investigaciones, dar consejos sobre detalles concretos de una operación contra ETA, bajar a los calabozos y presenciar incluso los interrogatorios. "Yo estoy en contra de todo eso. El Gobierno no me ha nombrado para organizar la lucha antiterrorista, ni para convertirme en un experto. Mi misión es nombrar a los generales más competentes, y si no valen, cambiarlos. Yo no les exijo que adelanten una operación para forzar un titular favorable en la prensa...".

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Según López Valdivielso, se ha producido un cambio radical durante su mandato: "Hace dos años se hablaba de la Guardia Civil para lo malo, sólo había malas noticias. Ahora salimos en los telediarios cuando detenemos a un comando o liberamos a un secuestrado".

Dispuesto siempre a discutir de cualquier cuestión, no se siente cómodo en cambio al hablar del general Enrique Rodríguez Galindo, encarcelado en la prisión militar de Alcalá de Henares por su supuesta implicación en el caso Lasa-Zabala. "No percibo ninguna preocupación profesional por su situación, otra cosa son los sentimientos personales que puedan tener sus antiguos compañeros; y ahí yo no me puedo meter".

Advierte que a ETA le cuesta cada vez más sobreponerse de los golpes que recibe. "Sin olvidar nunca que puede matar en cualquier momento. Pero sí es verdad que cada vez le cuesta más trabajo reorganizar sus comandos. Es muy importante desbaratar su infraestructura, intervenirle armas y explosivos. Les resulta más fácil reclutar a un pistolero para sustituir a un detenido que hacerse de nuevo con el material. De ahí la importancia de la detención del comando Andalucía y de la incautación de su terrible arsenal".

-Si no hubiese sido por la descoordinación...

"Al contrario", responde López Valdivielso, "cada cuerpo hizo lo que tenía que hacer. La coordinación no es algo que flote en el ambiente, hay que activarla cuando se necesita y es absurdo pensar que, en una operación de ese tipo, todo el mundo tiene que estar al corriente. Los franceses que traían los explosivos desde la frontera también pudieron ser parados por una pareja de la Guardia Civil de Tráfico. Siempre hay que asumir ciertos riesgos".

"Hoy", agrega, "existe más coordinación que en los últimos 20 años. El esfuerzo de Ricardo Martí Fluxà [el secretario de Estado de Seguridad] está dando sus frutos y las relaciones entre los distintos cuerpos son más fluidas que nunca".

Admite que la lucha contra ETA requiere un gran número de efectivos, pero rechaza que sea la preocupación exclusiva de su gestión. Está orgulloso -y le encanta hablar de ello- de haber liberado a 1.000 guardias de tareas burocráticas y reducido a 37 horas -como cualquier otro funcionario- su horario laboral: "Y además les pagaremos las horas extraordinarias a 500 pesetas, que sin ser mucho, se notará en sus sueldos".

No le gustan los toros, ni la caza; pertenece a Amnistía Internacional y presume de preferir el diálogo al ordeno y mando. Hace unos días recibió una carta con quejas de los guardias que realizan en Baeza el curso de suboficiales. Nada más leerla, le encargó a su ayudante que dispusiera un helicóptero para el día siguiente. Se plantó en la academia y se encerró con los 515 guardias que aspiran a sargento. Les dio permiso para hablar sin tapujos. "Escuché sus quejas, admití las que creí razonables y les discutí otras".

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