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La carpeta secreta de Vidal-Quadras con los donantes iraníes de Vox

El expolítico, figura visible de la oposición en España al régimen de la república islámica, guarda en su casa la identidad de los financiadores del partido de Santiago Abascal

De izquierda a derecha: Santiago Abascal, Alejo Vidal-Quadras, Iván Espinosa de los Monteros, Ana Velasco Vidal-Abarca, y José Antonio Ortega Lara, dirigentes de Vox en mayo de 2014, durante un acto de inicio de campaña a las elecciones europeas de ese año.
De izquierda a derecha: Santiago Abascal, Alejo Vidal-Quadras, Iván Espinosa de los Monteros, Ana Velasco Vidal-Abarca, y José Antonio Ortega Lara, dirigentes de Vox en mayo de 2014, durante un acto de inicio de campaña a las elecciones europeas de ese año.David Aguilar (EFE)

Alejo Vidal-Quadras, expresidente del PP catalán y fundador de Vox, guarda en su casa en una carpeta azul la lista mecanografiada de los 35 influyentes opositores iraníes en el exilio que en 2013 regaron en secreto al partido ultra con más de un millón de euros. El documento es un Excel que recoge los nombres, apellidos y cantidades aportadas confidencialmente por disidentes al régimen de la república islámica. Su dinero sirvió para pagar el alquiler, los ordenadores y muebles de la primera sede de la formación, en la madrileña calle de Diego de León; los sueldos de sus dirigentes, incluido el del líder, Santiago Abascal, que en 2014 ocupaba el cargo de secretario general; y financiar el 80% (800.000 euros) de la campaña al Parlamento Europeo de 2014.

El viejo informe recoge desde hace una década un rosario de identidades que el político catalán, de 78 años, conserva con celo en su domicilio de la calle de Núñez de Balboa, en el madrileño barrio de Salamanca, a escasos metros de donde el jueves dos sicarios que ocultaban su rostro con cascos de motocicleta trataron de asesinarle. Un tiro a bocajarro disparado por uno de los matones atravesó la mejilla del que fuera vicepresidente del Parlamento Europeo entre 2004 y 2014, sin segarle la vida.

Vidal-Quadras declaró a la Policía que su intento de asesinato se enmarca en una venganza del Gobierno iraní, un régimen al que lleva combatiendo desde hace casi un cuarto de siglo junto al Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (CNRI), la organización que agrupa a los enigmáticos donantes que sufragaron el nacimiento de Vox y que fue fundada en Teherán en 1965 por tres estudiantes universitarios. El grupo llegó a tener un brazo armado, el Muyahidin-e Jalq (MJ), que protagonizó entre 2003 y 2014 una batalla en los tribunales para salir de las listas de organizaciones terroristas de Reino Unido, la Unión Europea y Estados Unidos.

El fundador de Vox recibió en su domicilio, en enero de 2019, a los periodistas de EL PAÍS que semanas antes habían desvelado cómo el CNRI financió la campaña que Vidal-Quadras encabezó por Vox a las europeas de 2014 y en las que el político no salió elegido al obtener solo un respaldo del 1,56% de los electores (244.929 votos).

Este periódico preguntó al expresidente del PP catalán por las identidades del millonario caudal extranjero que regó las arcas de Vox. Y el exdirigente solo enseñó fugazmente la relación de los 35 donantes. No permitió consultar los nombres de los generosos opositores al régimen de Teherán.

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― ¿Podemos leer los nombres de los donantes?, ¿nos permite consultar el documento?

― No, son todos empresarios iraníes en el exilio. Comprenderán que no puedo ni debo facilitar su identidad. Es una masa de exiliados que me tienen como un protector. Cuando voy a sus actos me besan, abrazan y achuchan.

El político popular solo reveló en el encuentro que el máximo donante de la formación ultra había sido un constructor iraní de casas prefabricadas y su hijo, afincados en EE UU, que entregaron 57.000 euros. Sin embargo, no facilitó sus identidades.

En los cuatro primeros meses de vida, Vox recibió 141 transferencias de fondos procedentes de un millar de iraníes desde Alemania, Italia, Suiza, Estados Unidos y Canadá. Los nombres y apellidos de estos centenares de opositores anónimos no figuran ni en la cuenta bancaria abierta por el partido ni en su contabilidad. Vox recibió la primera transferencia (1.156,22 euros) el mismo día que se inscribió en el Registro de Partidos Políticos del Ministerio de Interior, el 17 de diciembre de 2013.

Las donaciones iraníes que impulsaron la candidatura de Vox a las europeas de 2014 se reflejaron en una hoja de Excel que fue entregada al Tribunal de Cuentas. El organismo fiscalizador no auditó el documento, ya que la formación no obtuvo representación. La Ley de Financiación de Partidos Políticos prohíbe los ingresos de organizaciones extranjeras, pero el político catalán aclaró que no fue el CNRI quien le ayudó en su campaña, sino sus militantes. “Eran donaciones a mi persona, no al partido”, insistió. Antes de dejar Vox, en 2015, el veterano parlamentario entregó a esta formación un documento notarial con las transferencias de los iraníes y los gastos.

La relación de Vidal-Quadras con el CNRI se remonta a un cuarto de siglo. Se inició cuando el dirigente recibió en calidad de eurodiputado (1999-2014) a una delegación de los opositores al régimen islámico. Y se estrechó tanto que le condujo a participar durante 17 años en el encuentro anual que esa organización celebra en París. Y donde, según relató, le recibían como a un héroe.

El encuentro reúne anualmente a miles de exiliados y mandatarios internacionales. Por él han desfilado expresidentes del Gobierno como José Luis Rodríguez Zapatero o José María Aznar o la exvicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. The Guardian reveló que el CNRI pagaba a sus invitados VIP “elevadas tarifas”. Vidal-Quadras negó a este periódico haber cobrado por su apoyo. Su compromiso con esta organización le llevó a visitar en 2009 el cuartel general del grupo en Camp Asraf, a 80 kilómetros al noroeste de Bagdad, la capital del vecino Irak, donde entrenaban 3.500 milicianos.

Tras abandonar la política, el exdirigente el PP y Vox ha participado en decenas de reuniones, actos y firma de manifiestos en favor de esta organización que, gracias al apoyo de importantes figuras políticas europeas y norteamericanas, ha intentado durante décadas convertirse en el referente de la oposición iraní en el exilio. El grupo ha trabajado con tesón para desligarse de su brazo armado, el Muyahidin-e Jalq (MJ), que hasta el 2012 permaneció en las listas negras de organizaciones terroristas. El Reino Unido la mantuvo hasta 2009.

El régimen de Teherán, que a través de su embajada en Madrid se ha desvinculado del intento de asesinato, incluyó hace un año a Vidal-Quadras en una larga lista de enemigos del régimen. No fue la primera vez. La Brigada de Información de la Policía indaga ahora sobre las relaciones de la víctima y, en especial, sobre sus contactos en las cumbres de París con los principales dirigentes del CNRI.

investigacion@elpais.es

La larga mano del régimen de la república islámica

La República Islámica de Irán ha desarrollado campañas de espionaje para llevar a cabo planes de secuestro y asesinato de disidentes políticos entre 1979 y 2021 en decenas de países, entre los que figuran Colombia, Chipre, Dinamarca, Dubái, Etiopía o Francia, según el director del programa de Contraterrorismo e Inteligencia de The Washington Institute, Matthew Levitt.   
Levitt, que ha analizado 98 de estas operaciones secretas, recordaba en un artículo publicado en 2022 en el portal del instituto educativo Combating Terrorism Center (Centro de lucha contra el terrorismo, en inglés) que un tribunal belga condenó en 2021 al diplomático iraní residente en Viena Assadollah Assadi y a tres de sus cómplices por planear el bombardeo en julio de 2018 de la convención anual del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán (CNRI) en París. Según los fiscales, Assadi no era un diplomático al uso, sino un agente de inteligencia “con cobertura diplomática” vinculado al Ministerio de Seguridad. Un departamento de la república islámica que, según el autor, está dedicado a “combatir a los opositores dentro y fuera de Irán”.   
Otro ejemplo de estas operaciones relatadas por Levitt se desarrolló en junio de 2018, cuando los Países Bajos expulsaron a dos diplomáticos iraníes tras una investigación del servicio secreto holandés. La salida de los funcionarios se produjo meses después de que un activista iraní árabe fuera tiroteado en Ámsterdam.   
En julio de 2021, las autoridades estadounidenses detectaron un plan para secuestrar a la periodista y activista pro derechos humanos Masih Alinejad, que residía en Nueva York. Sus captores planeaban llevarla a la fuerza a Irán “donde habría tenido un destino incierto”, según el fiscal estadounidense Audrey Strauss. Un tribunal de Nueva York acusó a cuatro ciudadanos iraníes —un agente de inteligencia y tres operativos de la misma red— de urdir el secuestro de esta escritora crítica con el régimen iraní.  

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