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La nueva dirección de Ciudadanos trata de reconstruir los puentes volados con el PSOE

CS inicia contactos con los socialistas para afianzarse como partido útil frente “a los extremos” y, así, lograr su supervivencia

La portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Inés Arrimadas (izquierda), y la nueva portavoz nacional de CS, Patricia Guasp (derecha), en las inmediaciones de la Cámara baja, el 27 de marzo.
La portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Inés Arrimadas (izquierda), y la nueva portavoz nacional de CS, Patricia Guasp (derecha), en las inmediaciones de la Cámara baja, el 27 de marzo.Eduardo Parra (Europa Press)

“Me gustaría contar con un Ciudadanos constructivo que apoye de verdad lo que importa”, afirmó la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, durante la última sesión de control al Gobierno en el Congreso. Una petición que la también ministra de Economía incluyó en su contestación a Edmundo Bal, con un tono “más tranquilo” y “conciliador” en comparación con otros cara a cara con el portavoz adjunto de CS, según reconocen fuentes de Ciudadanos. De fondo, dos meses en los que la nueva dirección del partido ha iniciado contactos con los socialistas para lograr un mayor entendimiento, a la vez que intenta sustituir la etiqueta de partido muerto por la de herramienta útil para “huir de los extremos”. Una meta que pasa por reconstruir los puentes volados en el pasado con el PSOE.

La nueva dirección de Ciudadanos, confirmada a mediados de enero tras unas primarias embarradas, selló en sus reformados estatutos que no habrá preferencias entre PSOE y PP en los pactos electorales. Pero lo que sí trata la nueva ejecutiva es demostrar una predisposición a facilitar negociaciones en materia legislativa con el PSOE del Gobierno. “Podemos construir mayorías de los temas que preocupan a los ciudadanos, no representamos bloques. Entiendo que sí hay un cambio. Hay que sentarse y hablar”, afirman fuentes de la dirección de CS. En esta línea, la nueva cúpula ha activado los contactos con los socialistas en las últimas semanas.

El primer encuentro directo se produjo el pasado 8 de marzo. Ese día, Edmundo Bal facilitó que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y el secretario general de CS, Adrián Vázquez, se conocieran en persona. Fue en el interior del Congreso, y Bal, el encargado de presentarles. En la reunión, de 15 minutos, Vázquez trasladó que el rechazo sistemático a los pactos con el Ejecutivo eran cosa del pasado, según fuentes conocedoras del encuentro. El interés de Ciudadanos se centra ahora en recuperar su condición de partido bisagra, en la línea de los partidos de centro liberal progresista, y por tanto se abría a los pactos con el Gobierno. “Si sois de centro, empezad a votad como tales”, le respondió Bolaños, consciente de que la votación de la ley de bienestar animal, que se debatía ese mismo día en el Senado, iba muy justa.

A la nueva dirección de Ciudadanos se le presentó ipso facto la oportunidad para desligarse del bloque de la derecha y reconducir la relación con el PSOE. CS cumplió y socorrió al Gobierno con su apoyo inesperado en el Senado. Miguel Sánchez López, su único representante en la Cámara Alta, se abstuvo en los cuatro vetos a la ley de bienestar animal pese a que en su intervención en el pleno había sido muy crítico. “Nosotros apostamos por regular el bienestar de los animales, pero no de esta forma. La ministra [Ione Belarra] solo sabe confrontar. Siempre navegan contracorriente: nuevamente se han saltado a los expertos, a los colegios profesionales y a los científicos”, arremetió. Sin embargo, unas horas después, votó en blanco por orden de la nueva dirección.

“Estando en nuestra mano cargarnos una cosa, no nos la cargamos”, aseveran fuentes de CS, que confirman la premisa dada por la nueva ejecutiva al grupo parlamentario de mostrarse favorables al entendimiento con los socialistas a futuro. Eso sí, con los límites de no ir de la mano de ERC y Bildu. Y dibujarse como la mejor alternativa cuando las formaciones nacionalistas no remen a favor del Gobierno. El voto a favor de Ciudadanos fue decisivo para que la reforma laboral, por ejemplo, saliera adelante hace más de un año. La idea es promocionar esa estrategia, así como volver a una situación de mayor proximidad, como la vivida durante la negociación de los estados de alarma, cuando Ciudadanos estuvo del lado del Ejecutivo. Bal es la figura de referencia en CS para los socialistas, que también ven en Vázquez un político más moderado que Arrimadas, al ser un eurodiputado acostumbrado a pactar a uno y otro lado en Bruselas.

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El secretario general, Adrian Vázquez, y la portavoz nacional de Ciudadanos, Patricia Guasp, tras el primer comité permanente, a mediados de enero.
El secretario general, Adrian Vázquez, y la portavoz nacional de Ciudadanos, Patricia Guasp, tras el primer comité permanente, a mediados de enero.Daniel Gonzalez (EFE)

En cuanto a la ley de bienestar animal, el Gobierno evitó con la abstención de CS el rechazo del Senado a la norma por la mínima. La Moncloa salvó así un durísimo golpe político por más que, a efectos prácticos, habría supuesto que el proyecto de ley regresara al Congreso tal y como llegó desde allí. En el Ejecutivo agradecen el gesto, al tiempo que le restan importancia a la abstención del único senador de Ciudadanos. “Si ese escenario no nos hubiera salido, nos habríamos buscado la vida de otra manera. En el Senado hay mucho voto vuelto y siempre hay que tener un plan a, un plan b y un plan c”, afirman fuentes del Ejecutivo. “El cambio que pretenden hacer llega demasiado tarde. Nuestra percepción es que ese día no hubo un punto de inflexión con Ciudadanos”, añaden otras voces autorizadas del Gobierno.

“Varía según sea el interlocutor”

Un integrante del Ejecutivo concluye: “A diferencia de lo que nos sucede con el PP y Vox, que siempre están enfrente, con Ciudadanos no partimos de esa premisa. Depende de factores como que una ley esté en comisión o vaya al pleno. Y varía según quién sea el interlocutor. No es igual hablar con [el diputado] Guillermo Díaz que con Sara Giménez. Y no es lo mismo Edmundo Bal, un abogado del Estado con el que puedes sentarte a hablar, que Inés Arrimadas, que tiene un discurso que está en un punto intermedio entre los del PP y Vox”.

Fue después de la fallida moción de censura de Murcia, hace dos años, cuando Arrimados voló los puentes con el PSOE. Acusada por entonces miembros del partido “sanchista”, la expresidenta de Ciudadanos se aferró a un discurso de oposición frontal al presidente del Gobierno. Una dinámica arrastrada desde entonces, salvo en debates puntuales como la reforma laboral o la ley de solo sí es sí.

El verso libre de Arrimadas

Arrimadas y Díaz apoyaron la lista más votada en las primarias a liderar el partido, mientras que Giménez y Bal conformaban la candidatura contraria. Sin embargo, la vuelta al centro-izquierda que pretendía en su programa el portavoz adjunto de Ciudadanos se está materializando a su vez en la nueva ejecutiva, que cedió en la asamblea general a las petición de la candidatura contraria y mantuvo el carácter “progresista” en los nuevos estatutos. “Inés Arrimadas está absolutamente informada de todo”, advierten desde la dirección. Pero las intervenciones de la portavoz de CS en el Congreso siguen mostrando una oposición férrea al Gobierno de coalición, como así quedó de manifiesto durante su discurso en la moción de censura de Vox, lo que complica ese viraje hacia un partido más predispuesto al entendimiento. El mandato es cambiar el rumbo, además de dejar de hablar de Cataluña, un asunto central para Arrimadas.

En el horizonte quedan varias leyes en las que Ciudadanos podría jugar un papel importante, como el proyecto de ley por el que se crea la Autoridad de Defensa del Cliente Financiero, en los que Bildu y ERC entienden que las normas son demasiado laxas, o el proyecto de ley de eficiencia procesal, respecto al que Esquerra también muestra sus reservas al considerar que pierde competencias por la desaparición de los jueces de paz. En ambas normas estaría CS dispuesto a ser la llave. Y aún quedan meses de legislatura en los que afianzar este cambio de rumbo.

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