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Las 24 horas que precipitaron la renuncia de Lesmes

Antes de dimitir, el ya expresidente del CGPJ pidió a Bolaños y González Pons que le dijeran si había alguna esperanza de continuar el diálogo para la renovación del Poder Judicial

José María Brunet
Carlos Lesmes anuncia este domingo en un vídeo las razones de su renuncia.
Carlos Lesmes anuncia este domingo en un vídeo las razones de su renuncia.CGPJ

Carlos Lesmes decidió presentar su dimisión durante la mañana del pasado domingo tras enviar sendos wasaps al ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y al vicesecretario general del PP, Esteban González Pons. En su mensaje, Lesmes pedía a ambos alguna concreción sobre su disposición a proseguir el diálogo para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Las respuestas que recibió de ambos lo convencieron de que el bloqueo continuaba y también de que él no podía seguir ni un día más al frente del órgano de gobierno de los jueces. Anunció la renuncia esa misma noche y la formalizó este lunes.

González Pons fue el primero en responder, y lo hizo en términos que Lesmes consideró desalentadores. Pons le dijo que había trasladado diversas propuestas al Gobierno para proseguir el diálogo y que no había recibido respuesta. Bolaños tardó algo más en contestar, y le explicó que no estaba todo solucionado entre las partes, pero que era posible intentar aproximar posiciones más adelante. Lesmes entendió que el ministro de Presidencia se había tomado cierto tiempo para responder porque había consultado al presidente, Pedro Sánchez. Así se lo ha explicado Lesmes a sus colaboradores en las últimas 48 horas y también a la Sala de Gobierno del Supremo (de la que era presidente hasta su renuncia) y a la comisión permanente del CGPJ.

En el curso de ese cruce de mensajes, el aún presidente del CGPJ volvió a interesarse por la posible publicación de un comunicado conjunto del Gobierno y el PP, que él había propuesto. Ya la semana anterior Lesmes había mantenido contactos con Bolaños y González Pons para asegurarse de que el diálogo no se había interrumpido. Entonces, los dos le manifestaron que la comunicación no estaba rota y él entendió que el representante del Gobierno y el del PP se habían visto no hacía mucho. Pero las respuestas a sus mensajes de WhatsApp le dejaron finalmente claro que no iba a haber comunicado conjunto alguno.

En vista de ese fracaso, que culminó con las contestaciones recibidas la mañana del domingo, Lesmes decidió que no debía esperar más y que ese día era el momento idóneo para presentar su dimisión, como ya había amagado que haría el 7 de septiembre durante el acto de apertura del año judicial. La carta de renuncia la tenía redactada desde el viernes por la tarde. El domingo, una vez repasada, llamó a sus colaboradores más próximos en el Consejo y en el Supremo para anunciarles que esa tarde daría a conocer la noticia de que se marchaba al día siguiente. Tras el almuerzo se dirigió a la sede del órgano de gobierno de los jueces y preparó el vídeo con las explicaciones de su renuncia. Antes de que el comunicado de prensa y las imágenes fueran difundidos desde el propio Consejo, llamó al jefe de la Casa Real para darle cuenta de su dimisión, de modo que el Rey no se enterara antes de hacerse pública. Para evitar posibles filtraciones, no hizo llamadas similares a los vocales del Consejo hasta que la noticia oficial había empezado a circular.

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En la decisión de tirar la toalla influyó también —siempre según la reconstrucción de las explicaciones ofrecidas en el órgano de gobierno de los jueces y en el Supremo— el resultado de sus conversaciones con los vocales del propio CGPJ, en especial con los del sector conservador. El presidente del Poder Judicial se había propuesto no renunciar sin antes alcanzar al menos un acuerdo para la renovación del Constitucional, en la que el Consejo debe elegir a dos magistrados y el Gobierno a otros dos. No tenía esperanzas de que los sectores conservador y progresista del Consejo llegaran a acuerdo alguno al respecto, pero creía que, a falta de pacto, podría contar para el desbloqueo de la situación con los ocho votos de los vocales progresistas y también con el apoyo de otros dos, Vicente Guilarte y Wenceslao Olea, si decidía proponer los nombres de dos candidatos en un pleno que se convocara para resolver esta cuestión.

En principio, por tanto, Lesmes contaba con once votos: los ocho progresistas, los dos de los vocales mencionados, y el suyo propio. Pero le faltaba uno más para alcanzar los doce, cifra mínima indispensable para sacar adelante los nombramientos. Y ese último voto se le resistió. Habló durante todo septiembre y los primeros días de octubre con varios vocales del sector conservador, singularmente con los que creía que podían ser más sensibles al argumento de que era indispensable que el Consejo cumpliera con la ley que ahora lo faculta para llevar a cabo la elección.

En todos los casos, sin embargo, recibió la misma respuesta. Todos dijeron compartir que había que cumplir el mandato legal, aunque fuera con cierto retraso para mostrar rechazo ante el plazo de tres meses establecido por la reforma impulsada por el Gobierno y avalada por el Parlamento. Pero ninguno de los contactados quería separarse de su grupo, sobre todo si iba a ser el único que lo hiciera, porque eso supondría significarse y arriesgarse a que su decisión se interpretase como una deserción o una traición a su grupo natural.

Así, el convencimiento de que iba a ser extremadamente difícil alcanzar el resultado perseguido en la votación y la convicción de que las negociaciones entre el Gobierno y el PP no iban a avanzar en breve condujeron a Lesmes a no retrasar más el anuncio de su renuncia.

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