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Las polémicas del líder de Vox en Castilla y León comprometen al PP de Mañueco

González Pons sostiene que los populares han logrado “moderar” a la extrema derecha, pero las intervenciones del vicepresidente autonómico García-Gallardo siguen generando estupor

El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, durante una presentación de productos alimenticios de su comunidad en Las Rozas (Madrid), este viernes. Foto: CÉZARO DE LUCA (EUROPA PRESS) | Vídeo: EPV
Juan Navarro

Los terremotos mediáticos y políticos que provocan los responsables de Vox ante un micrófono o en Twitter generan réplicas que sacuden a su socio en el Gobierno de Castilla y León, el PP. El estilo agresivo de Juan García-Gallardo, vicepresidente autonómico por el partido de extrema derecha, rompe la estrategia pausada de su socio conservador, el popular Alfonso Fernández Mañueco. Este, en la línea del PP nacional de Alberto Núñez Feijóo, se vuelca en cargar contra el Ejecutivo central, pero ve cómo por su derecha lo adelanta un Vox que cabalga el exabrupto.

El reciente historial de embates de Gallardo agrieta el discurso del vicesecretario institucional del PP, Esteban González Pons, que ha sostenido este lunes en Onda Cero que su formación ha conseguido “moderar” a los de Santiago Abascal al incluirlos en el Gobierno de Castilla y León y ha destacado que son los populares quienes marcan la política autonómica. Estas palabras llegan tres días después de que Gallardo se refiriera a La Sexta, ante los micrófonos de la cadena de televisión, en estos términos: “Es un medio encaminado a contaminar la convivencia y a enfrentar a unos españoles contra otros”. Asimismo, instó a la reportera que lo entrevistaba a llevarle “un chorizo” al Gran Wyoming, en alusión a una sanción tributaria que recibió el presentador en 2020. “Estamos para gestionar y hacer política, a los castellanos y leoneses no les interesan las polémicas estériles”, se jactó Gallardo, causante de buena parte de esas “polémicas estériles”, como cuando sostuvo que la despoblación se debía en parte a la hipersexualización.

García-Gallardo también se expresa en su muro de Twitter, donde persiste en negar la existencia de la violencia machista incluso en casos como el acontecido en Palencia la semana pasada, cuando una mujer de 32 años fue asesinada por su pareja, de 36, dejando dos niños huérfanos. El político definió los hechos como “tragedia familiar”, insistió en que “la violencia no tiene género” y aseguró que “pronto todas las víctimas de violencia serán tratadas por igual y no se alimentarán políticas identitarias discriminatorias por razón de sexo”.

El secretario del PP autonómico, Francisco Vázquez, se separó de esa línea: “Hay muchas fuerzas políticas que opinan cosas distintas. Hay libertad de expresión, pero no compartimos esas expresiones”, dijo. Mañueco, único mandatario regional aliado con Vox, no se ha manifestado al respecto, algo recurrente desde que pactó con este partido. La consejera de Familia de Castilla y León, Isabel Blanco (PP), sí lo tildó como “asesinato machista” y clamó por “seguir luchando contra la lacra de la violencia de género”. Una de las exigencias de Vox para pactar con Mañueco, que este aceptó, fue impulsar una “ley de violencia intrafamiliar”, ya en tramitación, aunque el presidente insiste en que no implicará retrocesos en Igualdad. Solo tres de los 12 altos cargos de la coalición son mujeres.

Gallardo ha exhibido igualmente su tono en sede parlamentaria. En el último pleno llamó “imbécil” a su predecesor, Francisco Igea (Ciudadanos). El presidente de las Cortes, Carlos Pollán (Vox), no reprendió a su compañero. Igea, a su vez, ha amenazado con denunciar a Pollán por “difamación”, pues pese a su puesto de árbitro parlamentario redifundió en Twitter contenidos ofensivos contra el exvicepresidente. García-Gallardo, que no dirige ninguna consejería, ya levantó airadas protestas en su primera cita en el hemiciclo, cuando le espetó a Noelia Frutos, una procuradora socialista con discapacidad, que le hablaría “como si fuese una persona como otra cualquiera”. El PP salvó al dirigente de Vox de ser reprobado por ese episodio.

Las recurrentes algaradas del socio de Mañueco causan, según considera una fuente del PP, un efecto contradictorio en los de Alberto Núñez Feijóo: a escala autonómica perjudican porque “la gente de derechas ve nefasto un Gobierno con ese nivel”, pero en lo nacional “refuerzan porque Vox pierde prestigio como alternativa”. “Vox ha defraudado porque se le han visto las costuras”, opina este dirigente.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

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