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Vox prende fuego a la Agenda 2030 de la ONU en su fiesta

El partido de Abascal quema una falla con una feminista, un ecologista y un magnate de izquierdas

Asistentes a la fiesta organizada por Vox en Madrid, este sábado.
Asistentes a la fiesta organizada por Vox en Madrid, este sábado.Andrea Comas
Miguel González

¿Qué es la Agenda 2030? “Es el globalismo, que nos quiere robar la libertad”, contesta un hombre de mediana edad, con una insignia del Ejército del Aire en la solapa. Ante la incredulidad de su interlocutor, añade: “¿Ha oído decir que no debemos comer carne? Pues es eso”.

La Agenda 2030, aprobada en septiembre de 2015 por la Asamblea General de la ONU, no dice una palabra sobre el consumo de carne. Sus 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) se refieren a la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, al acceso universal a la educación y la sanidad. Pero en la fiesta que Vox celebra este fin de semana en el recinto ferial de Madrid (Ifema) no hay ningún foro para debatir sobre la Agenda 2030. A la Agenda 2030 le prenden fuego.

En una esquina, junto al escenario, se levanta la falla que Vox proyectaba quemar el sábado por la noche, como “cierre colosal” (sic) de la primera jornada de Viva 21, un remedo de la fiesta que el PCE viene celebrando desde 1977, con bocatas de tortilla y actuaciones musicales, pero sin debates tediosos y sesudos.

En la base de la falla están representados los trabajadores que con su esfuerzo sostienen a la sociedad (una enfermera, un obrero, un cocinero, un policía) y sobre ellos, como parásitos, una feminista, un ecologista y un magnate de izquierdas (por el puño cerrado en la camiseta que asoma bajo la chaqueta), rodeados de coronavirus. Sobre la pirámide, un sol con los símbolos de los 17 objetivos de la ONU, destinados a ser pasto de las llamas para regocijo de los asistentes.

Desde un rato antes de que abriera sus puertas, una multitud hacía cola para acceder al recinto ferial. Vox esperaba congregar a unas 20.000 personas a lo largo del fin de semana. Podrían ser más. Nada hay más popular que lo gratuito. Solo hay que sacar la entrada a través de internet —inicialmente el acceso estaba restringido a los afiliados, pero desde el lunes se abrió a todo el público— y, si se quiere, aportar un donativo.

La feria ocupa cuatro hectáreas de aparcamiento, incluido un parque de atracciones infantiles. Hay 52 casetas —una por cada provincia, más Ceuta y Melilla— porque para Vox no deberían existir las comunidades autónomas. En la de Gerona, escrito con e, un cartel con el lema “municipi de la República catalana” sirve de felpudo. Se recogen firmas pidiendo la ilegalización de los partidos separatistas y se venden boletos para sortear una bandera de España y una pata de jamón.

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Ninot en la fiesta de Vox con una representación del virus del coronavirus, personal sanitario y Pablo Iglesias.
Ninot en la fiesta de Vox con una representación del virus del coronavirus, personal sanitario y Pablo Iglesias.Andrea Comas

Al entrar en el recinto se recibe la credencial del viajero, un cuaderno que se sella en cada uno de los puestos provinciales. Si se completa, se gana un libro sobre España como obsequio. Quiere imitar a La Compostelana, el documento eclesiástico que acredita haber recorrido al menos 100 kilómetros del Camino de Santiago. Igual que un encierro con toros de cartón rememora los Sanfermines y un correfoc, la fiesta popular mediterránea. La España que reconocería cualquier turista extranjero.

La feria muestra hasta qué punto Vox ha generado una constelación de grupos en su órbita. Hay una asociación de víctimas del coronavirus, otra de vecinos, una de ayuda a las víctimas de la violencia doméstica (no confundir con violencia machista) e incluso una Asociación de Mujeres por la Igualdad, que defiende “un feminismo sano y equitativo”. Cuando se pregunta a la mujer que atiende a los curiosos si también se pueden asociar hombres, responde con evasivas. También están representados una fundación de colegios segregados, el sindicato de Vox, su editorial y su televisión (el Toro TV). Es posible desarrollar cualquier actividad cotidiana sin salir del universo Vox.

Los visitantes se hacen fotos junto a unos chulapos con organillo, unos caballeros de las cruzadas y una pareja con traje típico asturiano. También con un Abascal de cartón a la entrada de una tienda de ropa. Pero el más demandado es el Abascal auténtico, que visita una por una las casetas seguido por una multitud que se apiña para saludarle y pedirle un selfi. Por megafonía se recuerda a la gente que se ponga las mascarillas, sin mucho éxito.

Ningún discurso político empaña el ambiente festivo durante la mañana. Eso queda para la tarde, cuando Abascal carga contra “el lamentable presidente de Estados Unidos”, Joe Biden, quien criticó el viernes “la historia dolorosa de errores y atrocidades que muchos exploradores europeos infligieron” a los indígenas americanos. “¿Cómo se atreve a decir eso?”, se pregunta indignado el líder de Vox. “Ni un paso atrás, Nosotros no pedimos perdón a los progres. Sentimos orgullo de nuestra historia”, sentencia. En el mitin de este domingo, el gran acto político de la fiesta, compartirá tribuna con André Ventura, líder del portugués Chega, y Giorgia Melloni, de Fratelli d’Italia, los partidos hermanos de Vox, y presentará la Agenda España, su alternativa a la Agenda 2030, que mantiene en secreto y no se sabe si incluirá o no algún punto relativo al consumo de carne.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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