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Darocotan, dos kilómetros de absoluta desconexión en Filipinas

La isla es una de las joyas de este país del sudeste asiático, un pequeño enclave en el que vivir la verdadera experiencia isleña: no hay cobertura ni vehículos, y no hay que hacer prácticamente nada más que disfrutar de las playas, el esnórquel y el entorno

Isla Darocotan Filipinas
En Daracotan, justo entre Palawan y Coron, se pueden ver innumerables pecios hundidos en la Segunda Guerra Mundial.victor cuenca lopez (Alamy / CORDON PRESS)

Hablar de islas espectaculares en Filipinas es como mencionar impresionantes ruinas históricas en Italia y Grecia o grandiosos paisajes naturales en Islandia: queda redundante. Este país del sudeste asiático, formado por más de 7.000 islas, es el quinto con la mayor longitud de costa en el mundo y uno de los habituales en las listas oficiosas de regiones con las mejores playas del planeta. Boracay o El Nido son los grandes protagonistas turísticos, pero aún existen rincones prácticamente desconocidos y a los que se llega fácilmente. Darocotan es uno de ellos.

También llamada Daracoton, esta pequeña isla de apenas dos kilómetros de largo atesora imponentes y vacías playas, ofrece la opción de hacer esnórquel en un barco hundido cuya proa asoma cuando baja la marea y una experiencia inolvidable de desconexión y descanso. Y todo ello, a menos de una hora de El Nido, en la isla de Palawan.

Para llegar a ella primero hay que dirigirse al puerto de Teneguiban, al norte, ya sea en furgoneta (salen un par al día desde la terminal de autobuses de El Nido), en el habitual triciclo filipino o en el medio de transporte favorito de la zona: alquilando una moto. Tras un trayecto de unos 45 minutos y una vez en el puerto, se puede contratar un bote para cruzar en un recorrido de apenas 15 minutos. Si se planea pasar la noche en Darocotan, los alojamientos gestionan el cruce sin problema si se avisa de la hora de llegada. Eso sí, aquí las opciones de alojamiento son más bien escasas. Cuenta con la opción más mochilera de Backpackers Island Beach Camp, que ofrece cabañas básicas frente al mar; la elección intermedia sería The Island Experience, también con cabañas en la playa pero más equipadas y de diferentes tamaños; y, por último, el Dryft Darocotan Island, que propone una experiencia completa de glamping con vistas al mar y con unas instalaciones privilegiadas.

Una vez solucionadas las cuestiones más básicas de cualquier viajero, viene la verdadera experiencia que ofrece este pequeño rincón filipino: no hacer prácticamente nada más allá de disfrutar del soberbio entorno y la apacible tranquilidad. Porque a Darocotan, una isla sin cobertura de las principales compañías, sin coches, ni motos y sin red eléctrica más allá de la que se obtiene de paneles solares y generadores, se viene a desconectar.

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No hay duda de que las playas ayudan a ello; una de las mejores, la que ocupa la punta suroeste de la isla, dibuja un sinuoso quiebro de arena blanca con una pequeña bahía de aguas transparentes. No faltan las palmeras salpicando la zona más alejada de la orilla en un paisaje al que le sobran todos y cada uno de los filtros de Instagram.

La isla de Daracotan Island, en Filipinas, ofrece no hacer prácticamente nada más allá de disfrutar del soberbio entorno y la apacible tranquilidad.
La isla de Daracotan Island, en Filipinas, ofrece no hacer prácticamente nada más allá de disfrutar del soberbio entorno y la apacible tranquilidad. Isla Bell (Alamy / CORDON PRESS)

Si la marea está baja, es posible que asomen los restos de un barco hundido a pocos metros de la orilla. Esta zona, entre Palawan y Coron, cuenta con innumerables pecios hundidos en la Segunda Guerra Mundial. Este en concreto, debido a su pequeño tamaño, la poca profundidad a la que se encuentra y a su cercanía con la costa, es posible disfrutarlo simplemente buceando con tubo incluso cuando la marea está más alta. Es fácil perder la noción del tiempo contemplando no solo la fantasmagórica silueta del barco colonizado por el coral, sino también el multitudinario desfile de estrellas de mar que pueblan el fondo y los bancos de peces de colores que se cruzan constantemente sin apenas inmutarse.

Playas para disfrutar y aburrirse

Si se quiere profundizar más, la isla cuenta también con varias zonas de buceo cuyo principal reclamo, además de los impresionantes corales, es avistar y nadar con mantarrayas gigantes. Por el contrario, si lo que se busca es volver a la superficie, por supuesto existen varias playas más en las que seguir perfeccionando el maravilloso arte de no hacer absolutamente nada. Si desde el barco hundido se continúa perfilando la costa hacia el noreste, se llega a un interminable arenal que culmina en un pequeño islote unido a tierra. Con la marea alta alcanza su máximo esplendor, así que no está de más preguntar en el alojamiento o buscar esta información en alguna web (Tide Forecast es bastante recomendable) para visitarla en su mejor momento.

En Daracotan, existen varias playas más en las que seguir perfeccionando el maravilloso arte de no hacer absolutamente nada.
En Daracotan, existen varias playas más en las que seguir perfeccionando el maravilloso arte de no hacer absolutamente nada. VÍCTOR CUENCA LÓPEZ (GETTY IMAGES)

Al otro lado, accesible a través de un sencillo y cómodo sendero que cruza la isla, se encuentra la playa frente a Dryft Darocotan Island alfombrada de conchas y caracolas, muchas de ellas habitadas por cangrejos ermitaños. No debería ser necesario recordar que todas esas conchas y caracolas deberían seguir estando en el mismo lugar tras nuestro paso y en ningún momento convertirse en un souvenir de viaje. Lo que sí puede transformarse en un buen recuerdo es el atardecer en este enclave de ensueño. Desde esta playa el sol no se posa sobre el mar —para eso, es mejor dirigirse a la que hay frente al naufragio—, pero a cambio se puede disfrutar de un sabroso cóctel mientras la luz desaparece y el horizonte explota en tonalidades entre el grana y el púrpura.

Hay que tener en cuenta, si se pernocta en la isla, la peculiar afición de los filipinos por el karaoke, que se toman casi como una religión. Así pues, tras la cena, es inevitable que frente a cualquiera de los alojamientos se encienda una hoguera, se ofrezca una bebida y se contemple un cielo atestado de estrellas para, acto seguido, desgañitarse sin ningún rubor con los mayores éxitos locales e internacionales. Esto, sin duda, también es parte de la experiencia isleña en Filipinas.

Un pequeño barco para pescar está asentado en medio de un arrecife, en la isla de Daracotan, Filipinas.
Un pequeño barco para pescar está asentado en medio de un arrecife, en la isla de Daracotan, Filipinas. VÍCTOR CUENCA LÓPEZ (GETTY IMAGES)

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