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Un safari tipográfico por los curiosos rótulos comerciales de Jaén

Si gran parte de la historia reciente de la capital jiennense no cae en el olvido es gracias a ‘Rótulos chuléricos’, un proyecto nacido para reflexionar sobre el devenir del patrimonio gráfico y la vida de barrio de la ciudad

Sala de Arte del edificio Moneo, antigua sede del Banco de España en Jaén, uno de los lugares recogidos en el libro ‘Rótulos chuléricos de Jaén’, de Juan Montoro y Carlos Campo.
Sala de Arte del edificio Moneo, antigua sede del Banco de España en Jaén, uno de los lugares recogidos en el libro ‘Rótulos chuléricos de Jaén’, de Juan Montoro y Carlos Campo.Rótulos Chuléricos de Jaén

En Jaén es recomendable pasear mirando hacia arriba. No hay peligro de ser atropellado por un tranvía. A la red local de este medio de transporte público e idealizado, salvo los tranvías, no le falta de nada: cuenta con tendido eléctrico, paradas y vías. Los potenciales pasajeros jiennenses han convertido estas últimas en aparcamientos improvisados en el paseo de la Estación. En esta ciudad la resignación es humor y se convierte en iniciativas como Rótulos chuléricos. Un proyecto más sociológico que estético, nacido para reflexionar sobre el devenir del patrimonio gráfico comercial y la vida de barrio de la ciudad, según explican sus ideólogos, Juan Montoro, El Creata, diseñador gráfico, y Carlos Campos, profesor en la Escuela de Arte José Nogué. Proyecto que hace parte de la Red Ibérica en Defensa del Patrimonio Gráfico y que mapea una ciudad de Jaén que languidece.

Para estos dos arqueólogos de la época reciente, los rótulos gráficos de los comercios de barrio son parte del patrimonio etnológico de la ciudad. Como tal, los que ya no lucen en la calle porque el negocio ha echado el cierre, Juan Montoro y Carlos Campos creen que una vez descolgados deberían estar en un museo. Como dicho museo no existe, a partir de Rótulos chuléricos, que nació por el interés que les despertó a sus creadores las tremendas tipografías de los rótulos de los negocios de barrio, empezaron a salvar, rescatar y conservar los mismos. De momento, estos rótulos, que son historia y sentimientos, no caen en el olvido gracias los dos libros que han autopublicado, a la exposición que montaron en noviembre de 2022 en la Sala de Arte del edificio Moneo (antiguo Banco de España), a los safaris tipográficos que organizan y a su cuenta de Instagram, en la que no hay foto de un rótulo, acompañada de una anécdota, que no genere comentarios nostálgicos.

Mientras paseamos con los creadores de Rótulos chuléricos por el centro de Jaén, Montoro dice que mirar hacia arriba es tomar conciencia. Los rótulos de Tejidos El Carmen, Modas Marcelino, la Administración de Loterías n.º 2, Casa Almansa, hostal La Española, mercado de San Francisco, teatro cine Darymelia y cafetería Tropicana, entre otros, cuentan parte de la historia reciente de la ciudad, de dónde se viene y hacia dónde se va. Conforman parte de la identidad popular jaenera. Jiennenses que a partir de esos negocios y sus rótulos han creado dichos que les sobreviven: “Tienes más chominás que el escaparate de La Pilarica”; “Te mueves menos que los caballos de Cubero”, en relación con las dos cabezas de equino que lucía en su fachada esta antigua guarnicionería; “Estás más amarillo que los pollos del Simago”, al respecto de este popular supermercado que ya no existe.

Una de las cabezas de caballos que adornaban la antigua guarnicionería Cubero en Jaén.
Una de las cabezas de caballos que adornaban la antigua guarnicionería Cubero en Jaén. Rótulos Chuléricos de Jaén

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Acordarse de los rótulos y de la vida de barrio es lo que hacen Montoro y Campos con las rutas que organizan. Recorridos que permiten conocer la tradición tipográfica de la ciudad a través de sus rótulos con más solera mientras se hace turismo por un Jaén más cotidiano que solemne. Un safari urbano en el que, entre tanto diseño malo de logotipos de franquicias y multinacionales, hay joyas tipográficas que aportan distinción y personalidad al comercio que lo luce y que conforma la identidad visual de la ciudad que permanece, ya sea en el imaginario colectivo o en una fachada.

A lo largo del paseo de la Estación se suceden instituciones y negocios históricos que son algo más gracias a sus rótulos. El mencionado edificio del Banco de España, en el que celebraron la exposición —en el antiguo muelle en el que los furgones blindados dejaban las sacas con el dinero— es un edificio diseñado por Rafael Moneo. Un cubo de grandes dimensiones, provisto de unos gruesos muros de hormigón y acero, duros e inexpugnables como una fortaleza. Hoy es el Archivo Municipal, aunque en su cabecera de losas de mármol todavía se puede leer “Banco de España”, escrito con letras cinceladas y plagadas de ligaduras decorativas, en un bajorrelieve biselado, tipo inscripción mural medieval.

A esta ciudadela a pie de calle le siguen el Burger Tomás, establecimiento mítico por sus hamburguesas y su rótulo de plástico y metal de letras naranjas retroiluminadas con la tipografía Jackson. Más que míticos eran refrescantes los helados de la heladería La Valenciana. Sobre este negocio, en el primer libro de Rótulos chuléricos de Jaén, se lee: “Dicen que cuatro estaciones hay en Jaén, verano, invierno, la de autobuses y la de tren, y es tanto el calor que casi derrite el asfalto de las calles de la capital del Santo Reino que un oasis no viene mal de vez en cuando”. La curiosidad de su rótulo de metacrilato es que la segunda ene de Valenciana está volteada. A la altura de la plaza de las Batallas, se encuentran el Museo Provincial, el Hotel Condestable y la tienda Paraíso Virgen Extra. En Jaén el aceite es obvio, pero eso no significa que se venda como la exquisitez que es, propósito de este negocio.

El extremo sur del paseo de la Estación conecta, vía Roldán y Marín, con la plaza de la Constitución. En la misma permanece el rótulo de plástico y metal, con tipografía egipcia, de la histórica y cerrada Administración de Loterías n.º 2, conocida como la de “Los mil millones” porque vendió un segundo premio de El Niño en 1979. De esta plaza, también llamada la de las Palmeras, se puede ir a las calles de San Clemente y Bernabé Soriano. En la primera, conocida como la calle Simago por el supermercado que hubo en el pasado, se encuentra la tienda Fotocolor Jaén, que cuenta con un psicodélico rótulo con letras volumétricas retroiluminadas en donde la letra a es un triángulo y la jota y la ce alargan sus extremos y todo de llamativos color azul, rojo y amarillo.

La segunda es la calle comercial y peatonal por excelencia de la ciudad, también conocida como La Carrera. En ella se suceden varios testigos de la historia de Jaén, algunos ya desaparecidos. Como el modernista Teatro Cervantes, que fue demolido en 1972 para levantar sobre su solar un insulso bloque de pisos, o la tienda Chucherías La Pilarica, negocio que cerró por jubilación y poseía el primer rótulo que rescataron Montoro y Campos en 2020. Institución popular muy cerca de otra que tanto hizo por el desarrollo de la ciudad, la Real Sociedad Económica, de la que permanece su rótulo. Un conjunto de azulejos sobre ladrillo con motivos azules y amarillos que recuerda al del teatro cine Darymelia en la calle Colón.

Mosaicos con el nombre del antiguo cine Darymelia, hoy teatro, inaugurado en 1927 en la calle Colón de Jaén.
Mosaicos con el nombre del antiguo cine Darymelia, hoy teatro, inaugurado en 1927 en la calle Colón de Jaén.Rótulos Chuléricos de Jaén

Muy cerca de esta calle escaparate se esconde la plaza del Pósito. Nombre que le viene dado por el edificio de viviendas en lo que antes fue un almacén de grano. Conserva un rótulo metálico negro en el que se lee Almacenes del Pósito, con letras blancas geométricas y art déco, y que hace referencia a una célebre tienda de ultramarinos que ya no existe. Lo que sí hay es un bar del Pósito, porque bares e iglesias en Jaén no faltan. Quién sabe si los primeros los pudieron disfrutar el espía Ramón Almansa y Dominga Camacho Peña, viuda del republicando Capitán Cortés: ambos estuvieron escondidos en la casa Almansa, edificio racionalista junto a la Diputación Provincial y la catedral, que hizo las veces de vivienda y mercería. Hoy queda el rótulo de hierro forjado con letras cursivas de estilo caligráfico.

En los alrededores de la Catedral se encuentra la zona de los callejones, repleta de bares y tascas en las que uno se puede tomar una cerveza Alcázar y unas migas con avíos o una tapa de morcilla, entre otras muchas más. Caminar por la calle Cerón es como hacerlo sobre lonchas de jamón serrano, por el color del granito del que está hecho el suelo. En ella se encuentra el bar La Barra, con un rótulo de letras de metal sobra una traviesa de madera. La decoración del sitio hace que parezca un museo; de su propietario, Carlos de Pablo, dice que “lo sabe todo de la ciudad de Jaén”. Enciclopedia con patas que elabora el Rossini, una bebida que mezcla de gaseosas, vinos y licores acompañados de fruta.

La modernista Casa de Las Heras o Casa del Reloj en la calle Maestra de Jaén.
La modernista Casa de Las Heras o Casa del Reloj en la calle Maestra de Jaén. Rótulos Chuléricos de Jaén

Paralela a la calle Cerón es la calle Maestra, en la que se encuentra la modernista Casa de Las Heras y su reloj de 1906. Es de ladrillo rojo, alternado con blanco y tiene aspecto de casa de muñecas. Las calles Cerón y Maestra están comunicadas por la de Bernardo López, en la que está el Hostal La Española. Pensión que hoy está cerrada y de la que su dueña presumía de patio: “El patio de la Española es cuna de la alegría y vienen los forasteros a verlo de noche y de día”. El rótulo de metacrilato del negocio cualquier día se cae. Antes de que eso suceda, o Rótulos chuléricos lo evita o alguien les avisa para que acudan a su rescate.

Dónde comer

Ver rótulos provoca hambre. En Jaén hay varios sitios recomendables, nosotros hemos optado por dos restaurantes pequeños, con cocinas abiertas y barra. Para comer, el restaurante Radis, un espacio con capacidad para 20 comensales en el que el cocinero Juanjo Mesa León trata de transmitir en sus platos la cocina que su familia le inculcó: gazpacho de cereza con tartar de gamba blanca, ajoblanco con pipirrana y mejillón en escabeche picante y callos con pilpil de atún, entre otros.
Para cenar, Bagá, el restaurante gastronómico de Pedro Sánchez, un genio a su pesar. Otro espacio pequeño, 15 comensales, en el que destaca la capacidad de sorprender de los platos del menú degustación, diferente cada día, que elabora este cocinero con unos pocos ingredientes.


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