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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado
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Al rescate de la memoria visual de Senegal

Dos investigadores italianos abren un laboratorio para salvar 400 de las 6.000 películas realizadas entre 1960 y 1980 que contienen las primeras imágenes de la independencia del país, tesoros del cine africano

Una de las películas rescatadas por el laboratorio.
Una de las películas rescatadas por el laboratorio. Tiziana Manfredi

Año 1960. Senegal acaba de firmar la independencia de Francia con el general De Gaulle. Léopold Sédar Senghor es designado presidente de la nueva República. Desde la emancipación de Ghana en 1957 y hasta 1965 son muchos los países del continente que se liberan progresivamente del yugo colonial. Eran tiempos esperanzadores, y los nuevos países africanos se zambulleron en esa utopía emancipadora que parecía inundar el mundo en esa época.

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En pequeñas películas de entre ocho y 20 minutos, los pioneros del cine africano se lanzaron a filmar aquel Senegal en ebullición bajo la rúbrica Actualidades senegalesas. Ababacar Samb, Momar Thiam o Paulin Soumanou Vieyra firmaron aquellos primeros reportajes de periodicidad semanal y rodados en 16mm, que sintetizaban la actualidad política, económica, social y cultural del país durante las dos primeras décadas de su independencia. Gestionados por la oficina homónima se rodaron 52 filmes al año, que eran difundidos en las más de 80 salas de cine con las que contaba el país —su mayor parte concentradas en Dakar— en una época en que la televisión no estaba al alcance de la mayoría de la población.

Como también lo fueran los regímenes coloniales, las nuevas clases políticas africanas fueron conscientes del poder de la imagen, y algunas de ellas invirtieron importantes sumas de dinero en la producción cinematográfica. “El cine era concebido entonces como un medio de propaganda. Eran los primeros años de las independencias y había que mostrar cómo las nuevas élites nacionales gestionaban los Estados, cómo éramos capaces de hacerlo por nosotros mismos”, explica Hugues Diaz, director de la Cinematografía, departamento dependiente del Ministerio de la Cultura y la Comunicación de Senegal.

Llegado al cargo en 2012, Diaz heredó lo que él califica como un “tesoro”: la memoria visual de Senegal. En su departamento yacían desordenadas cerca de 6.000 bobinas datadas entre las décadas 60 y 80, compuestas en su mayor parte por las Actualidades senegalesas pero también por un fondo de la Cinemateca Nacional —del que se beneficiaron entre otros Ousmane Sembene o Tidiane Aw—, y en avanzado estado de degradación. “Cuando vimos que buena parte de estas bobinas estaban infectadas por el síndrome del vinagre, supimos que no teníamos tiempo que perder”, explica el director, sin justificar la negligencia cometida por parte del Estado senegalés de haber desatendido este valiosísimo archivo audiovisual en el momento del paso del analógico al digital.

400 películas recuperables

La misma preocupación rondaba a Marco Lena y Tiziana Manfredi desde hacía tiempo. Cuando en 2009 se toparon por azar con las bobinas, al entrar en el Ministerio con un permiso de rodaje, estos investigadores italianos se sintieron con la responsabilidad de hacer algo. “Como historiador pensé en la importancia de perder una parte tan fundamental de la historia. Así que volví a Italia a formarme y diez años después estoy aquí de vuelta”, explica Lena. Después de haber pasado por una buena red de instituciones del sector como la Cinemateca de Toulouse, el Centro Cinematográfico de Rabat —donde también trabajó en la recuperación de las Actualidades marroquíes—, e impartido formación en Túnez, hace dos años decidió que estaba listo para volver. Entre tanto, Tiziana siguió en el país durante una década manteniendo los lazos y la llama del proyecto, hoy por fin en curso.

Dos trabajadores del laboratorio recuperan las películas encontradas.
Dos trabajadores del laboratorio recuperan las películas encontradas.Tiziana Manfredi

Junto con el equipo de Diaz, se pusieron manos a la obra. Tras la realización de un primer examen del estado de las bobinas se concluyó que tan solo 400 pueden ser recuperables, pues el resto se encuentran en un estado de degradación irreversible. La primera urgencia fue entonces crear un lugar donde estabilizarlas. Es así que el pasado mes de noviembre se creó un laboratorio, “de emergencia” como apunta Lena: “un hospital de campaña”. “Se trata de un local climatizado, sin polvo ni luz que pueda estropear las cintas y que reúne las condiciones estándar de temperatura y de control de humedad para almacenar las cintas respetando las condiciones para una buena conservación”, apunta. Allí se trabajará con estas películas sanas, que deberán aun pasar por soluciones químicas para detener la acidificación.

Tras un primer examen del estado de las bobinas se concluyó que tan solo 400 son recuperables, el resto se encuentran en un estado de degradación irreversible

Los locales del laboratorio, situado en la primera planta de la Dirección de la Cinematografía, en Dakar, albergan además una gran cantidad de material no fílmico como documentos de rodaje, escenarios, y otro tipo de información valiosa para el trabajo de la segunda fase que será catalogar. Gracias a una mesa de visionado construida manualmente por Marco, se podrán visualizar los contenidos de las cintas, muchas de las cuales deberán pasar previamente por una pequeña operación de reparación manual para hacerlo. “En un año y medio creemos que podremos hacer el visionado y conocer todo el contenido que se produjo en Senegal durante 20 años para saber lo que se tiene, lo que se ha perdido y dónde se puede buscar”, explica Tiziana.

“Es necesario hacer un trabajo de investigación para saber donde están los negativos de las películas, que aun no han aparecido. Estamos trabajando con copias, que tratamos como si fuera las última oportunidad de poder ver estas imágenes”, comenta Marco.

La tercera fase es la digitalización del archivo y la creación de un banco de datos. Esta etapa se estima esté finalizada en un lustro. La restauración, que se hace una vez digitalizada la película sería un paso posterior, que aun no se contempla, pues los costes son muy elevados.

Cuatro piezas clave del archivo

Tras el visionado de una pequeña muestra, con el objetivo de verificar la importancia del contenido, el equipo priorizó cuatro películas que fueron llevadas en enero a la Cinemateca de Toulouse, colaboradora del proyecto, para su digitalización.

“Estamos hablando de las primeras imágenes rodadas en un país independiente, por lo que todo es importante. El archivo que tenemos entre manos es un tesoro tanto por el contenido como por las personas que han trabajado en él”, quiere precisar Lena. “Es una selección filosófica, basada en lo que consideramos importante destacar de la historia del país o sobre lo que hay desconocimiento”.

La primera de estas bobinas recuperada es un reportaje de Actualidades del año 1962 en donde aparece el político Mamadou Dia. “No hay muchas imágenes del presidente Dia y hemos pensado que era urgencia, siendo una de las figuras más importantes de Senegal”, completa el equipo.

El segundo reportaje recuperado versa sobre el Gran Magal de Touba, la principal ceremonia religiosa del país. Data de 1961, siendo el primer magal post-independencia. En él se puede ver a la figura, jefe religioso de la cofradía muride en la época, Serigne Fallou Mbacke. “En esta pieza tenemos un retrato de la ciudad santa de Touba de los años sesenta”, explica Lena. La tercera copia digitalizada es un documental de ficción sobre un ritual de sanación de las mujeres, de la etnia lebou, llamado Ndëp, firmado por Tidiane Aw.

Detalle de una de las 6.000 bobinas rescatadas.
Detalle de una de las 6.000 bobinas rescatadas.Tiziana Manfredi

La cuarta bobina es de Paulin Soumanou Vieyra, cineasta beninés posteriormente naturalizado senegalés, gran historiador del cine africano. En él se hace un retrato de la preparación del primer Festival Mundial de Artes Negras (FESMAN) en el año 1966, dirigido por Senghor. Este evento fue de importancia capital para el país. Pocos años después del acceso a las independencias de la mayor parte de los estados africanos, este festival celebraba la creatividad y la diversidad de las artes y los pensamientos del continente y su diáspora. “Con él se quiso mostrar al mundo que Senegal era un país moderno, con infraestructuras turísticas, propuestas culturales y una calidad de vida a la par de Europa, para romper los estereotipos típicos que se tenía sobre África. Fue un evento basado en la tradición milenaria de las culturas africanas que se exponían con la misma dignidad que la tradición de otros lugares; se visibilizaba la cohabitación de las religiones que compartían vida y saberes y se ponía en valor una industria cultural y cinematográfica importante”, comenta Marco Lena.

“En el reportaje se ve como se acaban las obras del Museo Dinámico de Dakar, que fue el primer museo africano que acogió exposiciones de Picasso o de Leonardo Da Vinci, entre otros, y hay un discurso de Senghor en el que recuerda que en África nació el primer homo sapiens y que, siendo entonces la cuna de la humanidad, el mundo no podía darle la espalda. Es un retrato brutal de un Senegal moderno que empieza su independencia como una potencia, abierta al mundo”, concluye el historiador.

Un laboratorio de referencia subregional

Seguramente aquellas personas que se acerquen a la capital senegalesa en el mes de junio de este año podrán tener la suerte de acceder a parte de estos primeros contenidos digitalizados. Como apunta Tiziana Manfredi, aunque no quieren precipitarse en la difusión, seguramente aprovechen la 30a edición de la Bienal de Arte Contemporáneo de Dakar, que se celebrará (previsiblemente) del 28 de mayo al 28 de junio, y que constituye “una importante cita para la producción y la industria cultural de todo el continente”, para mostrar el documento del FESMAN por su valor político y cultural aún de actualidad.

Todo el mundo conoce las caras de los grandes personajes de Occidente pero pocos conocen la cara de Cheikh Anta Diop o Patrice Lumumba, figuras de gran relevancia mundial Marco Lena, restaurador

A través de una asociación cultural compuesta por profesionales activos en el medio artístico y cultural el objetivo de 2020 es organizar cinco proyecciones con encuentros profesionales y conferencias para reflexionar sobre la puesta en valor del patrimonio encontrado. “En 2021 y 2022 tocará estructurarse y reforzarse para ser un punto de referencia para la región de África del Oeste”, indica Tiziana Manfredi, refrendando las palabras de Hugues Diaz. “Estamos enfocados a eso, porque Senegal ha sido siempre un pionero en el cine en África, y debe volver a serlo”, explica aludiendo al papel creciente en los últimos años en la producción de series de televisión o los premios conseguidos por películas senegalesas a nivel internacional, como Atlantique de Maty Diop, por ejemplo.

La recuperación de las viejas películas es parte de este renacimiento. “La gestión de archivos audiovisuales y fílmicos de los Estados de África Subsahariana es un reto mayor que Senegal quiere liderar al menos en la subregión: queremos ser la cabeza de esta recuperación de las memorias de África del Oeste”, explica Diaz. “Creemos que con el trabajo de transferencia de competencias técnicas que está haciendo Marco Lena, desde el laboratorio de Dakar podremos ayudar a salvar las memorias fílmicas de los países vecinos”, señala el director, quien alude a la necesidad de un fuerte compromiso de los Estados africanos así como de “una gran coalición extranjera para que seamos ayudados en la buena gestión de estos archivos para su posteridad”.

“Todo el mundo conoce las caras de los grandes personajes de Occidente pero pocos conocen la cara de Cheikh Anta Diop o Patrice Lumumba, que fueron figuras de gran relevancia mundial. Es importante la movilización internacional porque no estamos hablando solo de la historia de Senegal sino también del mundo. Como ciudadano global e historiador soy sensible a este discurso”, concluye Lena.

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