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James Ellroy: “Siempre que empiezo ‘Crimen y castigo’ acabo pensando: ‘Esta mierda rusa no es para mí”

Todo en el escritor californiano es grande. Su estatura, su biografía, el tamaño de sus novelas, sus aseveraciones, incluso el odio que le tiene a la versión cinematográfica que se hizo de ‘L.A. Confidential’. No es una persona, es una ambición

Toni García
James Ellroy posa en exclusiva para ICON. Aunque no se ve está sentado. No se quiso levantar y lo respetamos, claro.
James Ellroy posa en exclusiva para ICON. Aunque no se ve está sentado. No se quiso levantar y lo respetamos, claro.Foto: Pep Escoda

“Soy el perro del demonio”. Así decidió James Ellroy (Los Ángeles, 1948) que debía bautizarse cuando una vez le preguntaron cómo se definiría a sí mismo. El escritor, metro noventa largo, camisa hawaiana, y gafas de bibliotecario, se encuentra hoy de buen humor y, excepto de política, está dispuesto a hablar de cualquier cosa. Escritor de trilogías y cuartetos, autor de clásicos como L.A. confidential o La dalia negra, arrastra tras de sí una historia harto conocida: su madre, una prostituta, fue asesinada y nunca apresaron al culpable. Ellroy pasó su juventud entrando y saliendo de instituciones varias y en perpetuo romance con el alcohol y las drogas. Después de eso, llegó la literatura y la conciencia de saberse capaz de hilar cualquier cosa, y con todo ello un mal humor descomunal, hijo de su pasado y altavoz de una rabia incontrolable: “Sí, ahora estoy en un buen momento, para qué lo voy a negar”, dice el estadounidense, con los brazos detrás del cuerpo y las manos entrelazadas en la nuca, posición que ya no abandonará a lo largo de toda la entrevista.

“Sé que ahora podrían proponerme para ser Papa y a todo el mundo le parecería bien. Me da igual. No me importa la opinión de los demás, no leo críticas, vivo en una burbuja y me va bien así. Me entiendes, ¿no?”, me espeta el escritor, asentado ya en la cima de los dioses de la novela negra, donde es considerado uno de los mejores de todos los tiempos. Ellroy se sienta en el sofá de un hotel de la Diagonal de Barcelona (“con un buen gimnasio, eso es absolutamente imprescindible”, apunta) para presentar su último libro, un monstruo de casi 700 páginas que lleva por título Esta tormenta (Literatura Random House). Es la segunda parte de su nueva tetralogía en la que se cruzan el bombardeo de Pearl Harbor, una guerra subterránea en México, un cadáver en un rincón de Los Ángeles y un montón de quintacolumnistas.

Esto dice de 'L.A. Confidential', la película basada en su libro que se llevó dos Oscar: "Cada vez que la veo me parece peor. Russell Crowe está mal, Kevin Spacey está mal, Kim Bassinger está mal…"

“¿Que de dónde sale todo eso? De buscar, de leer, de investigar. La gente me pregunta si dibujo esquemas. Yo no dibujo nada, hijo. Yo escribo sobre lo que voy a escribir, primero me hago una especie de biblia, que en este caso llegó a las 500 páginas. Y luego, escribo. Simplemente eso. Ese momento de la historia fue muy convulso, por aquí, en España, había gente que mataba curas; en México, un golpe de Estado; en mi país, la Segunda Guerra Mundial”, cuenta el californiano, que obviamente ha soltado las referencias históricas a boleo. A continuación pasa a exhibir su dominio del español en un monólogo en el que epítetos como “cabrón” o “pendejo” aparecen con frecuencia. “Entiendo mucho el español y eso me va muy bien… ¿Tú sabes para lo que utilizamos los estadounidenses México? Para dar rienda suelta a nuestro lado oscuro, para hacer allí cosas que nunca harías en casa”.

Ellroy vive ahora sin aspavientos, con la calma del que ha llegado donde le ha dado la gana, según su propia versión de una vida por la que ahora transita con más tranquilidad. “Me han canonizado, y me parece bien [risas]. Siempre me preguntan por qué escribo los libros de tres en tres y de cuatro en cuatro y lo único que tengo que responder es que lo hago porque me gustan las cosas grandes, las películas grandes, la música a lo grande. Y porque si piensas los libros a lo grande, las conspiraciones son grandes, las tramas son grandes y los asesinatos son grandes. Así es como me gusta”, explica con la cabeza tan inclinada hacia atrás que casi podría decirse que está examinando las particularidades del techo.

El escritor reconoce que su llegada a la lectura fue tardía y que fue la muerte de su madre lo que desató en él la pasión por la novela de crímenes: “Cuando ella murió, en el verano de 1958, me aficioné a las novelas policiacas. Leía solo ese tipo de libros, me encantaban los de espías, los de policías, los de detectives. Esas son las novelas que siguen gustándome, las novelas que me hicieron ser quien soy ahora”.

Ellroy se ríe abiertamente cuando se le pregunta qué libro tiene pendiente, pero que, por el motivo que sea, aún se niega a empezar a leer. “Es curioso, porque me preguntaron lo mismo hace poco y el periodista se puso pesado con el tema. Es Crimen y castigo [de Dostoyevski]. Siempre lo empiezo y acabo pensando: ‘Oh, tío, no puedo leer esta mierda rusa, esto no es para mí”.

"¿Tú sabes para lo que utilizamos los estadounidenses México? Para dar rienda suelta a nuestro lado oscuro, para hacer allí cosas que nunca harías en casa”

Probablemente, aquellos que no hayan descubierto todavía a James Ellroy en su vertiente literaria lo hayan hecho en las adaptaciones cinematográficas de sus obras. La más popular de todas es sin lugar a dudas L.A. Confidential, de Curtis Hanson. Película de 1997, amada por crítica y público [se llevó dos Oscar, mejor guion adaptado a Curtis Hanson y mejor actriz de reparto a Kim Bassinger], pero cuya mención pone a Ellroy en alerta: “Sí, tienes razón en que hizo que muchos me conocieran y compraran mi libro y gané mucho dinero, que es ese regalo que nunca hay que devolver, pero es una película mala, muy mala. De hecho, cada vez que la veo me parece peor. Russell Crowe está mal, Kevin Spacey está mal, Kim Bassinger está mal… El único que me parece bien es Danny DeVito. Pero la película no tiene alma. Supongo que ahora que ha muerto Curtis Hanson puedo decir lo que pienso”, afirma. Luego, cuando se le pregunta por La dalia negra, niega con la cabeza y no suelta prenda.

Antes de empezar con las fotos (“no pienso levantarme de este sofá, que quede claro”, advierte), responde a una última pregunta: “A quien quiera entrar en mi trabajo de un modo más o menos académico, le recomendaría Perfidia. Allí está todo. Y si quiere algo distinto: La dalia negra. ¿Sabes por qué? Porque haciendo ese libro comprendí que todo lo que soy capaz de pensar puedo ejecutarlo. Todo. Ese ha sido el momento más importante de mi carrera: descubrir que puedo escribir cualquier cosa que sea capaz de imaginar”, dice, con sonrisa de medio lado. Y remata: “No está mal, ¿eh?”.

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