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En defensa de la prenda masculina más denostada

Ni los pantalones pirata ni las camisetas sin mangas e incluso ni el lino. Hablamos, claro, de la camisa de manga corta

El actor Armie Hammer en el rodaje de 'Call me by your name', la película que, en palabras de la periodista Katie Gatens, redefinió la forma en que los hombres debían vestirse en verano.
El actor Armie Hammer en el rodaje de 'Call me by your name', la película que, en palabras de la periodista Katie Gatens, redefinió la forma en que los hombres debían vestirse en verano.
Xavi Sancho

Pocas (por no decir ninguna) prendas del armario masculino han sido tan menospreciadas, vilipendiadas y ridiculizadas como las camisas de manga corta. Ni siquiera los pantalones pirata, o las camisetas sin mangas, o las mariconeras, o incluso el lino –algo que jamás debiera haber abandonado el universo de la ropa de cama, a menos que quieras parecer un traficante de armas en Ibiza–, han recibido el menosprecio al que ha sido sometida la camisa de manga corta. Llega el verano –cada año hay uno–, y vuelve el eterno debate sobre si un hombre debe vestir esta prenda. Es como el artículo sobre lo bien que se está en Madrid en agosto o el que versa sobre el retorno de Marbella como destino chic.

A estas alturas, ya debería estar totalmente normalizado el uso de la camisa de manga corta. Pues no. Una cosa es que no todo valga cuando se lleva camisa de manga corta, otra muy distinta es que no valga ponerse una. A pesar de que modelos como aquel de rayas de Sandro reinterpretado por Zara fuera una de los textiles más instagrameados el pasado verano, o de que Ryan Gosling la luciera con extrema elegancia en Cannes hace un par de años, la camisa de manga corta sigue teniendo un numeroso y belicoso ejército de detractores, tan variado como opciones de corte, tejido o estampado de esta prenda existen hoy en el mercado. Aquí estamos a favor. Pero tenemos unas normas.

Esta camisa de rayas chillonas y, por supuesto, manga corta de Zara fue la prenda viral del verano pasado.
Esta camisa de rayas chillonas y, por supuesto, manga corta de Zara fue la prenda viral del verano pasado.

Para empezar, no estamos muy de acuerdo con esas camisas de manga corta que parecen versiones sin tela del codo para debajo de las clásicas de popelín que se llevan bajo el traje en invierno. Quienes visten así son aquellos que, tratando de evitar la falta de decencia estética asociada a la ropa veraniega, se les va la mano en la negación estacional.

El escritor Miqui Otero lo explica: “Vestir en verano es como emborracharse en una boda: hay un pacto tácito que permite perder la dignidad sin mucha condena social. Incluso con cierto aplauso si se hace de forma extrema. Hay muchas formas de perderla, en mi opinión, y una de ellas es por exceso de celo: esos que insisten en vestir en verano como una adaptación de su mismo vestuario en invierno. Esto pasa mucho con determinadas subculturas: camisa negra de manga corta, pero sin perder el cinturón con hebillaca y todo el resto del pack. Pero es solo una forma de perder la dignidad; hay más: los Crocs, flip-flops de noche, riñonera para llevar el pastillero y el monedero y el móvil y el tabaco que es que es muy cómodo, esa camiseta que se convierte en navaja suiza (pijama de noche, vestuario de día), paleta de colores demasiado chillones, de los que se dice que son veraniegos (hablar de colores con adjetivos que se dirigen a humanos debería estar penado, en este campo y en el de los vinos)”.

“Vestir en verano es como emborracharse en una boda: hay un pacto tácito que permite perder la dignidad sin mucha condena social"

Miqui Otero, escritor

Pero el vacuo intento de vestirse como si fuera otra estación no es el mayor de los crímenes que se pueden cometer con la camisa de manga corta y que ha hecho que paguen mangas justas por cortes y combinaciones pecadoras. El terreno es resbaladizo, eso es innegable. La línea que separa la guayabera elegante de parecer uno de Los Soprano o un dictador africano es delgada. La que separa la camisa hawaiana que remite a Tom Selleck en Magnum PI de aquella que hace que parezca que espías a tus vecinas adolescentes es igual del fina. Luego, están los pecados capitales y sin redención posible. A saber, la camisa de manga corta con corbata, que le estaba fenomenal a Michael Douglas en Un día de furia para enfatizar su desequilibrio mental. Y ya.

El periodista Mariano Ahijado, ávido usuario de estas prendas, tiene sus propias normas. “Manga corta larga. Hasta el codo. Y amplia, que baile. Que recuerde un poco a la camiseta de béisbol. Y sin abrochar todos los botones que se abrochan habitualmente. Cuanto menos contacto con la piel mejor. Menos abierta. Es una prenda para pasar menos calor. La parte funcional es importante. Me gusta con pantalón corto, la mejor manera de convencer a quien haya que convencer de que se puede ir en pantalón corto a trabajar. Es una prenda menos piscinera que una camiseta y menos de chiringuito que un polo. Permite unos diseños y estampados, incluso tejidos (seda), diferentes. Son dos o tres meses con otro estilo, te ayuda a cambiar. Otro aire. Está bien que la ropa de invierno descanse. Incluso en conjunto con el pantalón. Como un traje de verano. Pantalón corto y camisa de manga corta. Pero de nuevo amplio. Es un poco como el lino. Ceñido resulta contradictorio”.

Tom Selleck, con una de sus célebres camisas hawaianas, en 'Magnum P.I.'.
Tom Selleck, con una de sus célebres camisas hawaianas, en 'Magnum P.I.'.Foto: Cordon

Miqui Otero también tienen sus filias en el epicentro y en los alrededores de esta prenda: “Es evidente que quedan objetivamente mal debajo de la americana de un traje (esto es así; el efecto es similar al de llevar All Stars con traje o a esos calcetinicos sin caña -que no se ve que están ahí pero que si te fijas están- de cuyo nombre no quiero acordarme). Pero sería ponerse muy rigorista condenar el uso de la camisa de manga corta por decreto y de manera genérica. Creo que, al revés, una camisa chula puede ser la última baza digna para el hombre que no puede tirar de vestidos. A mí me gustan tradicionalmente las de cuadros (Brutus, Ben Sherman), pero también las Oxford blancas y azules (no salmones y rosas), incluso las guayaberas contenidas”.

Sea como sea, se lleve como se lleve y se combine como se combine, hay algo refrescante en la camisa de manga corta: se trata tal vez de la única prenda con la que muchos hombres se atreven con estampados, colores y cortes que no aparecen en ninguna de las otras que tiene en su vestuario. Obviamente, los usuarios circunstanciales de esta alegarán –no sin parte de razón– que es simplemente la hermana desnutrida de la camisa de manga larga, pero lo cierto es que existen pocas prendas con las que sobrellevar este calor con dignidad a cualquier edad. “Siempre las odié, porque, para el verano me gustaban las de manga larga para remangar. Cuando me vine a vivir a Madrid, descubrí por qué en esta ciudad se llevan tanto: por el calor que hace. Una de manga larga es más guay, pero no tiene sentido llevar una camisa remangada a 41 grados. Así, aprendí a seleccionar las que me gustaban. Descubrí las vintage de manga corta, que tienen mangas cortas largas”, cuenta Daniel Ramos, especialista de moda y márquetin, quien a pesar de vestir camisa de manga corta mantiene más de 20.000 seguidores en Instagram.

Sí, esta prenda es de verano. Solo de verano. Y es como un Gremlin: si se la pone el primer día en que empieza a refrescar se convierte en un monstruo que devora sin piedad su reputación. Por eso se recomienda, aunque la canícula se alargue, guardarla a mediados de septiembre.

"Un bronceado Armie Hammer con sus bíceps y su camisa Oxford de manga corta desabrochada consiguió devolver todo su esplendor a esta prenda".

Katie Gatens, periodista

Hace unos años, el célebre periodista de moda británico Luke Leitch escribió un alegato a favor de esta prenda. En el texto comentaba que le había hablado a sus compañeras en la sección de moda del rotativo británico Daily Telegraph de lo que iba a publicar y todas fruncieron el ceño. Ninguna chica estaba a favor de la camisa de manga corta. “Hace poco estuvo mi madre en casa y me vio con una, y me dijo si estaba loco, que para manga corta, las camisetas”, recuerda Ramos.

Afortunadamente, no todas las integrantes del sexo femenino están en contra de esta prenda. Cada vez hay más conversas. Por ejemplo, la periodista británica Katie Gatens: “El verano pasado el mundo de la moda se agitó. No fue por la gala del MET ni por los premios de la academia. No, fue por una pequeña película llamada Call Me By Your Name, que redefinió la forma en que los hombres debían vestirse en verano. Un bronceado Armie Hammer con sus bíceps y su camisa Oxford de manga corta desabrochada consiguió devolver todo su esplendor a esta prenda. Incluso la camisa hawaiana que hasta hace poco asociábamos con el atuendo de un padre haciendo una barbacoa ha recibido el visto bueno del mundo de la moda. Si algo es suficientemente bueno para Gucci…”.

Si todos estos argumentos aún no le han convencido, Idoia Sota, nuestra editora en Icon Design, tiene uno al que le va a resultar imposible resistirse: “Hay que ahorrar en materiales, y eso incluye la tela de las mangas”. Si no lo hace por temperatura, ni por estilo, al menos hágalo por el planeta: póngase una camisa de manga corta.

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Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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