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Pinceladas prodigiosas

Behrouz Mehri (AFP)

MÁS QUE UN ARTE, un estado mental. Una meditación. Una evasión de las miserias cotidianas. Un milagro de silencio y creación. El shodo (camino de la escritura) es la caligrafía japonesa. Sus técnicas ancestrales, provenientes de China —al igual que el sumi-e, el dibujo monocromático en tinta negra—, son practicadas hoy sobre papeles de arroz por cada vez más urbanitas deseosos de encontrar espiritualidad y relajación frente a la saturación tecnológica. Pero el shodo también forma parte de la enseñanza de los niños japoneses. Y cada año, una selección de los mejores en la disciplina participan en el concurso anual de caligrafía que se celebra en Tokio, donde está tomada esta imagen.

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