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Columna
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Franco CFA: el vestigio colonial de Europa

Desde 1945, Francia tiene la última palabra sobre la moneda que usan 155 millones de personas en 15 países africanos

Ana Fuentes
Foto de archivo del presidente francés, Emmanuel Macron, en Ouagadougou (Burkina Faso).
Foto de archivo del presidente francés, Emmanuel Macron, en Ouagadougou (Burkina Faso). PHILIPPE WOJAZER (REUTERS)

No estuvo muy acertada Melania Trump en su visita a Kenia en octubre al coronar su atuendo de exploradora con un salacot. Posiblemente, la primera dama de EE UU no sabía que ese sombrero fue el preferido de los exploradores en África, antes de convertirse en símbolo de opresión. En Europa, sin embargo, conservamos un vestigio colonial más importante que suele pasar inadvertido para los medios internacionales: el franco CFA, la última divisa colonial. Desde 1945, Francia tiene la última palabra sobre la moneda que usan 155 millones de personas.

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Tras los acuerdos de Bretton Woods se estableció que el franco CFA sería la moneda común 14 países subsaharianos (Benin, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea Bissau, Malí, Níger, Senegal, Togo, Guinea Ecuatorial, Gabón, Camerún, República del Congo, Chad y República Centroafricana) y las Islas Comores. Primero ligado al franco francés, hoy el CFA mantiene la paridad con el euro (1 euro equivale a 655 francos CFA). Esto le da una estabilidad que no tienen otras divisas vecinas: su convertibilidad la garantiza el Estado francés (no la Unión Europea); la inflación se mantiene a raya. A cambio, esos 15 territorios tienen la obligación de depositar la mitad de sus reservas en el Tesoro galo.

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Naturalmente, en África existen posiciones dispares sobre lo que simboliza esa moneda que ni siquiera se imprime allí, sino en la Auvernia, en pleno centro de Francia. Sus mayores detractores lo llaman “nazismo monetario”. Acusan a los gobernantes africanos de serviles; de ser meras élites extractivas que no quieren desligarse de la metrópoli para amasar dinero y poder comprarse pisos en París gracias a la libre convertibilidad y la libre circulación de capitales. El verano pasado diez raperos de siete países se unieron para cantar en inglés, en francés, en wolof y en bambara Siete minutos contra CFA. El vídeo ha sido un éxito en Internet. El economista togolés Kako Nubukpo cree que es el momento de crear una divisa africana y dejar atrás “la de papá”. El senegalés Abdoulaye Ndiaye piensa que ha promovido la estabilidad pero necesita un replanteamiento para darle más soberanía monetaria a los Estados africanos.

Las empresas francesas en zona CFA pueden repatriar libremente su dinero. Pero esa convertibilidad no se refiere a los intercambios entre las tres zonas del sistema CFA. Es decir, que se facilita la inversión francesa en África, la repatriación de capital y la importación de materias primas por parte de Francia, pero se bloquea el comercio interafricano.

En Francia es un debate recurrente: a cada presidente que llega al Elíseo se le pregunta por el CFA. Reconocen que es un vestigio colonial, pero alegan que los gobiernos africanos lo quieren. Emmanuel Macron ha dicho que Francia apoyará lo que elijan los dirigentes africanos. Nicolas Sarkozy directamente afirmó que era impensable terminar con el CFA por la salud de las economías africanas y porque desencadenaría una catástrofe para el Tesoro galo. “Podría llevar a Francia al puesto número 20 de las economías del mundo”, dijo. Es un cordón umbilical de unos 17.000 millones de euros en reservas del Tesoro francés. Quizás, como señaló el presidente de Chad, Idriss Déby, en una de las pocas críticas de un dirigente local, ese dinero sería más útil en África.

@anafuentesf

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Sobre la firma

Ana Fuentes
Periodista. Presenta el podcast 'Hoy en EL PAÍS' y colabora con A vivir que son dos días. Fue corresponsal en París, Pekín y Nueva York. Su libro Hablan los chinos (Penguin, 2012) ganó el Latino Book Awards de no ficción. Se licenció en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y la Sorbona de París, y es máster de Periodismo El País/UAM.

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