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Reencuentro con mi escolta

Estanis Amuchastegui, exdirigente del PSE de Andoain, se encuentra con quien fue su guardaespaldas durante los meses más duros de la violencia terrorista en la localidad guipuzcoana

El exalcalde de Andoain, Estanis Amuchastegui, y su antiguo escolta, Óscar Bruña.Vídeo: JAVIER HERNÁNDEZ / PAULA CASADO / JOSÉ LUIS ARANDA

Es hora de siesta en Andoain (Gipuzkoa) y el sirimiri comienza a empapar la plaza que presiden el Ayuntamiento y la Parroquia de San Martín. Allí, a pocos metros de la escultura con la que Agustín Ibarrola homenajeó la memoria de Joseba Pagazaurtundua, sargento de la Policía local asesinado por ETA en 2003, se produce el abrazo de dos personas que lo conocieron de cerca. Un abrazo que ha tardado “seis o siete años”. Ninguno de los dos recuerda con exactitud la última vez que se vieron, pero sí recuerdan la primera. Era octubre del año 2000. El Gobierno Vasco había aprobado la inclusión de escoltas de empresas de seguridad privadas para proteger a los objetivos de la banda terrorista. Óscar Bruña, vallisoletano de 46 años, tenía entonces menos de 30 y trabajaba en una de esas empresas. Estanis Amuchastegui, andoaindarra de 66 años, era dirigente del PSE local, partido con el que luego obtendría un acta de concejal e incluso se convertiría en alcalde. En los siguientes meses pasarían muchas horas juntos. “Estanis era muy disciplinado”, recuerda Bruña. “Sabía lo que me estaba jugando y no me jugaba yo solo, también se jugaban ellos”, asiente Amuchastegui.

No era una época fácil en Andoain. El antiguo edil y su familia sufrieron varios ataques contra su vivienda y su coche. Incluso se fueron a vivir por temporadas a San Sebastián. Pero los mayores golpes que le dio la banda terrorista en los primeros años del siglo fueron los asesinatos de dos de sus amigos: Pagazaurtundua y el periodista José Luis López de Lacalle (en mayo de 2000). Son los peores momentos, pero entre ellos también había tiempo para cultivar la relación humana. El aprecio que Bruña cogió por Amuchastegui fue tanto que, cuando ya había dejado de ser su escolta, siguieron viéndose de tanto en tanto y hasta le pidió que fuera él quien lo casara. Ahora, ante el anuncio de la disolución de ETA, el guarda quiere entregarle algunos recuerdos. Entre ellos, el informe que elaboraron sobre el G-442, el número que identificaba al político socialista como objetivo a proteger. Páginas y páginas con croquis de su lugar de trabajo, matrículas de todos sus vecinos, horarios de actividades habituales… Amuchastegui lo recoge con gusto y dice que, aunque ya no sea necesario, piensa guardarlo como recuerdo. “Esto no es ningún final -asegura- los hemos derrotado".

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