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Reportaje:REPORTAJE

Andoain, el 'corredor de la muerte' vasco

La negativa del PNV a remover al alcalde de Batasuna en Andoain tras el asesinato de Joseba Pagazaurtundua, jefe de la guardia municipal de esa población, aparece como un gesto elocuente en la estrategia soberanista de acumulación de fuerzas desplegada por el nacionalismo vasco. Andoain se ha convertido asimismo en el más escandaloso exponente de la depuración ideológica que se practica en Euskadi. "Nos han condenado a la pena capital y en cuanto pueden ejecutan a uno de nosotros. Aquí vivimos como si estuviéramos en el corredor de la muerte", dice Estanis Amutxastegi, concejal de este municipio guipuzcoano. Hay quienes, como el ex consejero de Cultura del Gobierno vasco y nacionalista muy crítico con la deriva de su partido, Joseba Arregui, sostienen que Andoain es el centro de operaciones a pequeña escala de lo que el futuro soberanista depara a los vascos.

¿Por qué Andoain es el agujero negro en el que se pierde la pista de los 'comandos' que huyen de la policía? ¿Por qué no hay detenciones desde hace años?

Hace nueve años, el 16 de septiembre de 1994, bajo un cielo que los asistentes a aquel acto recuerdan plomizo, frío y lluvioso, varias decenas de militantes socialistas se congregaron en Andoain para honrar la memoria de un vecino asesinado un año antes en aquel mismo lugar de la calle Eskolak. Se trataba de un anciano de 78 años, antiguo guardia civil, que murió destrozado por la explosión de una bomba lapa adosada a su coche. La idea del homenaje, bastante excepcional en aquellos años, había partido del mismo Joseba Pagazaurtundua, preocupado por la indiferencia que había rodeado aquella muerte y deseoso de confortar en algo a la familia de la víctima que un año después del atentado permanecía anímicamente deshecha. Dos de los socialistas que depositaron flores en el lugar del asesinato, José Luis López de la Calle y Joseba Pagazaurtundua, han muerto a manos de ETA; varios más han abandonado el País Vasco, y el resto viven hoy escoltados. Desde que empezó su particular calvario con el Pacto de Lizarra, la kale borroka ha destruido los coches y quemado las casas de los concejales socialistas, además de someterles a una campaña despiadada de amenazas con llamadas, pasquines, pintadas y dianas, una campaña que ha alcanzado, incluso, al portavoz municipal del PNV, Mikel Arregui, tenido por moderado.

Cielo encapotado

Tres semanas después del asesinato de Pagazaurtundua, militante socialista y miembro también de ¡Basta Ya!, el pueblo de Andoain amanece bajo el mismo cielo encapotado, aseado de pintadas e instalado de nuevo en la acostumbrada atmósfera de falsa normalidad. "Ya hemos dejado de hablar de lo de Joseba, que era mi maestro y mi amigo. Estamos muy dolidos y lo que hacemos es dejar pasar el tiempo. Dicen que el tiempo lo cura todo", comenta el nuevo jefe de la Policía Municipal, Pedro Rodríguez. No hay convicción y sí mucha amargura en sus palabras. El bar en el que abatieron a su jefe se encuentra bastante animado y ya no quedan flores ni escritos en la acera que recuerden el atentado. Ha llovido bastante desde entonces, y, además, el juez Del Olmo ha clausurado cautelarmente la sede del periódico en euskera Egunkaria, situada precisamente en ese municipio. Ya dice el cura párroco José Ramón Iurrita que esa es una medida que ha sentado muy mal en el pueblo, que no se entiende en absoluto, que él conoce a Marcelo Otamendi y que, en fin, que no ve conexión alguna, aunque, claro, quién sabe.

La herriko taberna (local de Batasuna) de la calle Mayor, zona liberada de los jóvenes borrokas, ha abierto sus puertas de par en par y la Casa del Pueblo ha hecho lo propio, pese a que ya no está Joseba para levantar la persiana. "No nos hemos hecho todavía a la idea, todavía pensamos que debe de estar de vacaciones y que en cualquier momento entrará por la puerta", dice José Antonio Pérez Gabarain, alcalde de Andoain en los tiempos en los que nacionalistas y socialistas colaboraban lealmente en la gobernabilidad municipal. Para no quedar atrapados en el sótano en caso de que les incendien el local, los socialistas han construido una salida de emergencia que desemboca en una trampilla, cerca ya de la puerta de entrada de la sede. En la plaza del Ayuntamiento cuelga de una farola el cartel, por el momento intacto, con la leyenda "Bakea, ETA ez" (Paz, ETA no) junto a otro que reclama el regreso a Euskadi de los presos de la organización terrorista. Es una muestra elocuente de hasta qué punto PNV-EA pueden quitar y poner en este municipio, apoyarse alternativamente en los socialistas o en Batasuna.

¿Pero por qué el PNV se ha negado a remover de su puesto al alcalde que no condena el asesinato de su jefe de policía. ¿Qué pasa en Andoain para que los socialistas locales sean perseguidos con tanta saña? ¿Por qué Andoain es el agujero negro en el que se pierde la pista de los comandos que huyen de la policía? ¿Y por qué no se producen detenciones desde hace años? "Porque ya en Lizarra asumieron nuestra exclusión política y porque el PNV no quiere indisponerse con Batasuna para poder recoger mejor sus votos". "En Andoain nos persiguen con especial virulencia porque, tanto Batasuna, como el PNV y nosotros, tenemos cinco concejales cada uno, y somos una alternativa seria de gobierno municipal". "Lo que pasa es que desde los tiempos de la autovía de Leizarán hay una infraestructura de kale borroka y de ETA que la policía no ha tocado", responden los concejales socialistas. Dicen que en un pueblo de 14.500 habitantes -ha perdido casi dos mil vecinos en los últimos cinco años- creen saber quiénes son sus agresores, pero que no tienen pruebas. "Respecto a la policía, lo que digo", señala Estanis Amustxastegi, "es que o los terroristas de Andoain son los mejores del mundo, cosa que no creo, o los ertzainas son los peores policías del mundo, cosa que tampoco creo".

Joseba Arregui, natural de Andoain, hermano del concejal del PNV, ha visto con alarma en las movilizaciones por el cierre de Egunkaria el propósito de identificar al Gobierno central y al PP con el franquismo. De hecho, políticos, literatos y gentes de la cultura en euskera han recreado estas semanas la idea del regreso al franquismo en las declaraciones en las que han presentado la suspensión de Egunkaria como un ataque al euskera y a lo vasco. Da igual que ese diario viva de las subvenciones públicas y que el Ejecutivo vasco, que maneja un presupuesto de un billón de pesetas, pueda sacar a la calle todos los periódicos en euskera que desee. El nacionalismo vasco se encuentra más cómodo instalado en esa retórica porque le permite reagruparse en el victimismo -"estamos peor que con Franco", ha declarado un escritor galardonado en España"-, soslayar la responsabilidad en la crisis y descalificar no sólo al Estado y a los tribunales de Justicia, sino también al PP, la segunda fuerza electoral vasca.

A juzgar por las reacciones suscitadas en el caso de Joseba Pagazaurtundua y al polémico cierre cautelar de Egunkaria, se diría que el nacionalismo está mucho más dispuesto a movilizarse por los atentados imaginarios a la lengua, por los pretendidos agravios del pasado que por las víctimas reales de carne y hueso que pude encontrar, por ejemplo, entre sus conciudadanos de Andoai

n. Ocultar datos

En las pasadas elecciones autonómicas, el PP obtuvo en ese municipio 1.600 votos, el doble que en los comicios municipales, pese a que los dos concejales de este partido no conocen prácticamente a ninguno de sus votantes. Como su compañero, Juan Carlos Cano, la concejala Vanesa Vélez, de 25 años, vive en San Sebastián y sólo visita Andoain cuando acude a los plenos, y no a todos, entre otras cosas, porque en el Ayuntamiento no tienen ya sus nuevos números de teléfono. "Eso espero al menos", indica. "Cuando salí concejala con 21 años fui lo suficientemente incauta como para dar en el Ayuntamiento mi dirección y mis teléfonos, que terminaron expuestos en los paredes de los bares de Batasuna. Ya no me pillan en otra", afirma. La escasa actividad municipal la canaliza a través de los socialistas, ya que no tiene relación con los demás grupos municipales.

Estado en que quedó el automóvil de Joseba Pagazaurtundua en una calle de Andoain.
Estado en que quedó el automóvil de Joseba Pagazaurtundua en una calle de Andoain.JESÚS URIARTE

La reinvención del franquismo

COMO TANTOS OTROS pueblos vascos, Andoain acogió en los años sesenta a una fuerte inmigración cuyo asentamiento físico en el pueblo, configurado en barrios sin una gran cohesión, aparece algo más marcada. Según el sacerdote Iurrita, la división sigue estando más en la esfera política que en la social, y las bodas, bautizos y comuniones dan prueba cotidiana del mestizaje, aunque claro, dice, "cuando salta la liebre y hay conflicto, todo se resiente". El nuevo jefe de la Policía Municipal Pedro Rodríguez, vascohablante, nacido en Andoain de padres castellanos, apela a su experiencia en la calle para subrayar, sin embargo, que esa división entre los "vascos" y "castellanos" no ha terminado nunca de cerrarse, pese a que, desde el punto de vista arquitectónico, los barrios han ido suturándose entre sí, rellenando los espacios vacíos con nuevas construcciones de protección oficial destinadas a los jóvenes. Según él, los reproches a los vecinos de origen foráneo que "llevan 30 años y no han cogido ni el acento", o que "no defienden la nacionalidad vasca", siguen estando plenamente vigentes, al igual que las discusiones familiares por los orígenes de los pretendientes de los hijos. Los socialistas locales creen que, efectivamente, en esta situación de conflicto hay un reverdecimiento de los viejos prejuicios, de los antiguos reflejos, aunque la admisión a la comunidad nacionalista se efectúe ahora por la adhesión a sus postulados políticos, más que por el origen. Es una reacción paralela, quizá, a lo que Joseba Arregui llama la "creación del nacionalismo como identidad antiespañola" y "la construcción de lo vasco a partir de la reinvención del franquismo".

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