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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Miedo a la razón científica

La actitud política hacia la homeopatía y otros insultos a la inteligencia es incompatible con un Estado moderno, laico y racional

Javier Sampedro
Farmacia homeopática en Benarés, India.
Farmacia homeopática en Benarés, India.Jorge Royan/CC

¿A qué viene tanta opacidad? Los diputados especializados en sanidad del Grupo Popular en el Congreso han recibido esta semana al lobby homeópata (los médicos, farmacéuticos y veterinarios que defienden esa terapia anticientífica y fraudulenta), y parece ser que la conversación que mantuvieron es alto secreto, como si hubieran estado discutiendo de fabricar la primera bomba atómica española. "No te voy a decir la postura del PP", fue lo más parecido a una declaración que tuvo a bien hacer la portavoz de Sanidad del Grupo Popular, Teresa Angulo. Luego añadió que su partido no tiene una idea preestablecida sobre la homeopatía, lo que puede explicar la declaración anterior, si bien se mira. La otra parte, los defensores de lo indefendible, también eligió callar. Tal vez tampoco tengan ni idea de homeopatía. Lee en Materia la crónica de este despropósito pseudocientífico, pseudopolítico y paranormal del que solo ha salido el silencio.

Salvo Ciudadanos, los partidos no se atreven con las supersticiones de la gente

La actitud de estos políticos se puede entender: basta ponerse sus mismas gafas graduadas por un electoralismo estrecho. Puesto que la mitad de los españoles cree que la homeopatía funciona, razonarán estos representantes del pueblo, denunciar esa práctica como una estafa puede ser arriesgado a la hora de contar votos. Si la mitad de los españoles creyera en la transmigración de las almas, la pena de muerte o las virtudes del sufrimiento humano, estos representantes del pueblo serían capaces de convertir todos esos cantos de sirenas en proposiciones de ley. La verdad no les importa. No son más que calculadoras humanas que saben sumar y restar escaños. La verdad no vende en nuestros días: cada partido puede elegir la que más le convenga.

Es bien curioso que el único partido que se ha atrevido a impulsar una iniciativa parlamentaria contra los chamanes y los farsantes haya sido Ciudadanos. Ni el PP, ni el PSOE ni Podemos parecen interesados en promover la racionalidad científica. No se trata solo de la homeopatía, sino también de la eutanasia, de la muerte digna, de la independencia del Estado de las jerarquías eclesiásticas. Salvo Ciudadanos, los partidos no se atreven con las supersticiones de la gente. Preferirán pactar con el mismísimo diablo antes que enfrentarse a él. Y, si esto ocurre con las cuestiones donde la razón científica está tan clara como el agua pura, no sé qué podemos esperar de la política en las cuestiones más complejas y turbias, como las que llenan las primeras páginas estos días. Si nuestros dirigentes consideran útil ignorar la verdad, la seguirán ignorando por los siglos de los siglos. Pobre razón. Pobre país.

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