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Pese al tratamiento, los pacientes con anorexia pueden sufrir secuelas

Tras la terapia, algunos mantienen un sistema de recompensa elevado a la inanición y al deseo de estar más delgadas, comparado con población libre de trastorno

Carolina García
getty

La obsesión patológica por perder peso. La distorsión de ver una imagen que no es real. La anorexia es un trastorno que no solo afecta a los kilos, parte muy importante, ya que la pérdida sistemática de peso puede llevar a la muerte de la persona que la padece, pero también el daño incipiente en el cerebro del chico o chica con este trastorno alimentario. De difícil solución, pero posible, exige un tratamiento global de la persona que actúe sobre su estado físico, social y emocional.

Según el DSM-V, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales y biblia para los psiquiatras y psicólogos, la anorexia se produce cuando la persona cumple una serie de criterios en relación con la sintomatología que presenta, referidos al rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal considerando la edad y la talla; al miedo intenso a ganar peso o convertirse en obeso, a la distorsión de la imagen corporal y a la presencia de amenorrea en mujeres -desaparición de la menstruación-, entre otros. El criterio de gravedad se basa fundamentalmente en el percentil del Índice de Masa Corporal, según sea un niño o un adolescente quien padece este trastorno.

Se estima que en Estados Unidos al menos 30 millones de personas de todas las edades y géneros sufren un trastorno alimentario y de ellos casi un 1% de su población padece anorexia. Una de cada cinco muertes producidas por este trastorno son suicidios. En España las estadísticas arrojan datos escalofriantes: se estima que una de cada 100 adolescentes padece anorexia nerviosa, según datos de la Cruz Roja.

Sin causa conocida, pudiendo ser esta genética o conductual, uno de los efectos secundarios negativos y más estudiados que tiene la anorexia es su afección en el sistema nervioso, tanto al cerebro como a los nervios neuronales. La mayoría de las anorexias conviven de la mano con trastornos de ansiedad.

Cerebro y anorexia

En una investigación reciente, publicada en American Journal of Psychiatry y elaborada con 21 adolescentes mujeres de 16 años con este trastorno, antes y después de someterse a tratamiento, y en la que los investigadores contaron también con un grupo control de 21 jóvenes sin trastorno, el análisis determinó que el cerebro de estas pacientes con trastorno todavía tenía un sistema de recompensa elevado a la inanición y al deseo de estar más delgadas en comparación con los participantes libres de anorexia.

“Cuanto más afectado estaba el cerebro, más difícil era tratar la enfermedad -con el objetivo de que la paciente ganara peso- . Incluso tras el tratamiento sus funciones cerebrales no se recuperan del todo”, aseguran los autores. “Puede que la clave esté en la dopamina -neurotransmisor que está presente en diversas áreas del cerebro y que es especialmente importante para la función motora del organismo-, mediando en la capacidad de aprendizaje y desempeñando un papel fundamental en la patología propia del trastorno”, asegura Guido Frank, autor principal y profesor de la Universidad de Medicina en Colorado. “Las respuestas a las recompensas se normalizaron después del aumento de peso, pero aún se mantuvieron elevadas, lo que indica que las personas con anorexia no se curaron del todo. Aunque la anorexia nerviosa es difícil de tratar, estudios como este revelan cada vez con más exactitud lo que está sucediendo en el cerebro de estas pacientes. Y si comprendemos lo que ocurre, se podrán desarrollar mejores estrategias para tratar el trastorno”, concluye el experto.

“Efectivamente, el cerebro de las pacientes adolescentes con anorexia sigue alterado tras el tratamiento, lo que eleva el riesgo de recaídas y además presenta diferencias sutiles, pero impactantes en comparación con el de las personas que nunca han tenido que luchar contra la enfermedad”, asegura la doctora Marina Díaz Marsá, jefa de la unidad de trastornos de conducta alimentaria (TAC) del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid. “La anorexia sigue siendo un problema de salud pública que arruina la vida de las pacientes y sus familiares”, ha reiterado la experta en un comunicado. La ciencia aún no ha descubierto si "estas diferencias neurobiológicas están presentes antes de que se desarrolle la enfermedad, si son predictores físicos de la mismas o si son las cicatrices que deja la falta de ingesta prolongada", concluye Díaz Marsá, informa EFE.

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Sobre la firma

Carolina García
La coordinadora y redactora de Mamas & Papas está especializada en temas de crianza, salud y psicología, y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es autora de 'Más amor y menos química' (Aguilar) y 'Sesenta y tantos' (Ediciones CEAC). Es licenciada en Psicología, Máster en Psicooncología y Máster en Periodismo de EL PAÍS.

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