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Por qué hacerse una manicura ‘low cost’ es una idea nefasta

Hasta hace un par de años nadie podía imaginar que este simple tratamiento de manos escondiera riesgos para la salud. ¿Maquillarse las uñas puede resultar nocivo?

Nueva York, octubre de 2016. “Todos los nails bars de la ciudad deberán tener un sistema de ventilación adecuado para proteger a los manicuristas y a los clientes de los daños potenciales para la salud de determinados productos químicos usados para realizar manicuras y pedicuras”. La ordenanza municipal neoyorkina se refiere, ante todo, a la peligrosidad de algunos principios activos utilizados en las conocidas como manipedis semipermanentes. Un chollo estético que cumple sobradamente con la promesa de mantener unas uñas perfectamente maquilladas durante tres semanas como mínimo. Un gancho que ha seducido a millones de mujeres en todo el mundo, pero cuya trastienda no es tan feliz como la pintan. ¿Por qué?

Las primeras alarmas se disparan en el 2012, cuando la Academia Estadounidense de Dermatología emitió un comunicado de prensa advirtiendo de los daños que el protocolo de aplicación pueden ocasionar en la calidad de las uñas, la piel que las circunda y las vías respiratorias y pulmones de los especialistas que lo practican con asiduidad. Un estudio publicado por Chris Adigun, dermatólogo jefe de la Universidad de Nueva York, en la revista Journal of Cosmetic Dermatology, comprobó, gracias a una prueba denominada microscopia reflectante confocal realizada antes y después del proceso, cómo las uñas sometidas a una manicura de este tipo se debilitaban y descamaban; y aparecían pequeñas lesiones en las láminas ungulares.

"Las manicuras semipermanentes 'low cost' debilitan, descaman y provocan lesiones en las láminas ungulares. Por los químicos del esmalte o por la acetona necesaria para eliminarla" (Chris Adigun, dermatólogo)

Aunque el análisis no fue capaz de dilucidar si esta debilidad era debida a los principios químicos presentes en el gel que se empleaba para alargar la permanencia de la laca o a la acetona pura que se usaba para eliminarla, la incertidumbre generó una observación activa por parte de los dermatólogos hacia este nuevo procedimiento. Sin embargo, el beneficio para las mujeres era tal (es fácil encontrar ofertas en salones de belleza en torno a los 12 euros), que pocas se resistieron a la tentación de lucir una manicura o pedicura impecable, hicieran lo que hicieran con sus manos o pies, que duraba tanto como la uña tardaba en crecer.

En abril de 2015, la dermatóloga tinerfeña Nayra Merino aseguraba en un comunicado: “Este procedimiento ha provocado un aumento de las dermatitis de contacto que se ven en consulta y que puede llegar a causar infecciones, asma y rinoconjuntivitis”. Aunque la disyuntiva de si es la pintura en sí o la acetona lo que provoca estos daños aún está por resolver por parte de la ciencia, “de lo que no hay duda es de que si se utilizan de manera continuada y permanente este tipo de esmaltados desembocarán en enfermedades de las uñas u otras patologías sistémicas, ya que el estado de las uñas es clave en el diagnóstico de enfermedades renales, hepáticas, endocrinas y cutáneas”, explica la especialista.

Villanos de colores

Si siguiéramos los consejos de Bastian González (manicurista gurú de celebrities de todo el mundo), las uñas se deberían maquillar como la piel; es decir, aplicar la laca por la mañana y retirarla por la noche para permitir que respiren libremente. Incluso va más allá: aboga por la simple hidratación de la uña y un pulido. Sin más. ¿Significa esto que hay que renunciar a maquillarse las uñas más allá de una jornada? No, rotundamente. “El quid de la cuestión está en realizar la operación con aquellos esmaltes libres de agentes tóxicos, tanto por inhalación como por contacto, y de ejecutar las manipedis con mimo y precisión”, defiende Mónica Ceño, directora de The Lab Room, uno de los centros pioneros y más prestigiosos en el cuidado de las uñas.

¿Cómo podemos distinguir un buen esmalte de otro potencialmente nocivo? “En la actualidad”, explica Andrés Martín, químico de la firma Orly, “las lacas se clasifican por niveles: 3 free, 4 free,…hasta 7 y 10 free. A mayor índice numérico, más bio o vegana es su formulación y menos lesiva para la lámina ungular, la cutícula y la piel circundante. “El trío tóxico por excelencia es el compuesto por el DBP (ftalato de dibutilo, que se emplea como plastificante); el tolueno (utilizado como diluyente) y los formaldehídos (que endurecen y aportan adherencia)”, alega Javier Rincón, director general de Masglo Europa.

En esta lista de malvados habría que añadir los acrilatos, el alcanfor, parabenos, tripolifosfato de sodio, gluten y la hidroquinona metiléter, también conocida como mequinol, presente en algunos de los topcoat que se aplican en la fase final de las manicuras semipermanentes en centros “muy asequibles, pero poco recomendables”, considera Martín. Esta última es la responsable de intoxicaciones y alergias tanto por inhalación como por contacto. Como consejo infalible: a la hora de comprar o elegir un esmalte no hay que dejarse guiar únicamente por el color y el precio final, un simple vistazo a los componentes de su fórmula puede salvar las uñas de alergias, infecciones y debilidades posteriores. En cuanto al espacio para hacerse la manicura debe estar debidamente ventilado, el especialista equipado con mascarilla y los utensilios desinfectados debidamente para evitar contagios, como reza la ordenanza neoyorkina.

Estos lo hacen bien

Bautizadas como neoesmaltes, son aquellos que respetan tanto a las personas como al medioambiente, es decir, libres de ingredientes químicos tóxicos o de activos de origen animal innecesario. De ahí que muchos las denominen veganas. Entre las más destacables están las de OZN, lanzadas en 2015 por la empresaria alemana Nina Skarabela, clasificadas como 7 free. Y la gama Breathable, de Orly, dotada con una tecnología oxigenante revolucionaria, “que crea sobre las uñas una película no oclusiva que permite que el aire y los agentes hidratantes penetren en ellas, al contrario de lo que ocurre con los esmaltes tradicionales”, informan.

Lo barato sale caro

Según un estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), de 16 esmaltes de gel semipermanentes adquiridos en portales como Amazon (los botes procedían de Holanda y China) o en webs especializadas en productos cosméticos para profesionales, solo 9 cumplían la normativa de Sanidad. Los 7 restantes o no estaban etiquetados correctamente o rebasaban con creces los límites de algunos químicos tan nocivos como la mencionada hidroquinona metiléter, responsable de intoxicaciones y alergias tanto respiratorias como tópicas. La OCU concluye con una recomendación: comprar únicamente aquellas marcas de reconocido prestigio, cuyo precio es más elevado, pero que preservan la legislación y la salud.

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