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Columna
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Ineptos

Cuando no tenemos ni atisbo de cómo mejorar la vida de nuestros semejantes, reivindicamos una revolución

Félix de Azúa

Lo juzgó con lucidez Leopardi mucho antes de que las vanguardias políticas y artísticas comenzaran su heroica travesía hacia la nada: “Presumen de rehacerlo todo porque no saben hacer nada”, escribió. Era una premonición de nuestro tiempo. Cuando el teléfono, el ordenador, el cónyuge o la tostadora se nos hacen viejos, bizqueamos delante del ente porque no tenemos ni la más remota idea de cómo repararlo y además sale muy caro. Así que lo tiramos y corremos al almacén a comprar otro nuevo.

En política sucede lo mismo: cuando nos percatamos de que no sabemos hacer nada, entonces exigimos tirar al vertedero la máquina social y comprar otra en Venezuela. No teniendo ni atisbo de cómo mejorar la vida de nuestros semejantes, reivindicamos una revolución. Por suerte todo suele quedar en un cambio del callejero. Así ha sido en Grecia.

Syriza se presentó como un partido capaz de arrasarlo todo y comenzar de cero. El lío griego era de tal magnitud que parecía preferible tirarlo a la basura y volver a empezar como si nada. Al final han acabado por llamar a los expertos europeos a ver si saben poner en marcha la maquinita. Los de Bruselas parece que tienen algunas ideas sobre lo que se puede hacer cuando uno ha fracasado en la reparación de la tostadora. Sobre todo porque la tostadora es suya. Por fortuna para los griegos, ni siquiera Tsipras es tan tonto como para creer sus propias simplezas. Suponemos que fue un duro golpe ver cómo le aplaudían llenos de fervor Pablo Iglesias y Marine Le Pen. En ese momento se le hizo la luz. “Debo de haber dicho una estupidez”, pensó para sí al ver a la pareja arrebatada por el entusiasmo. Y llamó a reparaciones urgentes. Un poco tarde, ¿verdad?

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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