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Columna
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Zombis

Pero los disidentes no eran bienvenidos en la fiesta de la reconciliación amorosa entre el gobierno norteamericano y el régimen castrista

Fernando Savater

La otra noche, viendo la divertida película cubana Juan de los muertos,de Alejandro Brugués, tuve un sobresalto. Las escenas en que los protagonistas pelean contra hordas zombificadas que les acosan por las calles de La Habana me recordaron otras de la reciente cumbre de Panamá, en las que mis amigos del premio Sajarov Guillermo Fariñas, Berta Soler o Rosa María Payá se las veían en pugna desigual contra los habituales matones que la dictadura castrista envía allí donde pueden barrer disidentes. El informativo hablaba púdicamente de “enfrentamientos entre cubanos a favor y en contra de Castro”, como si fueran equivalentes. O sea que en la película de Brugués pelean cubanos a favor y en contra de convertirse en zombis…

Pero los disidentes no eran bienvenidos en la fiesta de la reconciliación amorosa entre el gobierno norteamericano y el régimen castrista. Estropeaban la alegría general por la nueva etapa que abre perspectivas económicas muy jugosas, aunque temo que sus beneficiarios principales no sean los cubanos que malviven en la isla: ojalá que les toque algo, lo deseo de corazón. Raúl Castro prometió que con respeto (a la dictadura) se podía hablar de todo, “incluso de derechos humanos”, aunque con paciencia, con mucha paciencia… Lo mismo ocurrió —aún lo recordamos los ancianos hoy tan desacreditados— cuando en 1959 el presidente Eisenhower vino a Madrid a dar su espaldarazo democrático a Franco. Para algunos empezó la era de los buenos negocios y la vida cotidiana de los zombis mejoró poco a poco: pero las cárceles siguieron llenas, la democracia prohibida y hubo algún fusilamiento que otro, aunque sólo quince años más. Paciencia…

Ahora parece que va el Papa a Cuba: con tal de que no lleve bajo palio a Fidel…

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