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Tribuna
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El nuevo ciudadano del siglo XXI

Unasur aspira a convertir Suramérica en una zona de paz en medio de un planeta azotado por guerras étnicas, luchas religiosas y conflictos propios de la Guerra Fría

La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) trabaja en una serie de proyectos que tienen que ver con los retos de nuestra región y que pretenden, en definitiva, formar al ciudadano suramericano del siglo XXI.

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El Consejo Suramericano de Defensa lanzó el 17 de abril la Escuela Suramericana de Defensa para definir una nueva política de seguridad regional a través de las academias militares del hemisferio.

Esta decisión fue tomada el día en que conmemoramos el octavo aniversario de Unasur, cuya nueva y moderna sede está situada en la Mitad del Mundo, Quito.

A diferencia de la vieja Escuela de las Américas, de poco grata recordación, que trabajaba bajo la hipótesis de que los países suramericanos eran potenciales enemigos entre sí, la nueva escuela parte de la confianza de las fuerzas públicas de la región para enfrentar amenazas comunes como el tráfico de armas, la trata de blancas, el lavado de activos o los desastres naturales.

Así, Unasur aspira a ratificar su referente fundacional: la preservación de Suramérica como una zona de paz en medio de un planeta azotado por guerras étnicas, luchas religiosas y conflictos propios de la Guerra Fría.

Este compromiso con la paz (seguramente refrendado con los acuerdos de La Habana, por los que el Gobierno de Colombia y las FARC pondrán término a un conflicto armado de más de 50 años) confiere autoridad a Unasur para demandar una solución a Guántanamo y a las Islas Malvinas, fantasmas de un colonialismo tan inaceptable como trasnochado a la luz de las nuevas reglas de la globalización y el multilateralismo.

En vista de nuestro escenario político, Unasur sigue trabajando muy activamente en el mantenimiento de la democracia. El panorama desolador de un hemisferio agobiado por las dictaduras militares quedó atrás. A lo largo de más de 120 elecciones libres celebradas durante los últimos 30 años, la región ha fortalecido su indeclinable vocación democrática. Lo hizo con decisión en Bolivia, Ecuador y Paraguay. Y lo sigue haciendo, con discreción pero con firmeza, para que los sucesos que afectan a Venezuela no impidan la celebración de unas elecciones parlamentarias en las que los venezolanos decidan sobre los proyectos políticos que hoy los dividen.

La vocación integracionista de Unasur va más allá de su función tutelar de estos valores. Siguiendo el mandato de los Jefas y Jefes de Estado trabajamos para profundizar la integración mediante iniciativas como “la ciudadanía suramericana” y “la convergencia económica”.

Un pasaporte suramericano daría libre movilidad para trabajar y estudiar

La ciudadanía suramericana busca asegurar la libre movilidad de los 400 millones de suramericanos por los 17 millones de kilómetros cuadrados que conforman nuestro territorio. Libre movilidad para que puedan conocer, estudiar, trabajar, disfrutar una pensión, recibir servicios y prestaciones sociales como parte de un “pasaporte suramericano” que reconocería, como en Europa, su doble nacionalidad. Que un médico colombiano pueda ejercer la medicina en Buenos Aires; que a un estudiante de Santiago de Chile le valgan sus estudios en Lima; que, como está sucediendo ya con la visa Mercosur extendida, los “sudacas” no necesiten emigrar a España para conseguir el trabajo que podrían encontrar en su propia región.

La propuesta de convergencia pretende sintonizar los distintos procesos subregionales que hoy actúan en Suramérica (Mercosur, Comunidad Andina, el Alba, la Alianza para el Pacifico, Aladi y Unasur) para aunar esfuerzos, eliminar duplicidades y sumar sus fortalezas a partir de tres agendas propuestas por Unasur.

Se trata de una Agenda Social encaminada a mejorar la inclusión social; una Agenda Económica que mejore las condiciones de competitividad mediante nuevas cadenas de producción que agreguen valor a lo que producimos o deberíamos producir, y, en fin, una Agenda Política centrada en la participación ciudadana. Pasemos, pues, de la visión a la acción. A una acción representada en bancos de precios de medicamentos; programas contra la obesidad infantil; facilidades de homologación de títulos; grandes proyectos de infraestructura, como un ferrocarril interoceánico; una Bienal de Arte de Buenos Aires que alterne con la de São Paulo, o la construcción de una red de fibra óptica regional, entre otras iniciativas.

Como decía: nuestro objetivo final es formar al nuevo ciudadano suramericano del siglo XXI: más solidario en lo social, más productivo en lo económico, más participativo en lo político y más comprometido en la defensa de su futuro, que es la preservación del medio ambiente.

Ernesto Samper Pizano es Secretario General de Unasur y fue presidente de Colombia.

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