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Más de 90 investigadores ucranios van a ser acogidos en centros españoles

Las universidades del país son reputadas en ciencias exactas e ingenierías. Muchos de los científicos tuvieron antes relación con sus nuevos lugares de trabajo

Guerra Ucrania
Los investigadores ucranios Marina y Aleksander Marinenko en el rectorado de la Universidad de Barcelona, el 29 de marzo.CRISTÓBAL CASTRO

La llegada de profesores y estudiantes refugiados de Siria (2015) y Afganistán (2021) quedó muy lejos de las expectativas de las universidades españolas, por eso en esta ocasión los campus, las comunidades autónomas y los ministerios implicados (Exteriores, Universidades y Ciencia) son cautos en las previsiones y tratan de contactar con investigadores ucranios ―mujeres u hombres de más de 60 años, el resto no puede salir del país― para que se establezcan en España y compartan su saber. Los científicos ucranios son especialmente solventes en ingenierías y las politécnicas están siendo especialmente receptivas. También el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) contratará a una treintena de investigadores desplazados y la cifra total superará los 90, según estimaciones de este diario.

El matrimonio Oleksandr y Marina Martinenko son los dos primeros profesores universitarios ucranios que han sido acogidos por la Universidad de Barcelona (UB). Ambos reflejan muy bien un patrón que se repite: llegan científicos a los centros españoles con los que se tuvo una relación previa. Ella es catedrática de Economía y él, de Medicina en la Universidad de Járkov. El matrimonio llegó a Barcelona el 26 de marzo tras un largo periplo hasta la frontera polaca. Ambos mantendrán su trabajo, en modo telemático, pero se incorporan al centro barcelonés como profesores visitantes, al menos, hasta finales de año. Oleksandr es especialista en el análisis de datos médicos para construir modelos y patrones que ayuden a prever el comportamiento cardiovascular. El profesor se ha integrado en la unidad de informática médica del hospital Clínic y dará apoyo como docente en el grado y el máster de Ingeniería médica. Por su parte, Marina, que se ha incorporado al Departamento de Economía Aplicada, está especializada en el análisis económico de las organizaciones sanitarias para detectar las ineficiencias del sistema y solucionarla.

Su llegada a Barcelona ha sido posible gracias a la mediación de Xavier Pastor, profesor de Medicina y jefe de Informática Médica del Clínic. Pastor y Oleksandr coincidieron en 1998 en un estudio de pediatría en internet, algo innovador teniendo en cuenta el estado de la red de redes en aquella época. Mantuvieron el contacto y en 2010 Martinenko estuvo en Barcelona como invitado de la universidad. De vuelta ahora a la ciudad, en un encuentro con la prensa, la pareja destacó la necesidad de sentirse “útiles”, así como la importancia de continuar con su tarea docente. “El conocimiento es el futuro, es la esperanza para nuestros hijos”, sentenció la catedrática.

El CIEMAT va a acoger durante un año a dos expertos en fusión nuclear de avanzada edad

Además del matrimonio Martinenko, la UB prevé incorporar en breve ocho investigadores más. Paralelamente, se ha abierto una línea de colaboración remota con docentes o investigadores que no han podido salir del país. En este caso, se les facilita la mentoría o cursos a distancia, además de su participación en seminarios o encuentros.

En el caso del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), emplazado en Madrid, también ha primado la relación anterior. Hay que remontarse a 1991 cuando en Járkov, durante una reunión científica, comenzó una exitosa colaboración del centro con un grupo mixto de investigadores de ambos países. El CIEMAT va a acoger durante un año a dos expertos en fusión nuclear de avanzada edad. Ya han llegado y la ministra de Ciencia, Diana Morant, les visitó. La treintena de contratos del CSIC está en “fase preliminar”, según su departamento de comunicación, por lo que no se conocen más datos.

El reparto de investigadores por España es muy desigual, de forma que pese a su enorme tamaño, la Complutense de Madrid no acoge a ningún investigador, mientras que en la Universidad de Vic, pequeña, ya se han incorporado ocho. La infrafinanciación de las universidades ―que perdieron un 20% de su presupuesto en una década― limita los movimientos de muchas instituciones, pero Javier Ramos, rector de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) en Madrid, reconoce que el dinero no es un problema en su caso, pues sus cuentas están muy saneadas. Por eso han creado una partida de 250.000 euros para atraer a sus campus a 16 profesores y si la demanda se desborda harían el esfuerzo para llegar a los 32. Aunque existe un acuerdo de palabra con las otras cinco universidades públicas madrileñas de derivar investigadores si se necesita.

La URJC, emplazada en la zona más pobre de Madrid, acoge este curso a 111 estudiantes ucranios cuyas familias se instalaron en la región como inmigrantes. Los alumnos, “muy trabajadores y motivados”, cuenta Ramos, se reunieron con el rector y le emplazaron a movilizarse y este, “en shock”, aceptó el reto. En paralelo, muchos profesores de la URJC comenzaron a recibir mensajes y vídeos pidiendo auxilio de científicos ucranios con los que tenían relación. La universidad ha expedido ya más de una veintena de cartas de invitación para que 16 acudan al menos hasta mayo en calidad de profesores visitantes “con las mismas condiciones que viajan nuestros profesores fuera”. Los nueve científicos que ya han llegado (ocho mujeres) residen en pisos o colegios mayores y reciben 1.500 euros al mes. Ramos insiste en que es un acto “de solidaridad”, por lo que no hacen llamamientos para determinados campos de conocimiento o para tender puentes para fomentar la internacionalización de la URJC.

La Universidad Carlos III de Madrid ha lanzado en inglés tres convocatorias distintas ―profesores visitantes, estancias de investigación y ayudas para investigadoras― y está tramitando nueve incorporaciones. Las ayudas aún no se han fallado. La Universidad de Sevilla tiene un proceso abierto con 100.000 euros de presupuesto, y la Politécnica de Cataluña está valorando la llegada de ocho. A la Politécnica de Madrid ha vuelto otra científica que estuvo en el pasado.

La UPV ha preparado ya un mooc para ayudar en la futura restauración de edificios y puentes en Ucrania”

La orientación internacional que quiere tener la Universidad de Burgos (UBU), localizada en una zona víctima de la despoblación, le ha hecho estar muy preparada para acoger alumnos y profesores ucranios, pues desde hace dos años tiene aprobado un protocolo de refugiados que incluye clases de español en su centro, alojamientos o asistencia psicológica. Las cuatro universidades de Castilla y León (Salamanca, Valladolid, León y Burgos) han pactado acoger cada una a 25 profesores o alumnos con financiación de la Junta, cuenta Ileana Greca, vicerrectora de Internacionalización y Cooperación de la UBU. Si logran más fondos, se abrirán a nuevos llamamientos. Su universidad tenía lazos con Georgia y algún proyecto en marcha con Ucrania. Cuando la guerra acabe, pretenden ayudar a reconstruir el país, “porque se construye lentamente y se destruye muy rápidamente”.

Un grupo experto en reconstrucción de la Politécnica de Valencia ha preparado ya un mooc (curso por internet abierto y masivo) para ayudar en la futura restauración de edificios y puentes en Ucrania. La relación de la UPV con este país es “histórica”, en palabras de su vicerrector de Internacionalización, “en especial con Kiev y Odesa”. José Monserrat explica que “son universidades pequeñas, pero tienen una buena formación de la escuela rusa. Son particularmente buenos, solventes, en matemáticas. Tienen una formación muy estricta”. Pero a su vez “hay escasez de laboratorios y vienen doctorandos y profesores a Valencia a usar medios que no están a su alcance”. Cuando estalló la guerra, no había en Ucrania ningún profesor o alumno de la UPV, pero esta sí tenía matriculados a 97 alumnos de grado o máster y seis doctorandos. Tras el inicio del conflicto han llegado ocho alumnas y se espera a siete investigadoras con la idea de una estancia de tres meses. Hasta 122 personas de la universidad mostraron su intención de acogerlas en sus casas.

Plataforma solidaria

Los profesores e investigadores que están llegando a España lo hacen gracias a contactos previos con docentes de las universidades de acogida. Pero un grupo de voluntarios de decenas de países también ha puesto en marcha la plataforma Science for Ukraine. En cada país cuentan con coordinadores nacionales, como Albert Palou, jefe de comunicación del Centro Tecnológico Beta de la Universidad de Vic (Barcelona). “Tras el inicio de la guerra, nuestro centro publicó en las redes sociales plazas vacantes para investigadores ucranios. Después vimos que mucha gente estaba haciendo lo mismo y decidimos coordinarnos entre nosotros para ordenar las ofertas”, comenta Palou.

La plataforma funciona como una base de datos que recoge más de un millar de plazas para estudiantes que puedan continuar sus estudios, para doctorandos o investigadores. Permite la búsqueda por áreas de conocimiento y por perfiles e incorpora el contacto directo con la persona que ha publicado la vacante. “Ponemos nuestro grano de arena, dentro de nuestras posibilidades, ante la impotencia frente al conflicto. Al menos ves que estás ayudando y que estos investigadores pueden seguir trabajando y después volver a su país y colaborar en la reconstrucción”, remata Palou.

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