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Se buscan premios Nobel para un contrato en la universidad por meses y sin sueldo definido: razón, Castilla y León

La Junta lanza un plan para atraer talento y escalar puestos en los ‘rankings’ de calidad científica en el que da “prioridad” a galardonados con las máximas distinciones para liderar proyectos que no tendrían tiempo de acometer

Elisa Silió
Albert Fert Premio Nobel
El premio Nobel de Física Albert Fert conversa con dos estudiantes en San Sebastián, en 2019, antes de ingresar en la UPN-EH.JAVIER HERNÁNDEZ

Hace una semana la Junta de Castilla y León lanzó en rueda de prensa su plan para atraer talento a la comunidad y a nadie extrañó que la convocatoria fuera dirigida preferentemente a premios Nobel y galardonados con las máximas distinciones científicas del mundo, pese a ser un contrato con una duración máxima de un año y un sueldo aún por definir. Ningún periodista preguntó, pero este martes el anuncio se convirtió en una noticia viral entre los investigadores españoles que no dan crédito a lo que tildan de “ocurrencia” del Gobierno de Castilla y León, en manos del PP y Vox.

“La Junta de Castilla y León lanza un nuevo programa, denominado Andrés Laguna, para incorporar investigadores de alto impacto y de relevancia internacional. Tendrán prioridad quienes hayan sido galardonados con el premio Nobel, pero también tienen cabida otros de similares características como el Abel o la medalla Fields”, se explica en la nota sobre un plan dotado con una primera anualidad de millón y medio, pero con una dotación total de seis millones.

Pese a la eventualidad del contrato, el Ejecutivo se dirige a lo más granado de la comunidad científica mundial. La Unión Matemática galardona cada cuatro años con la medalla Fields el descubrimiento más sobresaliente en matemáticas; y el rey de Noruega concede cada año el premio Abel, dotado con 777.000 euros. En todo caso, el aspirante tiene que aparecer en el Highly Cited Researchers, de Clarivate Analytics, que reconoce al 1% de los investigadores más citados del mundo en su área de conocimiento.

Visto el revuelo, desde el departamento de Comunicación de la Consejería de Educación de la Junta se explica que el programa está “en período de propuestas”, pues las universidades de Valladolid, Salamanca, Burgos y León y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) tienen hasta el 1 de septiembre para presentar la lista de investigadores que querrían contratar y el proyecto de I+D. Está “por concretar” la cuantía del contrato y aunque se prolonga “por un período de duración mínimo de seis meses y máximo de 12 meses” ―según la convocatoria publicada en el portal de Educación―, la idea es extenderlo “hasta tres o cuatro años” si el proyecto lo requiere. Pero la oferta, de facto, es por menos de 12 meses.

La duración del contrato sorprende especialmente a los investigadores, porque la figura de investigador distinguido de la Ley de Ciencia, a la que se remite la convocatoria, no estipula un tiempo ―”el contrato tendrá la duración que las partes acuerden”―, pero deja claro que su objeto es “la dirección de equipos humanos como investigador principal dirección de centros de investigación o transferencia de conocimiento e innovación, o de instalaciones y programas científicos y tecnológicos singulares”. Con un contrato de menos de un año no es factible ser investigador principal de un proyecto.

Tener un Nobel de Física, Química, Medicina o Economía en plantilla garantiza subir peldaños en los listados de calidad universitaria, especialmente en el caso del ranking Shanghái, el más prestigioso, que penaliza a los campus que no han albergado en sus aulas como alumnos o profesores a ganadores de las máximas distinciones científicas. Lo sabe bien la Universidad Complutense de Madrid, que durante años se ha beneficiado de haber tenido en plantilla a dos Nobel de esas especialidades (Severo Ochoa y Santiago Ramón y Cajal). El docente se valora más que el estudiante en el ranking Shanghái, cuanto más antiguo es el galardón, menos puntúa, y caduca. Los Nobel anteriores a 1931 no cuentan; por eso la Complutense solo puntúa ahora por Ochoa.

Excelente carta de presentación

Tener en plantilla a un Nobel es una excelente carta de presentación para ganar competitivos concursos internacionales de fondos para investigar y es la mejor puerta para tejer una red de contactos en el extranjero. Lo sabe bien la Universidad del País Vasco (UPV-EHU), la mejor financiada por un Gobierno autonómico en España, que en plena pandemia, en 2020, contrató a un premio Nobel en Física. En enero entró en plantilla el francés Albert Fert, galardonado en 2007, para potenciar los proyectos del departamento de Física de Materiales de la facultad de Química. La universidad no ha desvelado los detalles del contrato que completa con estancias en el centro de excelencia Donostia International Physics Center. El contrato de Fert permite a la UPV-EH el intercambio de personal predoctoral y de investigación con el grupo UMR-Thales Palaiseau, que Fert dirige en la Politécnica de la Universidad Paris-Saclay. Un segundo nobel de Física, George, Smoot, fue anunciado pero no tomó posesión del cargo. “Hemos creado un entorno científico que resulta atractivo para investigadores de primer nivel mundial. Su llegada a la UPV/EHU es muy positivo para la formación del alumnado de máster y doctorado, y su prestigio, además, se proyecta a todo nuestro alumnado”, afirmó su entonces rectora, Nekane Balluerka.

Esta práctica de reclutar a estrellas no convence a todos. Carles Ramió (Girona, 1963), catedrático de Ciencias Políticas y de la Administración de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, ironizaba en una reciente entrevista en EL PAÍS: “Eso de los premios Nobel, a veces me produce un poco de risa. Fichamos a Mario Vargas Llosa para que imparta unas cuantas conferencias y un curso de doctorado y ya podemos poner que tenemos un premio Nobel”.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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