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ELON MUSK
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Sobrevivirá Twitter, perdón X, a Elon Musk?

Muchos somos reacios a actuar como proveedores de contenido gratuito para un hombre que promueve a los supremacistas blancos

Elon Musk
Elon Musk, propietario de X. JOEL SAGET ( AFP / GETTY IMAGES )
Paul Krugman

Qué hace falta para destruir un nexo, un lugar, real o virtual, al que la gente acude porque espera encontrar a otras personas con las que desea interactuar? ¿Hasta qué punto hay que empeorar su experiencia para que dejen de acudir, iniciando una especie de espiral mortal? Elon Musk podría estar averiguándolo.

En muchos sentidos, la tecnología moderna ha reducido drásticamente la importancia de la distancia, y no solo la física, sino también otras distancias más abstractas. Nunca ha sido tan fácil como ahora relacionarse con personas de países, profesiones y estratos sociales diferentes. Pero incluso en este mundo encogido existen nexos sostenidos por lo que los economistas denominan externalidades de red. Los grandes centros financieros del mundo son nexos: la gente hace negocios en Nueva York o Londres porque muchos otros hacen lo mismo. En un sentido más abstracto, el dólar estadounidense es un nexo: la gente realiza pagos en dólares y posee valores estadounidenses porque gran parte del mundo depende de esos mismos activos.

El carácter autorreforzante de los nexos los hace muy duraderos. Nueva York se convirtió en la principal ciudad de Estados Unidos gracias en buena medida al Canal de Erie, pero sigue siendo la metrópoli más poblada del país un siglo y medio después de que los canales pasaran a ser básicamente irrelevantes para la economía, porque algunas empresas, especialmente en el sector financiero, ven grandes ventajas en estar cerca de otras empresas con actividades afines.

En un sentido más profundo, el papel internacional del dólar refleja el mismo tipo de lógica. El dólar se convirtió en la principal divisa internacional —convirtiéndose básicamente para otras monedas nacionales en lo que el dinero es para otros bienes— cuando Estados Unidos pasó a dominar la economía mundial.

La hegemonía económica de Estados Unidos es mucho menos notoria en la actualidad, pero la gente sigue utilizando dólares para los negocios transfronterizos, principalmente porque mucha otra gente hace lo mismo. Los mercados de divisas suelen implicar el cambio de divisas por dólares; los contratos se facturan en dólares para minimizar el riesgo debido al predominio de los préstamos denominados en dólares, y las empresas se endeudan en dólares porque sus contratos también son en dólares. Y a pesar de las constantes exageraciones sobre la inminente desaparición del protagonismo internacional del billete verde, ese protagonismo parece ser tan fuerte como siempre. Aunque los nexos son muy persistentes, su durabilidad no es ilimitada. Si Nueva York se convirtiera realmente en el lugar tan horrible que los republicanos afirman que es, seguramente se acabaría su hegemonía financiera. Si Estados Unidos incumpliera el pago de sus deudas como resultado de la política de riesgo calculado, el dólar podría ser destronado.

De momento, nada de esto está ocurriendo. Pero X, antes Twitter, pronto podría ofrecer una lección de lo que se necesita para hacer que un nexo implosione.

Twitter, entre su fundación en 2006 y su adquisición por parte de Musk el año pasado, se había convertido en una importante plaza pública, un lugar donde la gente que sabía algo sobre un tema podía compartir sus conocimientos. Al igual que muchos de mis compañeros periodistas y académicos, yo utilizaba Twitter para enterarme de novedades interesantes. Esta red social era especialmente importante como fuente de enlaces, tanto a reportajes serios como a nuevas investigaciones.

No quiero idealizar el Twitter anterior a Musk. Siempre hubo mucha desinformación y comportamiento antisocial en la plataforma. Hace tiempo que dejé de leer las respuestas de la gente a la que no sigo, en parte porque cualquiera con un gran número de seguidores recibía demasiadas respuestas como para seguirle el ritmo, pero también porque la hostilidad ad hominem de muchos analistas llegaba a ser cansina. Aun así, Twitter, utilizado con cuidado, era muy útil, especialmente cuando se producían acontecimientos importantes.

Sin embargo, con Musk, la experiencia ha ido empeorando constantemente. Las marcas azules, que solían ser una forma de verificación, se convirtieron en algo por lo que pagabas y ahora suelen ser señal de que eres un troll (no, yo no pagué por la mía). Musk ha convertido la plataforma en un espacio seguro para los que niegan las vacunas, los antisemitas y otros. Y no hace mucho, X empezó a eliminar los titulares de los enlaces a artículos de noticias, de modo que no se puede ver fácilmente de qué tratan los artículos (algo que parece intrascendente, pero, por experiencia, puedo decir que es sumamente perjudicial).

La crisis de Oriente Próximo ha supuesto la primera gran prueba para la plataforma muskificada, y mi percepción, compartida por muchos, es que está obteniendo unos resultados pésimos.

¿Es este el punto de inflexión? No tengo datos concretos, pero mi sensación es que podría serlo. Cada vez más personas a las que sigo publican material útil en otras plataformas, sobre todo en Threads y Bluesky (que de momento es solo mediante invitación, pero está creciendo rápidamente).

Es cierto que la gente sigue mirando X para informarse, porque no todo el mundo aparece en las otras plataformas, y mucha gente publica dos o tres veces, por lo que su material sigue apareciendo en X. Pero la cantidad de información útil en X parece estar disminuyendo, en parte porque algunos de nosotros somos reacios a actuar como proveedores de contenido gratuito para un hombre que promueve a los supremacistas blancos. Y la cantidad de cosas útiles en otras plataformas está aumentando rápidamente, lo que hace que X resulte menos esencial. Esto es exactamente lo que uno esperaría ver si X estuviera entrando en una espiral de la muerte. Se necesita mucho para destruir un nexo bien consolidado, pero parece cada vez más seguro que Elon Musk esté a la altura de la tarea.

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