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Macroeconomía
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿A dónde va la inflación? El ‘kaizen’ tiene la respuesta

La adopción del proceso de mejora continua, como ha hecho Amazon, es importante en la evolución de los precios

Inflación
Un portacontenedores en el puerto de Tokio el pasado mes de octubre.Koji Sasahara (AP)
Ángel Ubide

Los índices de precios han aumentado de manera considerable en casi todo el mundo, alcanzando tasas interanuales en muchos casos no vistas desde los años 1970. El debate sobre si estos aumentos son transitorios o permanentes se ha politizado, y se ha transformado en una toma de posiciones basadas, en muchos casos, en opiniones preconcebidas. Aquellos que siempre han mantenido que la expansión de los balances de los bancos centrales y de la deuda y déficits fiscales generaría inflación dicen que ya lo veían venir —aunque esa predicción no haya sido cierta durante un par de décadas, y siga sin serlo en Japón—. Aquellos perennemente preocupados por los efectos de segunda ronda —los aumentos de salarios que podrían seguir a los aumentos de precios— han elevado su hipotético nivel de alarma, aunque hasta la fecha haya escasa evidencia. Por ahora estamos viendo aumentos de precios puntuales en muchos sectores, con causas múltiples y diversas, más que un aumento de la inflación debido a factores macroeconómicos. Por supuesto que es posible que la inflación esté aumentando de manera persistente. Pero también hay factores que sugieren lo contrario. ¿Conocen el kaizen? Lean hasta el final.

La distinción entre aumentos de precios e inflación parece un argumento semántico, pero no lo es. Porque, piensen un momento, ¿qué es la inflación? Estrictamente hablando, inflación es la tasa de variación de los precios. Pero, ¿a qué nos referimos en concreto cuando nos preocupa la inflación? ¿A un aumento sostenido y generalizado de los precios? ¿Un aumento de las expectativas de inflación? ¿Un aumento simultáneo de los salarios y los precios?

En el episodio actual, los precios están aumentando en muchos sectores debido a la combinación de dos factores: el persistente (pero no permanente) efecto de la reapertura postcovid en la composición de la demanda de bienes y servicios; y el aumento de los precios de las materias primas debido a la combinación de escasez de producción y cambios en la demanda.

La reapertura postcovid ha generado un aumento drástico del consumo de bienes respecto al consumo de servicios, que ha generado los ya famosos cuellos de botella en el comercio internacional. Y este aumento drástico de la demanda de bienes, combinado con una cadena de suministros global hiperoptimizada y frágil, que se ha roto en múltiples puntos, ha generado un efecto escasez y un aumento exponencial de los precios de algunos de estos bienes. El mejor ejemplo es el del precio de los automóviles en Estados Unidos. Debido entre otras cosas a la escasez de semiconductores, los precios de los vehículos usados han aumentado casi un 40% en 2021 —y, como resultado, casi la mitad del aumento de la inflación subyacente en EE UU en 2021 se ha debido al precio de los automóviles—. ¿Es esto un aumento puntual de los precios, o inflación? Llevará tiempo digerir estos cuellos de botella, pero en algún momento se volverá a la normalidad una vez que se acabe la escasez de semiconductores y se amortiguarán, o se podrían revertir en parte, esos aumentos de precios. Si a raíz de eso se debilita rápidamente la inflación subyacente, ¿será una caída puntual de precios, o deflación?

De manera similar, el aumento exponencial de los precios de algunas materias primas, como el gas natural, responde a la combinación de un aumento de la demanda de bienes, cuya manufactura es muy intensiva en energía, y a una oferta muy escasa y rígida debido, entre otros factores, a la incertidumbre derivada de las políticas de transición ecológica. Una vez que se normalice la demanda de bienes es posible que caigan los precios energéticos. ¿Será una caída puntual de precios, o deflación?

Por supuesto que a estos aumentos de precios ha contribuido la intensidad del consumo derivado del éxito de las políticas económicas adoptadas para gestionar la crisis de la covid-19. Pero cualquier análisis del aumento de precios basado en la típica curva de Philips —que explica la variación de los precios en función del exceso de demanda, las expectativas de inflación, y factores exógenos de oferta— concluirá que la mayoría del aumento se debe a los factores exógenos de oferta.

Por eso quizás es más útil analizar qué está sucediendo en la economía que pueda anticipar dónde se estabilizará la inflación en los próximos años, una vez que estos factores exógenos de oferta se disipen. ¿Cómo ha cambiado la economía durante la pandemia?

Uno de los cambios más importantes es el drástico aumento del consumo online, forzado inicialmente por las restricciones a la movilidad pero con visos de convertirse en algo habitual en nuestras vidas. La comodidad de hacer tres clics en el móvil y recibir el pedido en casa es demasiado tentadora. ¿Qué implica esto para la inflación futura?

La clave puede residir en una palabra japonesa, kaizen: el proceso de mejora continua. Como cuenta Christopher Mims en un fascinante libro, Arriving Today, la decisión de Amazon de prometer con Amazon Prime la “entrega en dos días” aceleró el proceso de optimización de la distribución comercial, aumentando la automatización y la productividad del sector. Y esto implica, casi con seguridad, un formidable contrapunto a las tensiones inflacionistas.

Porque el método Amazon convierte los centros de distribución comercial en plantas manufactureras. Si usted compra en Amazon un libro, una camiseta, y una plancha, estos tres productos llegarán a esos centros de distribución procedentes de todo el mundo, y allí se ensamblarán en un paquete con su nombre. El sofisticado proceso de ensamblaje de pedidos individuales utiliza las técnicas de optimización de la manufactura industrial, del kaizen: la eliminación constante de ineficiencias y la reducción de la volatilidad e incertidumbre de los procesos, donde los algoritmos marcan la pauta y el ritmo y los humanos completan los procesos que los robots todavía no saben hacer. Los humanos realizan labores repetitivas y físicamente intensas al ritmo marcado por los algoritmos y la cadena de ensamblaje, que se deben remunerar con sueldos atractivos que compensen la dureza del trabajo y la productividad generada. Por eso Amazon y empresas similares, allá donde están, marcan el suelo de los salarios de baja cualificación y generan presión competitiva para aumentar la productividad. Por eso los aumentos de salarios en EE UU, que por ahora se concentran en la parte baja de la distribución, no se han traducido en aumentos generalizados de la estructura salarial.

La inflación es notoriamente difícil de predecir, y más en periodos de múltiples shocks como el actual. Los aciertos y los errores de la política económica futura, que determinarán el anclaje de las expectativas de inflación, y la adopción del kaizen en partes cada vez más amplias de la economía, son mucho más importantes para determinar su evolución futura que la magnitud del aumento de precios actual.

@angelubide

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