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El vicepresidente de la Fed dice que el Silicon Valley Bank es “un caso de libro de mala gestión”

Los supervisores del banco central tenían identificados buena parte de los problemas en 2021 y 2022

Federal Reserve Board Vice Chair for Supervision Michael Barr
Michael Barr, vicepresidente de Supervisión de la Reserva Federal, en una imgen de septiembre de 2022.Manuel Balce Ceneta (AP)
Miguel Jiménez

La investigación no ha terminado, pero el vicepresidente de Supervisión de la Reserva Federal, Michael Barr, lo tiene claro. “La quiebra del SVB [Silicon Valley Bank] es un caso de libro de mala gestión”, según el adelanto que ha publicado este lunes de la intervención inicial que hará este martes en su comparecencia ante el Senado. Barr acude al Capitolio en medio de las dudas sobre si el banco central ha cometido errores de supervisión que han conducido a una crisis bancaria que amenaza a la economía.

Lo curioso es que, según el relato de Barr, los supervisores tenían bastante identificados los problemas de la entidad. “Tenemos que preguntarnos por qué el banco no fue capaz de solucionar y abordar los problemas que identificamos en el tiempo suficiente. No es tarea de los supervisores solucionar los problemas detectados, sino de la alta dirección y del consejo de administración del banco”, dice el vicepresidente de la Fed.

En 2021, al ver que el banco crecía y cobraba mayor importancia, se le trasladó a un grupo de supervisión más estricta, con contacto permanente y con vigilancia sobre riesgos de solvencia, liquidez, ciberseguridad, explica Barr. A finales de 2021, los supervisores detectaron deficiencias en la gestión del riesgo de liquidez del banco. Hubo seis señales de alarma (”hallazgos de supervisión”) en las pruebas de estrés de liquidez del banco, la financiación de contingencia y la gestión del riesgo de liquidez. En mayo de 2022, los supervisores emitieron otros tres hallazgos relacionados con la vigilancia ineficaz del consejo, las deficiencias en la gestión del riesgo y la función de auditoría interna del banco.

En el verano de 2022, los supervisores rebajaron la calificación de la gestión del banco a “aceptable” y calificaron la gobernanza y los controles de toda la entidad como “deficiente-1″. Estas calificaciones significan que el banco no estaba “bien gestionado” y estaba sujeto a restricciones de crecimiento. En octubre de 2022, los supervisores se reunieron con la alta dirección del banco para expresar su preocupación por el perfil de riesgo de tipos de interés del banco y, en noviembre de 2022, los supervisores entregaron al banco una conclusión de supervisión sobre la gestión del riesgo de tipos de interés, según el testimonio de Barr.

La caída del banco, paso a paso

Esa supervisión no evitó la caída del banco, de la que Barr hace un preciso resumen. El vicepresidente de la Fed explica que el SVB tenía un modelo de negocio concentrado, al servicio del sector tecnológico y del capital riesgo. También, que creció muy rápidamente, triplicando el tamaño de sus activos entre 2019 y 2022. Durante la fase inicial de la pandemia, y con el sector tecnológico en auge, el SVB experimentó un crecimiento significativo de los depósitos. El banco invirtió los ingresos de estos depósitos en valores a más largo plazo, para aumentar el rendimiento y sus beneficios.

Sin embargo, “el banco no gestionó eficazmente el riesgo de tipo de interés de esos valores ni desarrolló herramientas, modelos y métricas eficaces de medición del riesgo de tipo de interés”, según Barr. “Al mismo tiempo, el banco no gestionó los riesgos de sus pasivos”, añade. Esos pasivos se componían en gran medida de depósitos de empresas de capital riesgo y del sector tecnológico, que estaban muy concentrados y podían ser volátiles.

Como esas empresas no suelen tener ingresos de explotación, mantienen grandes saldos en los bancos para hacer frente a las nóminas y pagar los gastos de explotación. “Estos depositantes estaban conectados por una red de empresas de capital riesgo y otros vínculos, y cuando comenzaron las tensiones, esencialmente actuaron juntos para generar un pánico bancario”, dice el vicepresidente de la Reserva Federal.

“El banco esperó demasiado tiempo para abordar sus problemas e, irónicamente, las medidas que finalmente adoptó para reforzar su balance desencadenaron la fuga de depositantes no asegurados que condujo a la quiebra”, añade Barr.

El vicepresidente de la Reserva Federal recuerda que el miércoles 8 de marzo, SVB anunció que había materializado una pérdida de 1.800 millones de dólares en una venta de valores para obtener liquidez y que planeaba ampliar capital. Los depositantes no asegurados interpretaron estas acciones como una señal de que el banco estaba en apuros. “Se centraron en el balance del banco y no les gustó lo que vieron”, sostiene Barr.

En las redes sociales se empezó a hablar de una fuga de depósitos y los clientes no asegurados (con saldos de más de 250.000 dólares) retiraron fondos a un ritmo extraordinario, sacando más de 40.000 millones de dólares en depósitos del banco el jueves 9 de marzo. El jueves por la noche y el viernes por la mañana, la entidad comunicó que esperaba salidas aún mayores ese día. El banco no tenía suficiente efectivo ni garantías para hacer frente a esas salidas extraordinarias y rápidas, y el viernes 10 de marzo quebró, resume Barr. El pánico se apoderó de los depositantes restantes del SVB, que vieron peligrar sus ahorros y que sus empresas corrían el riesgo de quedarse sin nómina debido a la quiebra de la institución financiera, con lo que las autoridades actuaron para evitar el contagio, garantizando todos los depósitos de la entidad.

Supervisión y regulación

Al hacer autocrítica, Barr admite que quizá los umbrales de tamaño que usa el banco central no siempre son un buen indicador del riesgo, especialmente cuando un banco tiene un modelo de negocio no tradicional. Pero admite que la singularidad de este banco y su orientación al sector tecnológico no lo son todo, pues al final su caída se produjo por una mala gestión de los riesgos de tipos de interés y de liquidez, bien conocidos en la banca.

“Nuestro examen se plantea varias cuestiones: ¿Hasta qué punto es eficaz el enfoque de supervisión para identificar estos riesgos? Una vez identificados los riesgos, ¿pueden los supervisores distinguir los riesgos que suponen una amenaza material para la seguridad y la solidez de un banco? ¿Disponen los supervisores de las herramientas necesarias para mitigar las amenazas a la seguridad y la solidez? ¿La cultura, las políticas y las prácticas del Consejo y de los bancos de la Reserva apoyan a los supervisores en el uso eficaz de estas herramientas?”, indica Barr.

La Reserva Federal no solo está analizando qué falló en la supervisión una vez que se habían detectado las deficiencias, sino también si una regulación más estricta (como la previa a la contrarreforma de 2018, bajo el mandato de Donald Trump) podría haber evitado esa crisis. En este punto parece apuntar a que no hubiera cambiado gran cosa con la anterior ley.

Mirando al futuro, Barr sí que considera que hay que redoblar los esfuerzos para mejorar la resistencia del sistema bancario. Y propone medidas concretas: “Es fundamental que propongamos y apliquemos las reformas finales de Basilea III, que reflejarán mejor los riesgos comerciales y operativos en nuestra medición de las necesidades de capital de los bancos. Además, de acuerdo con nuestra notificación previa de propuesta de normativa, tenemos previsto proponer un requisito de deuda a largo plazo para los grandes bancos que no sean G-SIB, de modo que dispongan de un colchón de recursos de absorción de pérdidas para apoyar su estabilización y permitir una resolución que no plantee un riesgo sistémico. Tendremos que mejorar nuestras pruebas de resistencia con múltiples escenarios para que capten una gama más amplia de riesgos y descubran canales de contagio, como los que hemos visto en la reciente serie de acontecimientos. También debemos explorar cambios en nuestras normas de liquidez y otras reformas para mejorar la resistencia del sistema financiero”, concluye.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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