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El BCE completa su repliegue al dejar de comprar deuda mediante su principal plan anticrisis

Las subidas de inflación en España y Francia vuelven a meter presión a la entidad para subir más los tipos de interés

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, en un acto la semana pasada en Finlandia.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, en un acto la semana pasada en Finlandia.TARMO LEHTOSALO (AFP)
Lluís Pellicer

El Banco Central Europeo (BCE) empieza a recoger este miércoles la última vela que aún tenía desplegada desde la época en la que se marcó como objetivo sacar a flote a la zona euro. La autoridad monetaria deja ya de reinvertir los vencimientos de su principal programa de compra de deuda (APP, por sus siglas en inglés) para reducir su balance. Eso se traduce en una rebaja de su cartera de bonos de unos 15.000 millones de euros al mes. Este mes, además, el BCE prevé subir de nuevo los tipos de interés, hasta el 3,5%. Los repuntes de la inflación en Francia y España a las puertas de esa reunión meten más presión a la institución para seguir con esa escalada del precio del dinero a partir de primavera.

La institución que preside Christine Lagarde culmina el cambio de rumbo que emprendió de forma brusca en 2022, cuando los precios se dispararon por el alza de la energía. En apenas un año, el BCE ha puesto fin a dos programas de compras de deuda, ha cortado las barras de liquidez barata de los bancos (las llamadas TLTRO) y ha subido los tipos de interés del 0% al 3%. Este miércoles da un paso más: empieza a reducir el balance del conjunto de los bancos centrales de la zona euro. Desde que acabó las compras de los programas APP y PEPP (vinculado a la pandemia), el Eurobanco usaba los pagos recibidos cuando vencía un bono para comprar más y mantener su balance. Ahora dejará de hacerlo con el APP, que representa más del 40% de la cartera de la entidad.

En realidad, el BCE ya había empezado a soltar lastre el año pasado. Los bancos centrales de la moneda única cerraron 2021 con un balance de 8,56 billones. Esa cifra reflejaba las extraordinarias compras que había efectuado en los últimos ocho años para romper la atonía de los precios del Viejo Continente y combatir la pandemia: según un informe de CaixaBank Research, su cartera de deuda pasó de suponer el 20% del PIB de la zona euro en 2014 al 70% a mediados de 2022. A finales del año pasado, sin embargo, Fráncfort decidió acabar con la liquidez barata a la banca para cortar sus beneficios caídos del cielo. Con ello, el BCE ya acabó el año con un balance inferior, de 7,95 billones de euros. También con pérdidas, que tuvo que contener echando mano a sus provisiones.

La autoridad monetaria ahora dará un paso más al dejar de reinvertir esos 15.000 millones de deuda mensuales. Los mercados creen que el BCE deja un hueco importante y, de hecho, la rentabilidad de los bonos públicos ha crecido sin parar desde comienzos de 2022. El cupón del bono alemán rebasaba este martes el 2,65%, el de España superaba el 3,6%, y el de Italia, el 4,5%. El BCE podía reinvertir en los últimos meses con flexibilidad, es decir, podía ir al auxilio de los países con más problemas con su deuda. Sin embargo, las estadísticas del BCE muestran que, al menos desde septiembre, no lo ha hecho ni con España ni Italia. Entre otras cosas, porque las primas de riesgo siguen bien ancladas.

Inflación impulsada por los beneficios

CaixaBank Research calcula que con la retirada del BCE las necesidades de financiación de España serán de alrededor del 5% del PIB después de años de no tener problemas para captar fondos. Pero el repliegue no es total y, de hecho, todavía quedarán las reinversiones del PEPP, el programa vinculado a la pandemia. “El endurecimiento cuantitativo y el reembolso de las TLTRO significan que es probable que los activos del BCE disminuyan alrededor de una cuarta parte para fines de 2024″, señalan desde la consultora Capital Economics, que opina que el reembolso de las TLTRO tendrá un “impacto macroeconómico insignificante”.

Las ventas de deuda, sin embargo, no serán la principal arma de la entidad para combatir la inflación. El BCE sigue considerando que la herramienta fundamental para aplacarla la constituyen las subidas de los tipos de interés. El economista jefe y miembro del comité ejecutivo del Eurobanco, Philip Lane, confirmó que el precio del dinero subirá en medio punto, hasta el 3,5%. A partir de ahí, Lane consideró que debe haber tres criterios para seguir adelante: las proyecciones que formula la propia institución a medio plazo; la evolución de la inflación subyacente, y cómo se plasma en la economía el endurecimiento de la política monetaria.

Por ahora, la subida de la inflación en España, hasta el 6,1%, y Francia, al 7,2%, mete presión de cara al consejo de BCE de este mes para seguir con la escalada. “Si se considera que el pronóstico de inflación no ha mejorado lo suficiente, o no estamos viendo un progreso suficiente en la inflación subyacente, o creemos que el mecanismo de transmisión monetaria está funcionando con demasiada lentitud, entonces puede decir con un conjunto de condiciones que un mayor tipo será deseable”, afirmó Lane, considerado del ala heterodoxa, en una entrevista con Reuters.

Por ahora, los mercados ya dan por descontado que el BCE llevará los tipos de interés más allá del 4% y extenderá ese ciclo incluso a 2024. En parte, eso se debe a los efectos de segunda ronda que, según admite Lane, están produciéndose a lomos de los márgenes empresariales. Sin embargo, el irlandés cree que la demanda se enfriará como consecuencia de la política del Eurobanco, que deberá permanecer durante un tiempo en territorio restrictivo. “Estoy totalmente de acuerdo con la filosofía de que, donde sea que lleguemos, debemos bajar lentamente hasta que tengamos una evidencia muy sólida, no solo en el pronóstico, sino también en nuestra evaluación continua de la inflación subyacente, de que estamos regresando a nuestro objetivo de inflación”, remacha Lane.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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