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España lidera el freno de la inflación en la eurozona al cierre de 2022, el año de los precios en máximos históricos

El IPC del área monetaria acabó el año en el 9,2%, casi cuatro puntos por encima del dato en España, un 5,6%

Un supermercado español anuncia en las etiquetas de precios que aplica las medidas del Gobierno para frenar la inflación.
Un supermercado español anuncia en las etiquetas de precios que aplica las medidas del Gobierno para frenar la inflación.ZIPI ARAGON (EFE)
Manuel V. Gómez

La subida de precios ha acabado el año perdiendo fuerza en la zona euro y, en España, más que en ningún otro país del área monetaria. La inflación sigue encaramada a alturas jamás vistas desde los años setenta, un 9,2% en la zona euro, según ha divulgado la oficina estadística Eurostat este viernes, aunque ya no se cuentan con dos dígitos. En España se enfila al 5,6% en términos armonizados, lo que significa que está 3,6 puntos porcentuales por debajo de la media de los Estados de la moneda única. La incertidumbre sobre qué pasará en este 2023 es muy elevada, pero, al menos, los dos últimos meses del año pasado han dado un respiro.

Nada de lo que ha pasado con la inflación desde hace una veintena de meses se explica sin contar con las cotizaciones de la energía, algo que se agravó en febrero con el comienzo de la invasión de Ucrania por Rusia. Los precios a los que ha llegado a pagarse el gas —casi 350 euros por megavatio hora (MWh) en agosto en el índice de referencia europeo (TTF), cuando un año antes rondaba los 30 euros MWh— han acabado por arrastrar al resto de productos y la inflación ha roto todos los máximos que incorporaba la serie histórica de la oficina europea de estadísticas. Y ha sido con la tregua que han dado los combustibles y las renovables, de la mano de una climatología propicia (viento, lluvia), cuando ha llegado el alivio.

Que París tenga temperaturas propias de Barcelona en estas fechas no es una buena noticia, excepto cuando la inflación ronda el 10% y un autócrata, Vladímir Putin, con la llave de paso del gas, gobierna uno de los países con mayores reservas, Rusia. Es decir, las temperaturas inusualmente altas de estas fechas han reducido el consumo de carburantes en las calefacciones y han rebajado la demanda: y a menor demanda, menor presión sobre los precios. Ese mismo gas, que en agosto llegó a 350 euros MWh, se ha pagado bastante por debajo de 100 euros MWh en los últimos días del año.

También las ayudas de todo tipo aprobadas por los gobiernos están muy vinculadas a la energía. Los 20 céntimos por litro que daba España al echar gasolina, la excepción que desliga la cotización del gas de los precios eléctricos en la península Ibérica, los subsidios a los hogares para pagar la factura energética que ha asumido Berlín y una larga lista en casi todos los países de la UE han acabado por traducirse en un IPC más bajo.

Sin embargo, se necesitan más de dos meses de desaceleración para saber si se cumplen los augurios del Banco Central Europeo (BCE), que en sus últimas previsiones sobre precios, divulgadas a mitad de diciembre, pronosticaba que el IPC de la zona euro había tocado techo en octubre. Es esta misma autoridad monetaria quien apunta a que hay que ser muy prudente por la cantidad de incógnitas que hay que despejar en los próximos meses, lo que los economistas suelen llamar incertidumbre. A saber: ¿Qué pasará en Ucrania? ¿Acabará pronto la guerra? ¿Qué tiempo hará en lo que queda de invierno? ¿Cómo afectará a los precios el final de las ayudas aprobadas por los gobiernos? ¿Cómo afectarán a los mercados de combustibles la decisión de la UE de poner un tope al precio del gas?

Inflación subyacente más alta

Todas estas incógnitas y el hecho de que el IPC todavía esté muy lejos del objetivo de inflación a medio plazo del BCE, el 2%, no llevan a pensar que el Consejo de Gobierno de este regulador que preside Christine Lagarde vaya a cambiar en el plazo más corto sus planes de continuar subiendo los tipos de interés. Para el servicio de estudios del banco holandés ING, hay otro elemento para sospecharlo: la inflación subyacente, la que deja fuera elementos más volátiles como el gas, los alimentos frescos, el alcohol o el tabaco, sigue creciendo, al pasar del 5% al 5,2%. “La repercusión retrasada de los elevados costes de producción y un mercado laboral aún fuerte sostendrán la inflación subyacente”, pronostica Oxford Economics, que pronostica un aumento de 50 puntos básicos en el precio oficial del dinero en febrero y marzo, hasta el 2,5%.

El frenazo de los precios en España, como en el resto de Europa, está muy vinculado a la energía. El propio Instituto Nacional de Estadística lo apuntaba en su comunicado del 30 de diciembre. En los últimos días del año, por ejemplo, la luz fue casi gratis en algunas horas de la madrugada: el día de Navidad, la media diaria fue de 15,24 euros. A esto hay que sumar todas las medidas que el Ejecutivo ha adoptado para aliviar la factura energética de los hogares (20 céntimos por litro en las gasolineras, excepción ibérica, rebaja del IVA en hogares). El resultado es un índice de precios general homologable más bajo que el resto de países de la eurozona.

El punto oscuro en España es que su inflación subyacente, la que elimina de la estadística los elementos más volátiles como la energía y los alimentos frescos, se sitúa en el 6,9%, es decir, 1,3 puntos porcentuales por encima del índice general. Esta situación es anómala en las estadísticas de precios. Normalmente, el índice general está por encima del subyacente, como sucede, por ejemplo, en el conjunto del área euro: un 5,2% frente al 9,2%.

Que los datos de precios conocidos este miércoles son un ligero alivio para la zona euro, pero poco más que eso, lo apuntala también que haya todavía dos países con un IPC general por encima del 20%, Letonia y Lituania. Otros todavía están por encima del 10% (Bélgica, Estonia, Italia, Países Bajos, Eslovenia, Eslovaquia, Austria). Y los demás, están todos por encima del dato español, también Alemania, país donde la inflación siempre es un enemigo a batir y a tener bajo control.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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