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El FMI y el Banco Mundial abren su asamblea anual con un mensaje de pesimismo por las múltiples crisis

Georgieva y Malpass advierten del riesgo de recesión en un contexto de inflación y crisis alimentaria

El presidente del Banco Mundial (BM), David Malpass, y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Kristalina Georgieva
El presidente del Banco Mundial (BM), David Malpass, y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Kristalina Georgieva, en una imagen de abril pasado.Lenin Nolly (EFE)
Miguel Jiménez

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial han levantado este lunes el telón de su asamblea anual en Washington con un diálogo que parecía un concurso de pesimismo. La directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, y el presidente del Banco, David Malpass, han dibujado un panorama sombrío de la economía mundial, que se concretará en cifras este martes con la presentación del informe Perspectivas de la Economía Mundial.

Las reuniones anuales se celebran en un momento en el que el mundo se enfrenta a la fase de mayor desaceleración de la actividad económica de los últimos 80 años, al aumento de la inflación, a la crisis alimentaria y energética, a la guerra en Ucrania, al impacto negativo continuado de la pandemia, al cambio climático y al agravamiento de la pobreza.

Georgieva ya destripó el mensaje principal del informe en una intervención en la Universidad de Georgetown la semana pasada. Este lunes ha reiterado los puntos esenciales. El FMI rebajará las previsiones de crecimiento global y el riesgo de recesión ha aumentado. Los bancos centrales tienen que actuar con dureza para controlar la inflación, pero sin pasarse y provocar o agravar más de lo necesario una recesión. Los Gobiernos deben tener cuidado con su política fiscal y actuar de forma responsable, sin bajadas de impuestos generalizadas ni medidas de gasto indiscriminadas y permanentes. La combinación de políticas monetaria y fiscal se complica y, aunque afrontarlas de manera conjunta es primordial, nada garantiza el éxito. Aunque la intervención de este lunes tenía formato de conversación a dos, Georgieva ha repetido casi palabra por palabra buena parte de los mensajes de su discurso de la semana pasada, incluida la cuantificación de la crisis en cuatro billones de dólares hasta 2026.

Malpass ha compartido ese diagnóstico: “Hay un riesgo y un peligro real de recesión para el próximo año”, ha insistido. En particular, ha advertido del riesgo de salida de flujos de capitales desde los mercados emergentes y países en desarrollo que se van a financiar los déficits fiscales y las deudas empresariales de países avanzados. “La depreciación de la moneda hace que los niveles de deuda de los países en desarrollo sean cada vez más onerosos. El aumento de los tipos de interés supone una carga adicional. Y la inflación sigue siendo un gran problema para todos, pero especialmente para los pobres”, ha señalado en su intervención.

El presidente del Banco Mundial ha subrayado que la crisis está afectando especialmente a los países más pobres. Ha recordado que su último informe sobre la pobreza muestra que hay 70 millones más de personas en situación de pobreza y que se ha reducido un 4% de la renta media. “Así que cuando pensamos en nuestro objetivo de prosperidad compartida, no está ocurriendo. Hay retrocesos en el desarrollo. Yo lo llamo la crisis del desarrollo”, ha dicho Malpass.

Por si eso fuera poco, ambos dirigentes han destacado el riesgo adicional por la crisis climática, que Georgieva ha destacado como amenaza existencial para la humanidad. La humanidad puede sobrevivir a una recesión o a un periodo de alta inflación, ha dicho, para añadir: “A lo que no podremos sobrevivir es a una crisis climática sin fin”.

Malpass, cuyo compromiso en la lucha contra el cambio climático ha sido puesto en duda por unas declaraciones de hace unas semanas, ha resaltado la actuación de su institución en esa materia. En un evento paralelo a la Asamblea de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, Malpass fue preguntado hace unas semanas por si la ciencia respaldaba la tesis de que el hombre está contribuyendo decisivamente al cambio climático con la emisión de gases de efecto invernadero y rechazó dar una respuesta: “Ni siquiera lo sé, no soy un científico”, dijo entonces.

Días después, se disculpó: “Cuando me preguntaron ‘¿es usted un negacionista climático?’, debería haber dicho que no”, señaló Malpass. “Fue una frase mal elegida, lo lamento, porque nosotros, como organización, utilizamos la ciencia todos los días”, añadió. Este lunes ha destacado la financiación que presta su institución a programas dirigidos a combatir la amenaza climática.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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