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El Gobierno trata de frenar a los barones del PSOE con un paquete fiscal que se aceleró esta semana

Las bajadas en el IRPF por debajo de 21.000 euros entraron a última hora en la negociación aunque Hacienda insiste en que lo venía pensando hace más de un mes

Yolanda Díaz y María Jesús Montero, en el Congreso.
Yolanda Díaz y María Jesús Montero, en el Congreso.FERNANDO VILLAR (EFE)

El Gobierno se ha dado mucha prisa para cerrar el paquete fiscal de los Presupuestos. Hasta hace dos semanas, todo indicaba que sería un ajuste pequeño, sin novedades muy importantes. Había habido varias reuniones de negociación con Unidas Podemos desde el primer contacto en agosto, pero las cosas iban muy despacio y algunos temían que pudiera pasar como el año pasado, cuando el acuerdo se alcanzó bien entrado octubre. Nada hacía presagiar en ese momento que se estuviera trabajando en un fuerte paquete de medidas fiscales con un impuesto a las grandes fortunas y mucho menos en una bajada de 1.800 millones de euros en el IRPF a las rentas por debajo de 21.000 euros.

Los mensajes políticos que trasladaba el PSOE iban en sentido contrario, en la idea de que no es momento para rebajas. En la mesa negociadora, según diversas fuentes, sí estaba el impuesto a las grandes fortunas, porque como todos los años lo había colocado Unidas Podemos —aunque siempre tuvo un rechazo tajante del PSOE— y se hablaba de posibles ajustes en las rentas más bajas, pero no se consolidaba la idea de una fuerte rebaja. Esta reforma, con el impuesto a las grandes fortunas o la subida a las rentas del capital y el alivio a las rentas bajas, que en realidad no es una bajada de impuestos sino una redistribución, subiendo a los de arriba y bajando a los de abajo, que da como resultado un aumento de ingresos, no estaba ni en la negociación ni en el discurso político del Gobierno.

Varios ministros insistían en que no estaban previstas bajadas importantes. Sin embargo, Hacienda asegura que el grueso de la reforma estaba trabajado desde hace más de un mes, aunque se mantenía en secreto para evitar filtraciones. Lo cierto es que el primer anuncio, el del impuesto a las grandes fortunas, que en realidad funcionará sobre todo en las comunidades donde se ha eliminado el de patrimonio, como Madrid o Andalucía, se precipitó en cuanto Juanma Moreno, el presidente andaluz, anunció que quitaba este impuesto siguiendo la estela madrileña. La Moncloa creyó encontrar ahí un filón para colocar al PP como el que baja impuestos a los ricos mientras el PSOE se los sube para repartir de forma más justa las cargas de la crisis. Y anunció el impuesto a las grandes fortunas que llevaba cuatro años rechazando.

Aún quedaba otra sorpresa. La rebaja del IRPF a rentas medias y bajas, por debajo de 21.000. Hacienda insiste en que lo tenía pensado y trabajado técnicamente hace tiempo, pero lo cierto es que solo entró en la negociación en el último momento, que además ha coincidido en el tiempo con varios anuncios de rebajas fiscales de autonomías del PP y del PSOE, aunque en sentido diferente. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, llamó el lunes al consejero de Hacienda de la Comunidad Valenciana, Arcadi España, para intentar frenar la rebaja del IRPF por debajo de 60.000 euros que pensaba anunciar Ximo Puig al día siguiente. No lo logró. Y ese anuncio desató una especie de carrera entre varios barones socialistas que, presionados por lo que estaba haciendo Puig y también lo que hacían otras autonomías del PP o incluso el País Vasco, que ha deflactado el IRPF, empezaban a ponerse nerviosos y pensaban en anunciar ellos también bajadas.

La dirección del PSOE se puso en marcha para intentar frenar la competición a la baja. Santos Cerdán, el secretario de organización, llamó a todas las baronías. “Esperad al jueves”, era la consigna. La presión era enorme. Hacienda debía hacer un anuncio importante que incluyera bajadas para cerrar el flanco de los barones socialistas.

El Gobierno cree que con este paquete completo, que incluye bajadas abajo y subidas arriba que compensan y dan un saldo positivo de 3.300 millones de euros, según sus cálculos, logrará frenar la posible rebelión de los barones, aunque ya había algunos como Francina Armengol, de Baleares, que insistían en que ellos en ningún caso tocarían IRPF.

Los negociadores de Unidas Podemos, que están muy satisfechos con el resultado final, como lo está Hacienda, vieron un cambio radical en sus interlocutores socialistas. De repente, todo era fácil y todo era muy rápido. Había prisa por anunciar el paquete fiscal incluso antes que los Presupuestos, algo nada habitual. El Gobierno necesitaba cortar el debate interno y externo y marcar una posición que incluya una rebaja para evitar que la adelantaran otras autonomías y se le desbandaran las socialistas.

María Jesús Montero insiste en todo momento en que su reforma no tiene nada que ver con la deflactación que plantea el PP o lo que ha hecho Puig en la Comunidad Valenciana. Pero necesitaba algo para marcar el paso a los barones socialistas. Y cree haberlo encontrado en ese aumento de deducciones que es en realidad una rebaja importante a un sector determinado, los que ganan entre 14.000 y 21.000, un sector que está sufriendo especialmente la inflación. La sensación tanto en el PSOE como en Unidas Podemos es que bien está lo que bien acaba, y el paquete es positivo y redistributivo, con un claro componente progresista. Pero el debate hasta llegar aquí ha generado mucha confusión dentro del propio PSOE y malestar en algunos barones, incluido Puig, que ha tenido un choque fuerte con Hacienda.

Final agónico

El final de la negociación fue, como es habitual, agónico. Hacienda quería anunciar a toda costa la reforma este jueves. El miércoles se convocó una reunión por la tarde que se alargó hasta después de la medianoche. El paquete fiscal se negociaba a la vez que otras partidas de los Presupuestos y enredados en las conversaciones sobre la ampliación de permisos que UP quiere incluir en la ley de familias, hasta ya entrada la noche no empezaron a hablar de impuestos. Hacienda se había abierto esta semana a estudiar la fórmula fiscal en favor de las rentas más bajas -una propuesta que UP trató de colar ya sin éxito en el decreto de la guerra-, pero no ponía ningún papel encima de la mesa. Según Hacienda, para que no se filtrara. Según Unidas Podemos, porque no tenían cerrada la fórmula. La ministra Ione Belarra llegó a decir públicamente que esto se incorporó a última hora como respuesta a Puig. Hacienda insiste en que eso no es verdad.

El pacto llegó después de una noche prácticamente en vela. Por la mañana, Montero anunció que había acuerdo cuando aún faltaban flecos. Yolanda Díaz desmintió públicamente el acuerdo. Aunque media hora después se confirmaba. Y así podía empezar la rueda de prensa de Montero. En estas últimas horas se cerró Sociedades y también los detalles para que las rentas entre 14.000 y 21.000 euros tributen menos.

Al margen de las tensiones, fuentes de Unidas Podemos subrayan que en buena medida la confianza entre Montero y Díaz ha sido clave para la consecución de un acuerdo. “Siempre es un placer negociar con ella, aunque lleguemos al tiempo de descuento. Pero quiero darle las gracias por su tono, por su talante, por ese programa compartido de hacer un país mejor”, señaló la vicepresidenta en los pasillos del Congreso.

Salvado el paquete fiscal, las negociaciones (que ya han continuado este mediodía) se centran ahora en el apartado de gastos, y ahí UP busca que pensiones -contributivas y no contributivas—, ingreso mínimo vital e IPREM (Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples) se revaloricen el próximo año lo mismo que el IPC. Entre las prioridades se incluye la ampliación de permisos de maternidad y paternidad o la incorporación de una prestación universal por crianza para familias que tienen niños de cero a tres años, así como un refuerzo en las políticas de conciliación y lucha contra la violencia machista. En paralelo, el socio minoritario busca un acuerdo para desbloquear la ley de Vivienda, una norma que considera fundamental para atajar la problemática del alquiler en un contexto de fuerte inflación que está golpeando el poder adquisitivo de las familias y que lleva meses varada en el Congreso. El PSOE se niega a vincular Presupuestos y Vivienda, donde insiste en que ya estaba todo pactado el año pasado y no debería reabrirse la negociación.

Los socialistas admiten que los últimos días han sido duros, sobre todo por el anuncio de Puig, que les rompió el discurso, pero ahora están convencidos de que los Presupuestos están encarrilados y el paquete anunciado es tan potente que servirá para poder recuperar la iniciativa y el control de la agenda política, y dar la batalla ideológica con el PP. El giro progresista iniciado en julio se consolida de nuevo con impuestos a las grandes fortunas y aumentos a las rentas del capital o las grandes empresas que marcan un camino ideológico muy claro. Los renglones se han torcido bastante en los últimos días, pero el PSOE confía en enderezarlos a partir de ahora.

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