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Una segunda energética alemana, VNG, pide el rescate ante el corte del suministro de gas ruso

El agravamiento de la crisis energética suma, tras el gigante Uniper, una nueva víctima incapaz de hacer frente a los precios disparados del combustible

Elena G. Sevillano
Depósito de gas de VNG en Sajonia-Anhalt (Alemania).
Depósito de gas de VNG en Sajonia-Anhalt (Alemania).Jan Woitas (dpa/picture alliance via Getty I)

Después del gigante energético Uniper, otra gran importadora de gas alemana solicita el rescate ante la falta de suministro desde Rusia. El cierre del grifo del gas ordenado por el Kremlin sigue cobrándose víctimas entre las importadoras alemanas, incapaces de hacer frente a los precios desbocados que está alcanzando el gas en el mercado. Ahora es VNG, que da servicio sobre todo al Este de Alemania, la que ha pedido al Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz que salga en su ayuda. El ministro de Economía y Clima, el verde Robert Habeck, ha prometido que la ayuda estatal llegará “con rapidez”.

VNG es el tercer mayor importador de gas de Alemania. Como el resto de compañías, tenía contratos a largo plazo con la gasista estatal rusa, Gazprom, a través de su filial alemana, que ahora no se están cumpliendo. La interrupción del flujo del gas ruso, y la necesidad de tener que comprarlo en el mercado, la obligan a pedir al Ejecutivo “medidas de estabilización”. La empresa, con sede en Leipzig, calcula que hasta final de año las pérdidas sumarán los 1.000 millones de euros. “El efecto de la guerra en los mercados energéticos ha ido situando a VNG en una situación financiera cada vez más crítica”, asegura en un comunicado.

Uniper, la energética que abrió la veda de los rescates en verano, perdió en el primer semestre del año 12.345 millones de euros, frente a los 67 del año anterior, por el incremento de los costes que le ha supuesto el cierre del grifo del gas ruso. El Gobierno decidió comprar el 30% de las acciones de la compañía, filial de la finlandesa Fortum, en una operación valorada en 267 millones de euros, y ampliar la línea de crédito de la que dispone en el banco estatal KfW, equivalente al ICO español, de 2.000 a 9.000 millones de euros.

La coalición de socialdemócratas, verdes y liberales que gobierna en Berlín ha dejado claro desde el inicio de la crisis que tiene como prioridad la seguridad del suministro y que está dispuesta a salir al rescate de las energéticas que se vean asfixiadas por la falta de suministro. Antes de la invasión rusa de Ucrania, Alemania recibía el 55% del gas que consumía de Rusia a través de tubo. Esa dependencia se ha reducido hasta el 9% actual gracias sobre todo a la importación desde Noruega, Países Bajos y Bélgica. Pese a que ya no llega gas por el principal gasoducto que conecta el país con Rusia, el Nord Stream, las reservas siguen aumentando y se encuentran casi al 87% de su capacidad, lo que permite al Gobierno asegurar que Alemania podrá superar el invierno.

VNG asegura que su situación ha empeorado significativamente desde agosto y calcula que las pérdidas no se podrán compensar con el nuevo recargo al gas que entrará en vigor a partir de octubre. El Ejecutivo aprobó hace unas semanas un recargo de 2,5 céntimos por kilovatio/hora para permitir a los proveedores de gas trasladar a sus clientes finales parte de los costes adicionales que ha provocado el corte del gas ruso. Para compensar a las familias ese extra en las facturas, el Gobierno ha aprobado también una reducción temporal del IVA del hidrocarburo, del 19% actual al 7%.

La empresa tiene dos contratos afectados por las interrupciones del suministro de gas ruso. Uno de ellos, de unos 65 teravatios hora al año, lleva sin cumplirse desde mediados de mayo. En agosto la empresa se vio obligada a comprar “cuando los precios del gas estaban en máximos históricos”, explica en el comunicado. VNG suministra gas a unos 400 servicios públicos municipales e industrias. Tras conocerse la petición de ayuda, el precio de las acciones de EnBW, la principal accionista de VNG, cayeron más del 9%.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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