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Davos se prepara para la próxima crisis

Tras la sucesión de disrupciones en los últimos años, las empresas intentan crear estructuras que permitan adaptarse con agilidad a los cambios

Alicia González
Un grupo de participantes sigue una de las sesiones del Foro de Davos este miércoles.
Un grupo de participantes sigue una de las sesiones del Foro de Davos este miércoles.LAURENT GILLIERON (EFE)

Puede que sea la inflación, el nuevo ciclo alcista de los tipos de interés, los elevados niveles de deuda, la escasez de alimentos, la energía o un nuevo cisne negro, como se conoce a esos acontecimientos inesperados e impredecibles que producen consecuencias importantes a gran escala. Pero a la vista de lo vivido en los últimos años es seguro que habrá, antes o después, una nueva crisis. Y las empresas y los ejecutivos de Davos quieren estar preparados para lo que sea que venga.

“Los bancos estaban sometidos a test de estrés para valorar su resistencia ante situaciones extremadamente adversas. Ahora es la industria la que empieza a pensar en hacer algo parecido para probar su resiliencia”, explica María del Mar Martínez, líder global de Risk & Resilience de McKinsey & Company. La crisis financiera obligó a los bancos a crear, a la fuerza, sistemas que ahora se muestran más resistentes que los de las empresas, entre otras cosas porque esas pruebas de estrés a las que son periódicamente sometidos no existen fuera del sector financiero. De hecho, el regulador británico lo ha empezado a hacer en el sector de la energía, por su carácter estratégico, en prevención de posibles problemas de suministro.

Muchas cosas han pasado desde la última edición presencial del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) y eso pesa en el ambiente de Davos. La pandemia puso a prueba en 2020 las cadenas de suministro como pocas veces antes y ahora se han visto nuevamente tensionadas por la guerra, primero por el lado de la energía y después los precios de los alimentos. Eso está forzando lo que la consultora Accenture define como, un cambio de paradigma empresarial. En uno de los informes que ha presentado en Davos, apunta que las cadenas de suministro han pasado de la optimización de costes a la optimización del valor y, de nuevo, la resiliencia, la capacidad para superar situaciones o circunstancias traumáticas. Algo parecido a lo que la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, definió hace un mes como la apuesta por el near shoring y el friend shoring, por proveedores de proximidad y fiables, y lo que el gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, definía en una mesa redonda en el centro de Congresos como cambios derivados del uso de las cadenas de suministro como armas de guerra.

Latinoamérica confía en encontrar un hueco en esa reorganización global de las cadenas de valor, según declaraban abiertamente los presidentes latinoamericanos estos días en Davos. Según Accenture, el 86% de los ejecutivos europeos está preparando cambios en sus operativas como consecuencia de las crisis y, aunque no hay datos, sí hay constatación de que la incertidumbre pesa negativamente sobre los directivos estadounidenses que han pasado por el World Economic Forum (WEF).

“Es sorprendente que teniendo nosotros la guerra en puertas del continente, el pesimismo en esta edición sea mayor entre los directivos estadounidenses”, asegura un ejecutivo español habitual de Davos. “Sin duda se está produciendo una relocalización de las cadenas de suministros y otros cambios que van a dar lugar a una nueva globalización”, aseguraba, por su parte, el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, en los pasillos del Foro. “Pero eso tiene un impacto en término de costes y de inflación que hay que asumir”.

Razones para la preocupación no faltan. Lo que parecía una recuperación tras dar más o menos carpetazo a la pandemia se está convirtiendo con el paso de las semanas en una desaceleración que corre el riesgo de precipitarse si la corrección de los estímulos monetarios se equivoca en el ritmo. “El optimismo de los mercados revela su apuesta por un aterrizaje suave y trabajamos para eso, pero también trabajaban para eso los banqueros centrales que fallaron en ese mismo intento en el pasado”, admitía este miércoles Klaas Knot, gobernador del Banco de los Países Bajos. Y un fallo en la normalización de la política monetaria puede tener serias consecuencias. “Aunque el consenso de los expertos es que este año se evitará la recesión, la combinación de la covid y la guerra en Ucrania tiene el potencial de impactar significativamente en la economía, causando una desaceleración material del crecimiento”, sostienen fuentes de Accenture. Para la primera ejecutiva de Citi, Jane Fraser, el pronóstico es peor. “Ojalá me equivoque, pero estoy convencida de que Europa entrará en recesión. En EE UU no, porque los consumidores todavía tienen 3,4 billones de dólares (3,18 billones de euros) ahorrados en depósitos y eso proporciona un amplio colchón”, aseguraba en una de sus intervenciones.

El ciclo de corrección de los tipos de interés impacta directamente a la deuda, que se sitúa en niveles mucho más elevados que en 2013, la última vez que empezó a subir el precio del dinero. “Desde luego no vemos riesgos sistémicos de crisis de deuda, pero sí serias amenazas entre algunos países emergentes”, aseguraba en otro debate la número dos del Fondo Monetario Internacional (FMI), Gita Gopinath. Caso aparte es Rusia, cuya suspensión de pagos se da, antes o después, casi por segura. “Los países que tienen exposición directa a la deuda rusa son limitados en número y a niveles manejables. Otra cosa es la exposición indirecta [a través de empresas], cuyo alcance es más incierto y que puede provocar tensiones adicionales en los mercados”, remataba Gopinath.

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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.

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