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Las bicicletas de Peloton dan el pelotazo durante la pandemia

La empresa neoyorquina, que vende aparatos de 'spinning' a 2.000 euros, hace caja durante el confinamiento y supera los 2,5 millones de socios

Un fotograma del anuncio de Peloton.
Un fotograma del anuncio de Peloton.

Si alguien está seguro de que las crisis generan oportunidades, ese es John Foley, cofundador y director general de Peloton, la compañía de moda en Estados Unidos. Peloton ofrece, principalmente, clases de spinning en línea, en vivo o bajo demanda. Durante la pandemia, la empresa neoyorquina ha superado los 2,5 millones de socios. El 25 de marzo alcanzaba su récord de usuarios en un solo día: más de un millón. Y pocos días después, una sesión dirigida por su profesora estrella y vicepresidenta, Robin Arzón, reunía a 23.000 participantes pedaleando a la vez desde sus casas a ritmo de pop.

La revista Time recogía en una entrevista reciente hasta dónde llega la ambición de Foley. “Estoy muy ilusionado por la oportunidad que se nos presenta con algunos comercios con el agua al cuello, Peloton puede aprovechar la ocasión para adquirir nuevos locales en emplazamientos premium. Vamos a invertir y convertir esos locales en lugares especiales”, señalaba en referencia a la apertura de nuevos estudios propios donde los populares entrenadores de Peloton ofrecerán sesiones presenciales.

Peloton nació en 2012 en Nueva York y vendió su primera bicicleta de spinning en 2013. Su negocio pasa por la comercialización de sus propios dispositivos y el pago mensual de una cuota de socio de 37 euros al mes. La bicicleta cuesta casi 2.000 euros, un montante que Peloton financia sin intereses a tres años. “Me gusta mucho y no es tan caro como la gente piensa. Nosotros, en casa, la usamos dos. Por la bici pagamos 63 dólares mensuales durante tres años sin intereses. No es nada desquiciante. La cuota nos sale a menos de 50 dólares por cabeza al mes. ¿Dónde encuentras en Nueva York un estudio o gimnasio tan bueno por ese precio?”, argumenta Cisco Mejías, vecino de Brooklyn. “Y también ofrecen clases de yoga, estiramientos y correr en cinta”, añade. Mejías y su compañera, Lluvia Hernández, reconocen que durante los primeros días de confinamiento usaban Peloton a diario. Ahora lo intercalan con salidas a correr en el exterior.

En el primer trimestre del año, los beneficios de Peloton crecieron un 66% respecto a los declarados en el último trimestre fiscal de 2019. En Estados Unidos se calcula que unos 60 millones de personas (datos de 2018) pagan la suscripción de algún gimnasio. “Si el 25% de los asistentes a gimnasios cancelan su suscripción, pronto habrá 15 millones de personas en el país buscando nuevas rutinas alternativas de ejercicio”, proyecta el dueño de la compañía.

Todas las ventas de equipos de fitness se dispararon en EE UU al inicio del confinamiento, con un crecimiento aproximado del 55%, de acuerdo con los datos registrados por el índice de la economía digital de Adobe.

En España, “la categoría que más creció en el comercio por Internet fue el deporte, con un 191%. Quiere decir que se triplicaron las ventas respecto al año anterior en las mismas fechas”, sostiene Guillem Sanz, doctor en Organización Industrial por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y especialista en emprendimiento, estrategia y comercio digital. “El ciclismo ha roto todos los moldes. Sin duda, ha sido la categoría estrella en las ventas en e-commerce en las primeras semanas. Y no hablamos de las bicicletas, sino de algo que se ha dinamizado como los rodillos, maillots, zapatillas específicas…”, detalla.

Desde Decathlon España confirman que en una primera fase del confinamiento notaron “un incremento de la demanda de productos relacionado con deportes indoor, entre los que destacan artículos para yoga, pilates, fitness o bici”. A partir del 1 de mayo observaron “un incremento medio del doble de bicicletas vendidas respecto a la semana anterior”, una cifra que “en modelos concretos ascendió al triple”.

El ‘boom’ español

En España, la compañía Volava ha adaptado el modelo de negocio de Peloton: comercializan también su propia bicicleta estática, ofrecen suscripciones con clases virtuales y lo que llaman un estudio boutique en Barcelona para sesiones presenciales.

La firma catalana arrancó su actividad comercial en noviembre de 2018. “Pero desde este 14 de marzo vivimos una locura”, admite su fundador, Joel Balagué. “Hemos tirado el business plan a la basura”, bromea. En mes y medio han vendido más de 300 bicicletas, cuando el ritmo anterior era de 15 o 20 al mes.

La compañía ha sufrido rotura de stocks en dos ocasiones. “Y eso que fuimos muy previsores, y como las bicis las fabrican en Taiwán y estaba de por medio el Año Nuevo chino, realizamos varios encargos con anterioridad”, apunta el empresario. Si en la campaña de Navidad del año pasado facturaron 80.000 euros, en lo que llevamos de año han superado el medio millón —400.000 euros de mediados de marzo a finales de abril—.

La bicicleta de Volava cuesta 1.399 euros y la compañía ofrece financiación sin intereses a 24 meses. La suscripción mensual necesaria para acceder a sus clases es de 39,99 euros. El perfil de usuario es el de una persona con nivel socioeconómico alto que vive en ciudades grandes. Hombres y mujeres de mediana edad con hijos y sin apenas tiempo libre. También residentes en localidades más pequeñas con poca oferta de clases dirigidas. “En Huesca, por ejemplo, hemos vendido varias bicicletas”, cuenta Joel Balagué.

“Pero lo cierto es que en Europa, en general, hay que explicar mucho el valor de la suscripción. La gente entiende que la bici vale un dinero, pero la membresía en Netflix o Spotify no pasa de 10 euros. Para cobrar 39, como nosotros hacemos, hay que detallar muy bien que se trata de un servicio digital premium. Veremos cómo le va a Peloton en Alemania, donde han aterrizado no hace mucho”, concluye el responsable de Volava.

Lo cierto es que el éxito de Peloton en Estados Unidos ha ayudado a la compañía barcelonesa a cerrar recientemente su primera ronda de inversión semilla, con un total de 1,65 millones de euros. Asumidas las diferencias del volumen de negocio, tanto Foley como Balagué auguran que sus proyectos seguirán creciendo este año. “La gente nos cuenta que, más allá de la fase en que estemos, no saben cuándo se van a sentir cómodos en lugares públicos. Así que seguirán ejercitándose en casa”, conviene Balagué. También admite, orgulloso, que el éxito de Volava le ha permitido captar algunos talentos para su plantilla que al inicio del proyecto le dieron calabazas.

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