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El debate abierto sobre la financiación de la cultura

La Mesa del Congreso ha recibido dos proposiciones de ley para mecenazgo que estarán en la agenda del Legislativo en los próximos meses

Inma Ballesteros
Colas para entrar al Museo del Prado. / ÁLVARO GARCÍA
Colas para entrar al Museo del Prado. / ÁLVARO GARCÍA

La financiación de la cultura está siendo objeto de debate en los últimos tiempos, por motivos tanto cuantitativos como cualitativos. Los primeros se deben a los recortes realizados en los presupuestos públicos que han abierto la cuestión de la necesidad de fomentar la filantropía privada. En cuanto a los cualitativos, hacen referencia a la valoración social de la cultura y la imagen que de ella tienen los potenciales patrocinadores. Por otro lado, la Mesa del Congreso ha recibido dos proposiciones de ley que estarán en la agenda del Legislativo en los próximos meses.

En este marco celebramos hace unos días en la Fundación Alternativas una mesa de trabajo con la intención de enriquecer el debate y encauzar las demandas y propuestas del sector cultural. De ahí se pueden extraer conclusiones sobre la situación en la que nos encontramos, mucho más compleja de lo que parecería a priori.

Si tomamos como punto de partida el discurso de promoción del mecenazgo para resolver los problemas de financiación pública generados por la última crisis, llegaríamos a la conclusión de que esta premisa es fallida. Deberíamos partir asumiendo el concepto de mecenazgo en cuanto a modelo para la participación de la ciudadanía en el desarrollo de causas de interés general, entre las que colocamos la cultura. La reforma fiscal aprobada a finales del 2014[1], que entró plenamente en vigor en 2016, ha sido foco del seguimiento por parte del Observatorio de Cultura y Comunicación de la Fundación Alternativas para valorar el impacto cuantitativo y cualitativo de esta reforma.

Como dato destacable podemos decir que los contribuyentes de Madrid, Cataluña y Castilla-La Mancha son los que más aportaron, entre 2016 y 2018, a la financiación de la cultura. Esto a pesar de no contar con normativa específica en sus respectivas comunidades autónomas. Tendríamos entonces que preguntarnos cuáles son los motivos que llevan a los benefactores a hacer sus donaciones.

Más de la mitad de la población española desconoce la existencia de exenciones fiscales por la contribución en las artes y la cultura

Muchos de los que compartimos reflexiones sobre cuestiones de mecenazgo estamos de acuerdo en que una mayor implicación de la ciudadanía en la cultura no está tan vinculada a medidas fiscales favorables. Sino que son otros motivos, arraigados en la sociedad, los que retraen la participación y el desarrollo de la filantropía. Si esto es así, una ley de mecenazgo no sería capaz de resolver la situación. Habría que poner en marcha una serie de medidas de acompañamiento, no necesariamente tributarias, para cambiar el modelo. Y esto tampoco sería de la noche a la mañana. Por eso es importante que empecemos a afrontar la situación para que la próxima generación pueda encontrar un panorama más favorable.

El escenario de partida que nos encontramos es que más de la mitad de la población española desconoce la existencia de exenciones fiscales por la contribución en las artes y la cultura. Así lo recoge un estudio de la Asociación Española de Fundaciones[2], órgano que aglutina gran parte de las fundaciones españolas y trabaja por su fortalecimiento y desarrollo. También se detecta en este informe que las empresas alegan la falta de alineamiento de su público objetivo con el sector cultural, lo que les retrae a la hora de financiar proyectos en este ámbito. Por otro lado, habría que poner en evidencia que las empresas no realizan evaluación y seguimiento de sus campañas de mecenazgo, perdiendo la ocasión de dar a conocer el impacto de las acciones a las que prestan su apoyo.

En conclusión, España carece de una cultura de mecenazgo que permita el desarrollo de causas de interés general. No es esta una cuestión que se pueda resolver a golpe de ley. Sin embargo, el tercer sector recibe con optimismo las proposiciones presentadas en el Congreso de los Diputados. Ambas parecen entender la situación de partida, y además de las medidas fiscales, recurren a acciones de valoración y reconocimiento, así como de sistematización de la información. Veamos cómo y dónde acaban, pues el calendario del Legislativo parece tener un horizonte incierto.

 * Inma Ballesteros es directora de Cultura y Comunicación de la Fundación Alternativas

[1] Actualización de 28 de noviembre de 2014 de la ley 49/2002 de régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y los incentivos fiscales de mecenazgo.

[2] http://www.fundaciones.org/es/sector-fundacional/inaef/informe-sobre-la-percepcion-acerca-de-las-caracteristicas-y-motivaciones-de-las-fundaciones-en-espana

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