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Reportaje:BANDA SONORA

De El Canto del Loco al psicoanálisis

David Otero, guitarrista del famoso cuarteto madrileño, publica su primer disco en solitario tras someterse a un año de intensa terapia

Carlos Marcos

Debajo del flequillo más famoso del pop comercial español se esconde una cabeza recién amueblada por un intenso año de psicoanálisis. Colocar piezas, que todo encaje, tapar fisuras, readaptarse después de 10 años tocando en el grupo más popular del pop español con las presiones que ello supone. David Otero ha cumplido hace unos meses 30 años. Es el guitarrista y compositor de ese grupo que es capaz de llenar tres días seguidos Las Ventas; de vender millones de canciones, descargables por la vía lícita o ilícita; la banda que construye canciones para que la generación de adolescentes españoles las tomen como bandera. El invento se llama El Canto del Loco.

Aunque vive en la zona norte de Madrid (Sanchinarro) hoy ha preferido quedar en el centro, cerca de Alonso Martínez, donde con solo 18 años ocupó su primer piso lejos del paraguas familiar. Bebe a pequeños sorbos una infusión y cuenta qué le llevó a independizarse. "Necesitaba libertad. Ya había empezado a tocar la guitarra y hacer ruido a las tres de la mañana no era plan. Además, en mi casa familiar no tenía habitación porque las ocupaban mis padres y mis dos hermanos. Así que eso de dormir en el salón, con todo el mundo pasando, era un rollo".

"Pensé que debía conocerme bien antes de hacer un disco en solitario"
'Nada-Lógico' mezcla sonidos electrónicos y pop de corte clásico
Otero deja claro que el grupo no desaparece, "solo es un paréntesis"
"Estábamos vacíos. Necesitamos probar otras cosas para volver con fuerza"
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Se le dibuja una sonrisa picarona cuando recuerda sus tiempos escolares. La razón es sencilla: estaba rodeado de chicas. "Fui a las Irlandesas y lo recuerdo como los mejores años de mi vida. Era de monjas y sobre todo había muchas chicas: en mi clase, 20 por ocho chicos. Era un ambiente con mucha sensibilidad, muy agradable", comenta.

David saca de una mochila su primer disco en solitario, Nada- Lógico, que se publicó ayer. Y ha sido la razón por la que se ha sometido a un proceso psicológico que se ha divido en dos partes: seis meses en Argentina (de donde es su mujer, Marina, y su hija de tres años, Luna) y otros seis en Madrid. Se explica: "Pensé: 'Voy a hacer un álbum en solitario, un ejercicio muy íntimo, así que debo conocerme bien'. Fui a un psicoanalista, que me abrió puertas para profundizar en mí, para realizar una búsqueda personal, para estudiarme". El guitarrista cree en el espacio onírico para alcanzar estos objetivos. Considera que para recordar los sueños es fundamental contarlos. "Así toman forma, se recuerdan y se pueden sacar conclusiones. Todas las mañanas le comento los sueños a mi chica. Muchas veces sueño con casas, que luego dibujo. Y alguna vez he soñado con canciones, de este disco soñé Me da lo mismo. En cuanto me levanté la escribí".

Otero ejerce con buen grado un papel secundario dentro de El Canto del Loco y deja que su primo, el vocalista y mucho más mediático Dani Martín (que también publica álbum en solitario en breve), concentre todas las miradas. Dice no haberse emborrachado en la vida: "Siempre era el que llevaba el coche, porque apenas bebo". Y eso que vivió la explosión del botellón: "Tenía 20 años y aquello era la jungla. La policía iba todos fines de semana a echarnos. Yo estaba allí, pero consumiendo zumos".

Su actividad paralela a la música es el dibujo. De hecho, arrastra una gran frustración. "Antes que guitarrista quería ser dibujante de cómic. Hacía muchos y un día los decidí mostrar a las editoriales, pero a ninguna les interesó. Me llevé un palo porque creía que eran buenos. Así que me dediqué a la guitarra". Ahora sigue dibujando, y regala sus trabajos a amigos o a gente que se encuentra en la calle. "Me da por ahí: les paro y se lo regalo. ¿Que cómo reaccionan? Casi todos positivamente".

Si el público adolescente se inquieta especulando si este proyecto en solitario de David Otero significa el final de El Canto del Loco, la respuesta es no. El grupo no desaparece, pero el paréntesis va a ser largo. No hay fechas: quizá dos años, a lo mejor más. "Estábamos vacíos, nuestro recorrido se había acabado. Necesitamos probar otras cosas para volver con fuerza. Este paréntesis nos va a venir muy bien". El disco, que se edita con el seudónimo de El Pescao (una canción suya de El Canto del Loco), se aleja del pop de guitarra con letras de instituto propias de su grupo para bucear en la electrónica y en los ritmos marinos, aunque también da entrada al pop de corte clásico.

Pronto lo presentará en los Teatros del Canal. Un temor le ronda la cabeza, que ahora se encuentra tan bien amueblada: "Espero que la gente lo entienda y cuando salga al escenario no me pidan éxitos de El Canto como Zapatillas o La madre de José, porque no las voy a tocar". Ya veremos...

David Otero, guitarrista de El Canto del Loco, en la tienda de cámaras de fotos Lomography.
David Otero, guitarrista de El Canto del Loco, en la tienda de cámaras de fotos Lomography.CLAUDIO ÁLVAREZ

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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