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Reportaje:Camino del Mundial: faltan 45 días

Fútbol contra el sida

El Mundial de Suráfrica refuerza la lucha contra el virus en Lesoto, con un 23% de infectados

En los laterales del campo de fútbol, un descampado enorme de Maseru, juegan grupos de chavales. Dos hileras de niños que se miran, las manos en las espaldas. Tratan de averiguar qué chico o chica del grupo opuesto esconde una pelota de tenis. La pelota lleva escritas las siglas VIH. Los niños gritan, apuestan, fallan o aciertan, ríen y aprenden. El objetivo del juego es enseñar que nadie puede saber quién tiene VIH, que la infección no se ve a primera vista, que cualquiera puede esconderla y todo el mundo debe protegerse.

Mientras, en la cancha de tierra se juegan tres partidos de fútbol a la vez: jugadores descalzos, seis equipos de chicos y chicas, organizados según escuelas, barrios, aldeas rurales y, sobre todo, orfanatos. Se calcula que son 100.000 los huérfanos por culpa del sida en Lesoto, África, donde se habla de una generación perdida, la de hombres y mujeres de entre 30 y 40, muertos por la enfermedad, donde el 23% de la población (de dos millones) está infectada. La ONG Kick4life pretende enseñar a través del fútbol a los adolescentes, antes de que se inicien sexualmente, qué es la enfermedad, cómo protegerse y la necesidad de hacerse la prueba bien para controlar la infección, bien para evitarla. El fútbol es un arma efectiva: Kick4life se estableció en 2007, ha organizado a 20.000 chavales, de los que 8.000 se han hecho las pruebas de VIH, y más de 300 están ya en tratamiento.

Fabio Capello visitó el proyecto hace dos años y ahora lo apadrina

Lerato Thoahlane tiene 19 años, mide metro y medio y explica que es positiva y que supo de su infección antes de que Kick4life, una organización creada en el Reino Unido, se estableciera en el pequeño Lesoto. "Pero tenía problemas para explicarlo porque la gente me iba a señalar con el dedo. Con Kick4life ya no", cuenta. Lerato señala las dos pequeñas tiendas médicas de campaña de color rojo chillón, situadas en el descampado: "Los chicos se hacen la prueba ahora en un momento y afrontan los resultados juntos; antes existía el convencimiento de que la enfermedad es mortal, ahora eso está cambiando".

Lerato apunta que, aún así, todavía queda mucho por hacer. Lesoto tiene el tamaño de Bélgica pero es todo montañas de una belleza imponente, de difícil acceso, con poblaciones casi aisladas (especialmente en invierno, con la nieve). "Todavía hace falta que el mensaje llegue a las aldeas y que se hable con normalidad. Sólo el 10% de los jóvenes se ha hecho la prueba". Pese a la dificultad del terreno, Kick4life se ha instituido en nueve de los diez distritos del país: "Hemos enrolado a 500 entrenadores. De forma voluntaria reúnen a los chavales en los pueblos, en los barrios, en las escuelas, dos veces por semana si pueden, para jugar al fútbol y para reforzar el mensaje contra el sida, el uso de preservativos y una vida sana", explica Pete Fleming, uno de los fundadores de Kick4life, que recibe apoyo entre otros de una empresa de telefonía, de la federación de fútbol de Lesoto y de la Liga inglesa. El proyecto ha sido seleccionado por la FIFA para que sea uno de los 20 centros que mediante el fútbol fomenten educación y deporte en el continente africano.

Fabio Capello, que visitó el proyecto hace dos años y acompañó a un chaval a hacerse la prueba de VIH, se convirtió en el padrino de la ONG. "Sentado en la tienda médica, esperar el resultado del chico fue el momento más difícil de mi carrera y, por supuesto, estuve encantado cuando salió negativo. Otros chicos no fueron tan afortunados ese día, pero reconforta saber que ahora reciben tratamiento médico", recuerda el entrenador en el libro Eleven, que recoge historias de cómo el fútbol puede servir al desarrollo de un país. Kick4life, además de insistir y colaborar en la escolarización (difícil para los huérfanos, pese a que la primaria es gratuita), ayuda a los jóvenes a recibir formación profesional y ha inscrito a más de un centenar de huérfanos en institutos (la enseñanza secundaria es carísima en un país en el que la mayoría de la población es pobre).

Totalmente rodeada por Suráfrica, el país montañoso ha cedido durante décadas sus hombres a las minas surafricanas (la migración, una de las causas de la extensión rápida de la infección en el pequeño país). La población sigue con entusiasmo la Liga del país vecino y también espera con expectación el Mundial, durante el que Kick4life organizará un festival de dos días con jugadores profesionales del país y los chavales y anima a los aficionados de todo el mundo a acercarse a Maseru (a apenas dos horas de Durban y una de Bloemfontein, por ejemplo) para conocer el proyecto y jugar al fútbol con los chicos.

Preguntada por cuál sería su Lesoto ideal, Palesa, la enfermera que se encarga de hacer la prueba a los chavales, no habla de un país libre de enfermedad, tal es su preocupación por la negación de la ciudadanía ante el VIH: "Sueño con un país en el que la gente se haga la prueba, sepa su estatus y encare la pandemia, así habrá menos huérfanos, menos niños en la calle, menos pobreza".

Fabio Capello aplaude a un niño que levanta un trofeo en Lesoto.
Fabio Capello aplaude a un niño que levanta un trofeo en Lesoto.

Sólo un 2% de entradas en el resto de África

Crisis económica, altos precios de billetes de avión, alojamiento y entradas, y el temor a la criminalidad de Suráfrica han rebajado de 450.000 a 200.000 los visitantes esperados durante el Mundial, según el comité organizador. La mayoría de las entradas vendidas hasta ahora, un 60%, ha ido a manos de surafricanos; un 38% a aficionados de otros continentes, y sólo un 2% al resto de países africanos. Ahí es donde más se ha acusado el bajón: sólo 11.000 entradas, cinco veces menos de lo previsto. El complicado sistema de compra, por Internet y con tarjeta de crédito, ha complicado todavía más las ventas. La FIFA entonó el mea culpa.

Los surafricanos, en cambio, se han volcado, ya que han podido pagar al contado, en ventanilla y sin sorteos.

Y el impacto económico, pese a todo, será positivo, según los analistas. El total gastado en el Mundial ha sido de 5.540 millones de euros, la mayor parte dinero público, y el impacto económico será de 9.300 millones de euros. "La nación está expectante", dice el presidente surafricano, Jacob Zuma.

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