_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Catarsis republicana

El desmoralizado partido de Bush y McCain necesita urgentemente recetas y caras nuevas

John McCain no ha sido el único perdedor de las elecciones del 4 de noviembre. Con el candidato republicano se ha desplomado también, y de qué manera, el andamiaje del predominio conservador cimentado por Ronald Reagan en los años ochenta. La magnitud del desastre republicano anticipa la dolorosa búsqueda de una nueva alma para competir por la supremacía política en Estados Unidos.

Los conservadores, en todas sus versiones, han sido una fuerza predominante durante casi tres décadas. Sus recetas fueron lo suficientemente simples y contundentes para ganarse el favor de los votantes. Si en lo exterior se trataba inicialmente de mano dura y oposición sin fisuras a la URSS, en el ámbito doméstico el objetivo era el regreso a los valores tradicionales y a un gobierno de escasa visibilidad. Pero las prescripciones caducan, y los republicanos han sido incapaces de idear otras para lidiar los desafíos de ahora, como lo muestran las desacreditadas políticas de George W. Bush.

Hace solamente cuatro años que Karl Rove, el intocable gurú de cámara de Bush, avizoraba una mayoría republicana permanente en EE UU, una especie de manera de ser nacional en política. Subestimaba la capacidad de destrucción de su jefe. La elección que ha catapultado a Barack Obama a la Casa Blanca confirma que los votantes conservadores son una fuerza formidable, pero también, y sobre todo, que ni siquiera esa masa electoral consolidada es inmune al paso del tiempo. Los republicanos han perdido al menos seis escaños en el Senado y más de una veintena en la Cámara de Representantes. La Casa Blanca y el Congreso, las dos palancas decisivas del poder, estarán reforzadamente en manos demócratas por primera vez desde 1992, con Clinton como presidente. Figuras nacionales que parecían inamovibles han sido arrastradas por la marea. El partido de Bush y McCain se ha enajenado a las minorías raciales, a los jóvenes, a las clases educadas. Muchos trabajadores han desertado finalmente en un horizonte devastado por la crisis económica.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

El duelo y el debate sobre si el partido del elefante necesita un reajuste o un nuevo ideario probablemente no durarán mucho, quizá poco más que la toma de posesión del presidente Obama, en enero. En un país volcado en la mercadotecnia política, urge la figura que reagrupe las maltrechas fuerzas conservadoras para conducirlas a la batalla de 2012.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_