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El Gobierno califica de "barbaridad" la propuesta de subir la luz un 31%

Zapatero y Sebastián desautorizan el informe aprobado por la CNE

El Consejo de Administración de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) aprobó ayer la propuesta de revisión de tarifas eléctricas a aplicar a partir del 1 de enero de 2009, con la recomendación de subir un 31% las denominadas "integrales" -las que afectan a los consumidores domésticos-. Y se armó el lío.

Desde Bruselas, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dinamitó la propuesta. "No merece la pena ni que se la tome en consideración", dijo. Con la misma contundencia, el ministro de Industria, Miguel Sebastián, quien tiene la última palabra a la hora de determinar cuánto subirá la luz, calificó la propuesta de "barbaridad". "Desde luego" aseguró "no es [una propuesta] razonable. No me parece una propuesta seria".

La tormenta de críticas ha provocado malestar en el regulador

Las cargas de profundidad contra la CNE, cuyas iniciativas no son vinculantes para el Gobierno, se producen a pesar de que, teóricamente, el regulador se ha limitado a despejar una cuestión matemática: qué hacer para que desaparezca el déficit de más de 14.000 millones de euros que lastra el sistema. Con ese fin, la CNE propone subir un 31% en las tarifas integrales de la luz (las que pagan los usuarios domésticos) y hasta un 92% las tarifas de acceso (parte del precio que pagan los usuarios que adquieren la luz en el mercado libre).

Pero el precio de la electricidad, que afecta a 25 millones de usuarios, es algo más que matemáticas. Por ello, el informe fue recibido con artillería gruesa. Empezando por el Gobierno y siguiendo por la oposición y las organizaciones de consumidores. El PP tildó la idea de la CNE de "atropello para las maltrechas economías domésticas"; la patronal CEPYME dijo que es "un auténtico disparate" y la OCU la calificó de "disparatada, aberrante e inadmisible".

La tormenta que se abatió sobre la CNE ayer causó un importante malestar en el seno del organismo. La Comisión, que a través de su presidenta, María Teresa Costa, ha reclamado más independencia y poder de decisión, se siente maltratada.

Desatada la polémica, y a falta de que Industria decida cuánto sube el recibo en 2009, es seguro que la luz no lo hará en un 31%. Esa cifra, señaló ayer Rodríguez Zapatero está "alejadísima de los objetivos que tiene el Gobierno y de lo que el Gobierno hará". En la última subida -la del mes de julio-, Industria recortó a la mitad la propuesta de la CNE e incrementó la tarifa doméstica en un 5,6%. Ahora, con la crisis económica en apogeo, Industria tendrá que hilar muy fino para no sufrir un desgaste enorme.

Las presiones son muy fuertes. El titular de Industria está negociando con el sector eléctrico cómo hacer frente a un déficit que crece imparable y que sólo este año, según la CNE, alcanzará los 6.716 millones de euros. El problema es que ese déficit -reconocido por el Estado- forma parte de las cuentas de las compañías eléctricas. Y éstas, unidas como nunca, no admiten bromas con la cuenta de resultados. Por ello, han advertido a Industria, a través de la asociación patronal Unesa, que una mala decisión en este campo pondría en peligro las inversiones previstas.

Con las compañías en alerta, Industria puede apostar por subidas de precios significativas a los usuarios. Pero como demuestra la reacción a la propuesta de ayer de la CNE, tampoco es una decisión fácil. En plena crisis, subir la luz, por mucho que se expliquen las razones, puede tener un coste político importante. Para entender lo delicado de la situación basta un dato: el fin de la tarifa C4 para grandes industrias, como manda Bruselas, ha desatado una marea de advertencias sobre Sebastián, por las repercusiones que tendrá sobre el empleo en algunos sectores.

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