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Las enfermeras búlgaras, en libertad

Trípoli logra de la UE ventajas políticas y comerciales

Benita Ferrero-Waldner, la comisaria europea de Exteriores, compara la dureza de la negociación con el regateo en un zoco árabe

La UE celebraba ayer la liberación de las enfermeras y el médico búlgaros retenidos y condenados en Libia desde 1999 como un éxito que permitirá la normalización de una relación de gran interés estratégico con el régimen libio. Se negoció hasta última hora, y el precio no será baladí, va desde ayuda humanitaria e indemnizaciones millonarias al libre acceso de productos libios al mercado europeo, pasando por becas y apoyo en la lucha contra la emigración ilegal.

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Los Veintisiete han tendido una mullida alfombra roja al régimen libio, que obtiene todo lo que deseaba al final de un proceso que comenzó hace años con simples reclamaciones de tipo humanitario por parte del coronel Muammar el Gaddafi, y concluye ahora con grandes concesiones europeas en favor de una relación de gran calado estratégico (energía, vecindad, emigración ilegal) con Libia.

El marco del acuerdo final fue establecido a mediados de junio por la presidencia alemana de la Unión, encarnada en el ministro de Exteriores Frank-Walter Steinmeier, y en la comisaria de Exteriores de la UE, Benita Ferrero-Waldner. La comisaria volvió el domingo a Trípoli en compañía de Cécilia Sarkozy, que se había subido al carro de la negociación, con idea de salir esa noche con los seis condenados, y se encontró con que "desgraciadamente hubo de comenzar de cero" todo el proceso.

El resultado es que, además de los 461 millones de dólares (335 millones de euros) que han recibido las familias de los 438 niños infectados -a compensar de un modo confuso mediante contribuciones voluntarias de la comunidad internacional a un fondo libio-, la UE se compromete a facilitar el más amplio acceso a sus mercados a los productos agrícolas y pesqueros libios; a proporcionar ayuda y financiación a la arqueología en Libia; a montar un dispositivo de vigilancia terrestre y marítima de la emigración ilegal; a dar becas a estudiantes libios en todos los campos del conocimiento y a entregar visados de libre circulación a ciudadanos libios.

Ante la inevitable comparación entre las modestas demandas de Gaddafi en 2004, cuando en Bruselas prometió que la liberación de los sanitarios era "cuestión de semanas", y la larga lista de lo exigido en 2007, la comisaria respondió, con humor: "¿Ha comprado usted algo en un país árabe? Ha sido una buena negociación". Más seria se puso cuando se le preguntó si no se estaba en realidad pagando un rescate por unos secuestrados, puesto que Europa y reputados expertos han negado siempre que los acusados hubieran contaminado voluntariamente a los niños del hospital de Bengasi. "No es un rescate, en absoluto", indicó.

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"Tenemos acuerdos con todos los países de la región excepto con Libia, y nos interesa tener relaciones normales con todos", explicó Luis Amado, ministro de Exteriores de Portugal, país que ocupa la presidencia de la Unión este semestre. "La normalización de relaciones con Libia no es irrelevante desde el punto de vista estratégico".

La intrigante presencia de Cécilia Sarkozy en la hora final del arduo proceso negociador con Libia fue ecuménicamente aprobada por los negociadores. Ferrero-Waldner aludió a la promesa de Francia de dotar con medios al hospital de Bengasi hasta convertirlo en uno de excelencia regional. "No hubo ningún problema para aceptar a la señora de Sarkozy. Nos ha ayudado mucho", declaró la comisaria. "Yo he cubierto el frente institucional y ella quizá el factor psicológico. En toda negociación hay factores políticos y psicológicos". La comisaria dijo darse por pagada "con la alegría de la gente en Sofía al ver la llegada" de sus compatriotas, dos veces condenados a muerte en Libia y finalmente libres en territorio europeo.

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