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Blair exige un recorte del tratado europeo para evitar un referéndum

Londres fija condiciones irrenunciables de defensa de su soberanía

Tony Blair trazó ayer cuatro líneas rojas que el Reino Unido no está dispuesto a superar en las negociaciones para impulsar un nuevo tratado europeo. Dando marcha atrás a lo que aceptó en 2004, ayer se opuso a extender las votaciones por mayoría, a que la Carta de Derechos Fundamentales tenga primacía sobre el derecho británico, a debilitar el papel del Foreign Office y a oficializar la supremacía del derecho comunitario sobre el nacional. En última instancia, Blair intenta evitar un referéndum para ratificar el nuevo tratado.

De hecho, la claridad del mensaje de Blair supone un choque frontal con las propuestas que prepara la presidencia alemana o la franco-española hecha pública el domingo. Pero es, sobre todo, una apuesta que puede acabar pagando el que desde el miércoles 27 de junio será el nuevo primer ministro británico, Gordon Brown, que deberá decidir si ratifica el nuevo tratado en el Parlamento o por referéndum. En una comparecencia ante los presidentes de los distintos comités de los Comunes, Blair trazó las cuatro líneas rojas británicas:

- Carta de Derechos. "No aceptaremos un tratado que permita que la Carta de Derechos Fundamentales cambie la ley británica de ninguna manera". Una posible solución es que el texto se acompañe de una declaración que especifique que la ley británica no ha de equipararse hacia arriba con la Carta. Pero eso plantea problemas legales. Por ejemplo, ¿se puede aplicar a un británico residente en otro país de la Unión Europea? Si no es así, ¿se puede aplicar a un español o un francés residente en Reino Unido?

- Exteriores. "No aceptaremos nada que desplace el papel de la política exterior británica o de nuestro ministro de Exteriores".

- Ley primaria. "No aceptaremos ceder nuestra capacidad de controlar nuestra ley primaria y nuestro sistema judicial y policial". Ya hoy la ley comunitaria prevalece, aunque no lo reconocen expresamente los tratados.

- Derecho de veto. "No aceptaremos nada que lleve a más mayoría cualificada, algo que decida asuntos de importancia en nuestro sistema fiscal o de ayudas sociales". Londres podría aceptar la eliminación del veto en políticas de las que pueda abstenerse, como ocurre con el euro o la eliminación de los controles fronterizos.

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Las posiciones de Blair hay que leerlas, sobre todo, en clave de política nacional. Desde hace días, la poderosa prensa antieuropea ha rescatado el mensaje habitual previo a cada negociación en la UE, augurando un irreparable menoscabo de la soberanía británica a manos de los tecnócratas de Bruselas. El embajador alemán en Londres, Wolfgang Ischinger, quiso ayer tranquilizar a los británicos: "No estamos en guerra con Reino Unido", ironizó en un encuentro con la prensa junto al representante de la Comisión Europea en Londres, Reijo Kemppinen. Ischinger puntualizó que si algún país exige alguna cláusula que le permita quedarse al margen de parte del nuevo tratado, ese privilegio ha de ser negociado en el Consejo Europeo del jueves y el viernes.

En 2004, un Blair excepcionalmente débil cedió entonces a la presión periodística y de los conservadores y aceptó convocar un referéndum para ratificar el proyecto de Constitución Europea. Y eso a pesar de que llevaba meses proclamando que el nuevo tratado tenía un impacto muy menor a reformas anteriores y que todas las cautelas exigidas por el Gobierno de Londres habían sido aceptadas por los negociadores. Cuando franceses y holandeses votaron contra el proyecto constitucional, Blair se apresuró a darle la última puñalada proclamando que estaba muerto y suspendiendo el referéndum.

Tony Blair, ayer a la salida de su residencia en Downing Street.
Tony Blair, ayer a la salida de su residencia en Downing Street.AP

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