Sueños panafricanos
Toumani Diabaté y Symmetric Orchestra inician hoy su gira española en el Womad
Participa en el nuevo disco de Björk, Damon Albarn requirió sus servicios y el compositor de bandas sonoras Hans Zimmer le ha llamado para trabajar en Madagascar II. Toumani Diabaté (Bamako, Malí, 1965) sabe lo que es llenar el Carnegie Hall -en julio regresa a Estados Unidos para una gira de 14 conciertos- y la revista británica Mojo le ha dedicado cuatro páginas. Antes de Boulevard de l'indépendance, el disco al frente de su soñada Symmetric Orchestra, el músico ya se ganó el reconocimiento internacional por sus grabaciones con Ali Farka Touré, Taj Mahal y Ketama. "Tuve la idea de crear una orquesta panafricana hace más de 15 años", cuenta por teléfono desde la habitación de un hotel en Colonia.
Catorce músicos, de países (Malí, Senegal, Costa de Marfil...) que antaño constituían el imperio mandinga, integran la Symmetric Orchestra, que actúa hoy en el Womad de Cáceres y que estará mañana en San Sebastián (Kursaal), el 17 de mayo en Madrid (Caracol), el día 18 Valladolid (Ambigú), el 19 en Alicante (Auditorio CAM), el 24 de junio en Girona (Parque de Ribes del Ter) y el 28 de julio clausurará el festival Pirineos Sur. La orquesta evoca a formaciones como Bembeya Jazz, de Guinea; Rail Band o Ambassadeurs, de Malí, nacidas al amparo de las recién proclamadas independencias en África occidental. "El espíritu es distinto porque se trataba entonces de orquestas nacionales. Ahora es el encuentro de la música y los instrumentos tradicionales y modernos, y también el de músicos de distintas generaciones. Con los ordenadores, los sintetizadores y las cajas de ritmos, dos músicos pueden hacer en un estudio el trabajo de quince o veinte. El problema es que las máquinas no se emocionan, no tienen alma".
A dúo con Ali Farka Touré, el bluesman del Sahel, grabó en 2005 el premiado In the heart of the moon. "En el mundo occidental la gente está cansada del ruido, que es algo traumático que genera violencia", afirma. "Si tienes sed y vas a la orilla del río, puedes beber el agua que necesitas para apagar la sed, pero no puedes beberte el río. La música es así. Cada día aprendes algo".
Björk, con la que tiene previsto tocar en el festival de Glastonbury, viajó a Malí para grabar con él. "Doy gracias a Dios porque permitirá a su público descubrir la kora", dice. "Se sintió muy a gusto. Iba sola al mercado a hacer las compras y nadie la reconocía, lo que le resultaría imposible en Europa".
En los años cincuenta, Sidiki Diabaté, padre de Toumani y el músico que elevó la kora al rango de instrumento solista, organizó Kaira -"la palabra significa felicidad, paz"-, un movimiento de resistencia cultural: "Lo primero que hace la colonización es cortar la cultura. Cuando los franceses estaban allí intentaron destruirla porque un país sin cultura ha perdido su identidad. Mi padre, que acabó en la cárcel, y sus amigos no tenían pistolas ni kaláshnikovs, apenas koras y voces".
Se habla de un Jimi Hendrix de la kora, el arpa-laúd de 21 cuerdas que Toumani Diabaté -que escuchaba cintas de su padre y su abuelo, pero también a Otis Redding y James Brown- aprendió de forma autodidacta. "La kora es el carné de identidad de la cultura mandinga. Y el instrumento de los griots desde hace siete siglos. Los griots somos la memoria del imperio mandinga, sus archivos, su biblioteca", explica. Y Bamako se ha convertido en un centro de atracción para músicos occidentales. Por allí han pasado Bonnie Raitt, Jackson Browne, Damon Albarn y Taj Mahal. "Malí es el corazón de la cultura en África y yo digo que el corazón del mundo".
Babelia
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