"El nuevo orden mundial: seguid hablando"

"Es la primera vez que participo, he cumplido los 19 y ahora puedo, aunque con el ordenador, ¡uf!, llevo muchos años", cuenta Javier Ruiz Ruso, de Elche, mientras monta su ordenador ayudado por su familia al completo. "Voy a empezar Ingeniería Informática. Uno viene aquí para informarse de los últimos adelantos, copiarse cosas, aprender". Sus padres -Salvador Ruiz, trabaja en el transporte; Remedios Ruso, ama de casa- y su hermano Carlos, de 13 años, le ayudan. "El que tiene una gran aficción es él; nosotros le apoyamos, y le seguimos el rollo", cuentan sus padres con la misma naturalidad con la que explican cómo se lleva eso de la diferencia generacional, esa manera tan virtual de hacer amigos. "Es algo habitual entre jóvenes, nos parece muy normal y sano. Que cada cual haga lo que quiera". Según Javier (y parte de su generación) el concepto de amigos no tiene nada que ver con el de antes, que era más vecinal, de proximidad. "Para nada. Muchos no nos hemos visto nunca, ni nos conoceremos. Hago amigos que a lo mejor no veré en la vida en persona, a otros sí".

Lleva viniendo un lustro, aunque sus expectativas han cambiado. "El primer año vine a jugar, a descargar archivos... Después me di cuenta de que, aparte de navegar, aquí se puede aprender mucho", confiesa Manuel González, gallego de 23 años, y estudiante de Informática de Sistemas. "Lo que más me gusta de un ordenador es la visión, la vida, en el sentido de Hawking

[el científico británico], cómo mediante la tecnología uno puede vivir y comunicarse". Lleva una gran maleta "de las de toda la vida", un portátil, sus alicates, un montón de cargadores y una cascada de mascotas. "Una por año de asistencia". No es el único. "El león (por mi novia que es de León); el pingüino, (por el Linux); y el perro, porque es el mejor amigo del hombre, después del ordenador", bromea.

Presidido por una bandera pirata (simboliza "la batalla contra la piratería"), él y su grupo -50 campuseros- están "en contra de las descargas con fines comerciales. Otra cosa es bajarte cine, música, para disfrutar, para consumo propio". ¿Por qué? "Porque la tecnología es eso, compartir".

Marta Durá Ferre, de 22 años, es empleada de una empresa de mensajería exprés de Valencia. "Hace tres años vine como acompañante de mi novio, Javier; al siguiente no pude porque trabajaba, y ahora he pactado con mi jefe las vacaciones y vengo como campusera, de pleno". Está sentada frente a su ordenador: "Me mola mucho lo de bajarme cosas, chatear, conocer a gente..." Coincide en que, pese a que la Campus Party ya tiene diez años, aún hay más hombres que mujeres -calculamos "cuatro contra una"-, pero anticipa que "las cosas han cambiado. Ahora, ya somos más que antes". De hecho, explica que a través del foro (www.campus-party.org) ha localizado a varias chicas "para hacer una quedada la noche del miércoles...". "Ya somos 36.. nos conoceremos, nos iremos a cenar...". Su intención era participar en el taller de astronomía. "Pero llegué tarde, está completo", dice. Sin embargo, espera aprovechar a tope la edición. "El ambiente de la campus es lo que más me gusta. Te tropiezas con alguien, te pide perdón, y ya os estáis haciendo amigos. Es como una acampada, pero de ordenadores".