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VISTO / OÍDO
Columna
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Número y moral

Me fastidia la encuesta: PP gana punto y medio con respecto al marzo fatídico; y dos pierde PSOE en su diferencia con el PP en relación con diciembre pasado. Eso sí, hoy mismo ganaría las elecciones: 44% de los votos. Yo esperaba más, y me dicen los sabios que la culpa la tienen los incendios: queman votos del poder. Me dicen que contribuye el caso Roquetas: los que mataron al campesino siguen el libertad. En cambio, sube Bono (5,92) con respecto a Zapatero (5,41): hace tiempo que le veo ascender y le imagino, que miedo, presidente en las próximas elecciones. Ah, pero Rajoy cae: no alcanza ni siquiera cuatro puntos.

Si alguna línea general se puede ver en todo esto es un alza de la derecha, contando en ella con Bono, con Solbes (5,75) y hasta con la caída de Rajoy. Y un ligero desencanto de la izquierda general. Lógico: la derecha tiene un voluntarismo y una fuerza económica y propagandista de hecho; la izquierda es sensible al desencanto. Y hay una izquierda natural que no considera que Zapatero tenga algo que ver con ellos. Quiero decir que con Zapatero la derecha vive mejor -basta un vistazo diario a las informaciones económicas- y la izquierda, peor. Zapatero tuvo un caudal de esperanzas apenas empezó y se trajo las tropas de Irak; bastante se ha perdido con su mantenimiento en Afganistán e incredulidad en que están -estamos- allí para defender la democracia y la libertad. La paz de Bush nunca será una paz real. Los que piden paz -100.000 concentrados en Washington- aprovechan la línea de caída vertical del presidente por los ciclones -o sea, por su mal comportamiento durante ellos- cuando el desapego debía venir de una cuestión de moral pública, de baremos de inteligencia, de sentido común y, desde luego, del puesto que ocupe en la sociedad y sus posibilidades de mejora. Como en el caso Aznar.

Otro efecto importante es la abulia de la izquierda, que lleva a muchos a la abstención; muchos de los que se despertaron en las últimas elecciones prefieren volver a la siesta de la indiferencia. Esta posición de la izquierda española es tradicional desde el final del franquismo, a pesar de la visible mejora de la vida común desde entonces. En cambio, el trabajo de la derecha es denodado. Es por su fe; es por la tradición; es porque, como siempre, la propiedad es de ellos. Menos mal que ese esfuerzo va por el camino equivocado.

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