De la rabia juvenil de Avril Lavigne a la madurez de Fito Páez
El verano se vive en Madrid y sus pueblos con feroz intensidad, que pasa por contar con Richard Bona, Chic o Isaac Hayes en Villalba, como con Estopa en Valdemorillo. El patio del Cuartel del Conde Duque bulle en plenitud con María Bethania, Fito Páez, Zucchero, Dido, Khaled o Shakti mientras Avril Lavigne llena de rabia juvenil el parque Juan Carlos I. Bebe, Rosa Passos, La Chicana y La Buena Vida explotan el lado más femenino de la canción.
- Patio Global. Como viene haciendo ya varios veranos, el cuartel del Conde Duque transforma su patio en lugar de encuentro con las más diversas músicas del planeta. De los ecos tropicales, árabes o rockeros a las sonoridades de la India, esta semana arranca con la brasileña María Bethania y se cierra con Shakti, el proyecto del guitarrista John McLaughlin.
Entremedias hay rock argentino con Fito Páez, que estrena su último disco Naturaleza sangre; blues mediterráneo con el italiano Zucchero, que lo hace de su reciente obra Zu; o pop juvenil, con Dido, que viene con las nuevas canciones de Life for rent.
Así que la emoción empieza hoy con la exquisita voz y sensibilidad de María Bethania, artista descomunal de vida propia jamás eclipsada por el enorme talento de su hermano, el genial Caetano Veloso, frecuente otros veranos en el patio.
El raï del argelino Khaled también ha sonado ahí, como vuelve a hacerlo ahora, pero es nueva la presencia de Shakti, donde el guitarrista McLaughlin ha querido arrimar la libertad del jazz a la música de la India sirviéndose de músicos de aquel país.
- Jazz serrano. Tras el de Galapagar, su vecina Villalba acoge su segundo Festival Internacional Vía Jazz. Y si la fusión latina ha marcado el concluido, el que se desarrolla esta semana se diferencia por su carácter bailable, con mucho de soul y funk. Empieza con un homenaje a Pedro Iturralde, pionero del jazz en España, que sirve también para recordar al fallecido Federico González, cronista de jazz colaborador de este periódico. El pianista y multi instrumentista Chick Corea con su Elektric Band comparte velada con el bajista Víctor Wooten, curtido en la orquesta de Bela Fleck. Chic, la banda de Nile Rodgers y el fallecido Bernard Edwards, exhibe la sofisticada música disco que arrasó a principios de los ochenta, tiempo también de gloria de Shakatak.
El día de Chic también toca el saxofonista Roy Hargrove; y el de Shakatak están el bajista de origen camerunés Richard Bona y el genial Isaac Hayes. El llamado Moisés negro, en alusión a uno de sus discos más celebrados en los setenta, tiene el honor de cerrar Vía Jazz 04 con esa fusión original de soul y psicodelia que le llevó a componer la música de la serie Shaff, protagonizada por un detective negro muy parecido a él, recientemente llevada al cine.
- Voces de mujer. La brasileña Rosa Passos vuelve a actuar en la sala Calle 54 con esa voz llena de swing, y se presenta en Madrid la revelación del tango: el grupo argentino La Chicana, donde canta la estupenda Dolores Solá. Presentan Tango agazapado, un disco que se muestra revelador donde respetando las esencias, el tango se aparece como un género recién inventado.
Pero revelación auténtica es la de la extremeña Bebe, que con su disco Pafuera telarañas está dando mucho que hablar. Su mezcla de cantautora punk con rollito rumbero no distaría tanto de lo que hace la norteamericana Avril Lavigne, salvo las obvias diferencias culturales y sonoras.
Lavigne, sin haber cumplido aún 20 años, y a pesar de su pose de anti diva, sigue siendo una estrella entre los jóvenes punks de todo el mundo que van por la vida subidos a una tabla con cuatro ruedas. Viene a presentar su segundo disco, Under my skin.
La candorosa voz de Irantzu Valencia está detrás de la banda donostiarra La Buena Vida, que esta semana se presenta en Madrid con una orquesta clásica para transformar las canciones de Álbum, su último disco. Nacho Vegas oficiará de telonero.
- Canciones cantables. El dúo de los hermanos José y David Muñoz, Estopa, arrasaron el pasado jueves en Las Ventas, dejando a un montón de gente en la calle. Los que entonces no pudieron verles, pueden hacerlo el domingo próximo en Valdemorillo, a pocos kilómetros del centro de la capital. El éxito de ¿La calle es tuya? y los dos discos anteriores hace que sus conciertos sean cantados a la vez por miles de personas.
Algo que podría pasar en los de Pepín Tre, el charlatán más genial de la canción de autor, o en los de Albertucho o Poncho K, que juntos muestran su gracejo sevillano llevado al rock canalla de barrio. Empieza a pasar, sin embargo, en los del madrileño Sandro, cuyo crecimiento por los garitos de Madrid pasa a ser ya objeto de estudio.
Los Anónimos vuelve a poner en valor la parte más hermosa que tienen el pop rock español de los ochenta, años en los que también triunfó la banda norteamericana Long Ryders. Muy queridos entonces en los bares de Malasaña, Los Anónimos vuelven a Madrid con su sonido ya característico que lleva el rock de guitarras afiladas más trepidante a las películas del oeste de largos trenes, polvo del desierto y extensas praderas plagadas de reses y de cow-boys.
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