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Centenares de opositores detenidos tras las elecciones en Azerbaiyán

La oposición rechaza el triunfo de Iljam Alíev, hijo del presidente, con el 80% de los votos

Pilar Bonet

Tras las elecciones presidenciales en Azerbaiyán, el régimen de la familia Alíev ha practicado centenares de arrestos entre la oposición, a la que acusa de instigar los desórdenes ocurridos en Bakú tras la victoria de Iljam Alíev, hijo del presidente Gueidar Alíev. La oposición no acepta el resultado provisional de los comicios del 15 de octubre, que da cerca de un 80% de los votos a Iljam y algo más del 12% a Isa Gambar, principal candidato de oposición.

Las detenciones que han sucedido a los peores disturbios vividos por Bakú desde el fin de la URSS en 1991 rondan los 300, según calculaba ayer Arzú Abduláieva, de la Asamblea Ciudadana de Helsinki en Azerbaiyán y uno de los representantes de organizaciones de defensa de los derechos humanos que el viernes se entrevistaron con el ministro del Interior, Ramil Usúbov, para mediar por la paz social. Según Abduláieva, el ministro informó de que 210 personas habían sido detenidas y que los arrestos iban a continuar, aunque no planeaba "por el momento" detener a Gambar.

Entre los detenidos se cuentan varios altos cargos del partido Musavat, líderes de otras fuerzas de oposición y miembros de colegios electorales que se negaron a firmar las actas por considerarlas falsificadas. Los arrestos ocurren tanto en Bakú como en provincias. Además, se han registrado actos de vandalismo contra locales de la oposición. La redacción del periódico Eni Musavat (el nuevo Musavat) ha sido atacada y su director, objeto de un registro domiciliario.

Detenido ha sido también el diputado Igbal Agazadé, a quien se acusa de instigar el mitín del 16 de octubre en Bakú. El parlamento dio luz verde para detenerlo en una sesión donde el septuagenario Dzhalal Alíev (hermano de Gueidar y tío de Aljam) pidió la clausura de la oficina de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en Azerbaiyán. Dzhalal llamó "fascista" al jefe de los observadores de la OSCE, el estadounidense Peter Eicher, y "provocador" al representante del Consejo de Europa, el suizo Andreas Gross. Eicher se ha manifestado "muy preocupado por las detenciones".

El tío Dzhalal, que en el pasado deseó sustituir a su hermano, goza de una gran influencia en la policía de Bakú, señalaron fuentes de la oposición, según las cuales Dzhalal puede ser el responsable de la oleada de arrestos. La primera sucesión dinástica postsoviética no es aún firme. Si Iljam quiere mantener la estabilidad y cierto nivel de democracia, debe encontrar una vía de diálogo con la oposición e imponerse también al ala dura del clan de los Alíev, señalaban analistas en Bakú.

Complacencia de EE UU

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La misión de la OSCE en las elecciones de Azerbaiyán consideró que los comicios no respondieron a los niveles internacionales, pero 188 observadores de 17 países, representantes del Instituto de la Democracia en Europa del Este, fueron aún más duros. "No se ha cumplido ni uno solo de los criterios para que se les pueda llamar elecciones. La actitud acomodaticia de occidente ante los procesos antidemocráticos que ocurren también en otros países post soviéticos sólo consigue reforzar estas tendencias", afirmaba el georgiano Ivlián Jaindrava, uno de los observadores disidentes. "¿Bienvenido Bin Laden?" era el título de un artículo conjunto publicado por los periódicos de oposición Musavat y Azadelik, en el que se afirmaba que la complacencia de EE UU ante el comportamiento de los Alíev puede propiciar la radicalización política en Azerbaiyán.

Diplomáticos occidentales median para calmar los ánimos. El embajador de Noruega ha acogido a miembros de la oposición en su sede diplomática. Hasta el fin de semana, el presidente norteamericano, George W. Bush, no había felicitado a Iljam, aunque sí lo habían hecho representantes del Departamento de Estado. El presidente francés, Jacques Chirac, felicitó a Alíev, pero le recordó las obligaciones del país como miembro de la OSCE y en el Consejo de Europa.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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