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CLÁSICOS DE SIGLO XX (2)

'La invención de Morel', de Adolfo Bioy Casares

EL PAÍS rescata una novela de amor y soledad contada con los recursos de la ciencia-ficción

Un hombre llega a una isla huyendo no se sabe bien de qué. Allí descubre unas extrañas construcciones, unas máquinas inclasificables, que despiertan su curiosidad. Más adelante aparece una mujer, bella y distante, enigmática. El narrador de la historia se enamora. Y así, poco a poco, el escritor argentino Adolfo Bioy Casares va desplegando la fascinante trama de la que es, acaso, su mejor novela. Esa trama fue en su día clasificada por Jorge Luis Borges como "perfecta", lo que constituye una invitación inmejorable para adentrarse en La invención de Morel (que mañana los lectores de EL PAÍS podrán adquirir por un euro), un libro de una fascinante rareza. La inquietante historia de esa "invención de Morel" forma parte de la ciencia-ficción, pero la soledad, el miedo, los anhelos, la desesperación ante lo desconocido y el amor condenado a no realizarse son viejas heridas de la condición humana que el personaje que habita la isla, y narra la historia, padece en un paisaje irreal y, en cierta medida, terrible. Con esta novela, Adolfo Bioy Casares mostró una asombrosa capacidad de utilizar los moldes de un género para volcar sus inquietudes literarias. El resto de su producción confirma con creces la originalidad de sus propuestas narrativas.

Más información
Forjador de fantasías
La imaginación razonada
Adolfo Bioy Casares, fotografiado en 1990.
Adolfo Bioy Casares, fotografiado en 1990.GORKA LEJARCEGI

Complicidades

Jorge Luis Borges tenía 33 años cuando conoció a Adolfo Bioy Casares, que no había cumplido 20, en la casa de la ensayista Victoria Ocampo. Fue en 1932 cuando comenzó una de las amistades literarias más prolíficas de la lengua española. Juntos editaron los tres números de la revista Destiempo en 1936 y 1937. Luego, bajo el seudónimo de Honorio Bustos-Domecq, publicaron en 1942 Seis problemas para don Isidro Parodi, y más adelante, en 1967, Crónicas, sus obras conjuntas más aplaudidas. Relatos como Modelo para la muerte, de 1946, aparecieron con la firma de B. Suárez Lynch. También colaboraron en la selección de Los mejores cuentos policiales y en la edición de los dos volúmenes que componen Poesía gauchesca. Junto a Silvina Ocampo, mujer de Bioy y hermana de Victoria, publicaron a principios de los años cuarenta La antología de la literatura fantástica y Antología poética argentina.

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